13

2.3K 154 18
                                    

Los segundos, minutos y horas pasan y por más que quiero que Carlos se vaya, él aún sigue del otro lado de la puerta, él intenta averiguar qué es lo que tramo.

—¿Qué haces? —pregunta Progenito, apareciendo delante de mí.

—Cállate, Carlos puede escucharte.

Miró nuevamente por la puerta y allí está Carlos, puedo ver claramente sus tenis en el mismo lugar desde hace horas. Progenito empieza a reír, pero no fuerte, sino en voz baja, así me da más miedo.

—¿De qué te ríes? —susurró tratando de no llamar la atención de Carlos.

—¡Ay Daniel! Carlos tiene más de una hora que se fue a dormir, dejo sus tenis allí, creo que ya es hora de matarlo.

Progenito se queda pensativo un rato, para luego esfumarse. ¿Cómo no me di cuenta? Es obvio que Carlos sabe algo, que no debe saber, dejar sus tenis para que yo piense que está ahí, sí que no quiere que yo salga.

Tomó la mochila y abro la puerta, lo más sigiloso que puedo, no puedo hacer nada de ruido. Salgo y si, efectivamente a pocos centímetros solo se encuentran los tenis de Carlos que listo resultó.

Me dispongo a bajar las escaleras, pero justo en ese momento la puerta de la habitación de Carlos se abre.

—¿Qué haces? ¿A dónde crees que vas? —pregunta Carlos, enojado y sorprendido a la vez.

—Nada, solo voy a tomar agua.

Me quedo paralizado, Carlos ha descubierto mi plan y quién sabe qué cosas más, estoy temblando y no puedo evitarlo.

—Tengo que avisarles a mis padres, sé que vas a salir —Carlos menciona un poco enojado.

Él se dispone a caminar hacia la habitación de mis padres, justo en ese momento Carlos cae al piso. Progenito detrás de él con un florero, tan sólo me sonríe.

—No lo maté, anda ve yo me encargó de él —comenta Progenito tomando a Carlos de los brazos.

Bajo las escaleras y volteo hacia atrás, miró como Progenito arrastra a Carlos dentro de su habitación.

Solo voy, recojo el cuchillo y regreso sin que nadie note que me fui, esperó que Carlos no recuerde esto al despertar.

Abro la puerta tan despacio que creo que ya pasaron horas, al lograrlo salgo corriendo. Corro por la calle, como si alguien me siguiera, la calle de noche es muy tenebrosa, esa es la razón por la cual no salgo mucho.

Tengo un solo objetivo, llegar al bote de basura y recoger ese cuchillo. Esa arma homicida, ¿Qué harían los policías con el si lo encuentran?

Minutos después, a lo lejos ya puedo verlo, sólo que estoy muy cansado para seguir corriendo. Veo una luz de un carro, me escondo detrás de un bote, para que no me vea.

Cuando pasa, sigo mi camino hasta el bote, rápido empiezo a buscar dentro de el, al parecer aún no viene la basura por el. Lo tomo con una bolsa que tengo en mi mochila, y sigo mi camino.

—¡Corre! —aparece Progenito detrás de mí y grita.

Volteo a todos lados, pues el modo en el que grito me hace pensar que alguien me ha visto o algo peor.

Pero no, el empieza a reír sin parar, mientras yo sigo corriendo. Llego a mi casa, abro la puerta y entró sin hacer ruido. Subir las escaleras es lo más difícil, estas hacen demasiado ruido.

Entro a mi habitación, meto la mochila en mi armario y me lanzo a la cama, tengo mucho sueño.

Estoy por tomar el sueño, cuando alguien abre la puerta y prende la luz, creo que ha sido Carlos, la apaga y sale de mi habitación dejándome dormir en paz.

***

La alarma suena, abro los ojos, aún tengo demasiado sueño, todo fue por obtener ese cuchillo.

—¡Daniel! ¿Puedo hacerte una pregunta? —Carlos entra a mi habitación.

—¿Dime?

—De casualidad, ¿Tu saliste en la noche? —Carlos se acerca a mi cama.

—¿Para qué saldría? —le preguntó, tratando de disimular mi miedo.

—¡Era una simple pregunta!

Carlos se levanta y se dirige a la puerta para rápido salir cerrando la puerta un poco fuerte. Yo me pongo mi uniforme y me dispongo a bajar para desayunar.

Todos ya se encuentran alrededor de la mesa desayunando, creo que yo no alcanzaré, ya es tarde y el camión pasará pronto.

—¡Que tengas un buen día! —agrega mamá, mientras me entrega la mochila.

Sonrió levemente, me despido de todos y salgo de la casa dirigiéndome al camión, subo rápidamente y tomo asiento junto a Diego y Grace.

—¡Hola! ¿Cómo están? —les preguntó sonriendo.

—¡Hola¡ Bien, bien.

Miró por la ventana, al pasar por el bote de basura notó cómo algunos policías lo revisan. ¡Increíble! Lo busqué justo a tiempo, ahora podre estar tranquilo.

El camión llega a la escuela, todos bajamos de el y entramos a nuestros respectivos salones.

La maestra nos saluda, la clase empieza como de costumbre. En el receso, juego un rato con Grace y Diego, cuando el timbre suena, vuelvo al salón.

***

Nos encontramos alrededor de la mesa, Sam y Jack han venido a comer.

—Es un gusto venir a comer señora Foster —Jack comenta sonriendo.

Flor no ha recordado nada acerca del accidente, estoy comenzando a creer que ya no lo recordará.

La noche llego pronto, Jack y Sam se fueron a su casa, ahora me encuentro recostado en la cama. Progenito revisa la mochila en el armario, aún no tengo ni la menor idea de que voy a hacer con el cuchillo.

—¿Qué harás con esto? —Progenito muestra el cuchillo.

—Guárdalo, alguien puede entrar.

Me levanto de la cama y le quitó el cuchillo, lo meto en la mochila y cierro el armario. Progenito se mete bajo la cama, yo simplemente subo a mi cama y me dispongo a dormir.

—¡Tu mataste a Luis!

Mamá camina alrededor de mi cama, yo tan sólo la observo con confusión en el rostro.

—¡Tu mataste a Luis!

Ahora papá ríe, mientras camina al igual que mamá alrededor de mi cama.

—¡Tu mataste a Luis!

La abuela toma asiento en la orilla de mi cama y sonríe, luego pone un rostro triste, mientras me observa fijamente.

—¡Tu mataste a Luis!

Carlos me apunta con su dedo, luego camina al armario y saca la mochila, veo que busca en su interior, para luego mostrarme el cuchillo.

—¡Tu mataste a Luis! ¡Pequeño Daniel!

Sam me mira desde la puerta, ella intenta contener una pequeña risa, pero al final la suelta.

—¡Tu mataste a Luis!

Jack camina hasta Carlos y le quita el cuchillo de la mano, luego camina hasta mí y lo coloca en mi cama.

—¡Matas a Luis! ¡Me lanzas por las escaleras! ¿Ahora me matarás?

Flor llora abrazando a mamá, siento que algunas lágrimas caen por mis mejillas al presenciar todo esto, yo nunca quise matar a Luis, él me obligo, Progenito me obligo.

Veo que la puerta se abre lentamente, ¿Ahora quien viene a reclamarme por la muerte de Luis?

—¡Tú me mataste! ¿Por qué? —Luis se acerca a mí, toma el cuchillo y salta encima de mi con un rostro lleno de furia.

No mires bajo tu camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora