Parte sin título 19

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Después del temible aullido de la pareja, inuyasha, Sango y Miroku, fueron arrastrados por una fuerza sobrenatural, dentro de la barrera custodiada por Shipo. Inuyasha rápido se levantó he intento salir, pero no lo consiguió.

Fuera de esa barrera, la batalla esta a punto de empezar. A una distancia bastante lejos de la barrera, había dos grupos separados, en uno había la recién pareja y en el otro un grupo formado por Naraku, un hanyou con ansias de poder, una mujer bella pero no tanto como kagome, que la envidiaba solo por haber conseguido a su amado. Si ella decía que era suyo, pero nunca es tuyo si nunca lo has tenido. Y por último en ese grupo había el dios de los dioses, Kairo, lleno del sentimiento de venganza, pero no solo contra Sesshoumaru si no también contra kagome, ya que ella había sido capaz de no obedecer sus ordenes de casarse con él.

Y así divididos empezo la pelea, Ilam se lanzó contra Kagome, y se fueron lejos donde Sesshoumaru, Kairo y Narakuu peleaban.

Al principio parecía que Sesshoumaru iba perdiendo, ya que era atacado sin un respiro. Pero lo que no se esperaban es que con un simple movimiento de metaiga partió en dos, el hanyou, que se creía poderosa. Uno ya estaba a fuera de combate, peró sabía que la batalla ahora comenzaba, cuando los estorbos estubieran lejos de su camino.

Por otra parte, kagome iba perdiendo la batalla, Ilam, con sus poderes al 100 por 100 recuperados, hacía múltiples heridas con el poder de los muertos. Kagome debilitada por haber intentado rechazar los poderes de su amado, quedaba tendida en el suelo con varias heridas profundas, eso si ella vigilo que no le tocaran sus puntos vitales. Sesshoumaru, reencarnación de Husho, y dicho por los griegos dios Adonis, daba una ardua batalla con Kairo. Estaban bastante igualados en la pelea de espadas, los dos eran hábiles y los golpes certeros, y a pesar de estar muy heridos ninguno de los dos disminuía la velocidad y la fuerza.

Ilam estaba a punto de dar punto y final a la vida de la diosa más bella que jamás había existido, por muchos conocida por kagome, reencarnación de Shar y por los griegos Afrodita hija de la luna y el sol. Pero antes de que las garras de Ilam se hundieran en la fina carne de Kagome, un resplandor la ilumino, el resplandor de la luna, provocado por la espada Salkaga, ahora con kagome de pie y de la mano de su portadora. Y ahora si comenzaba la verdadera batalla.

Kaogme; Basta de entrenamiento- dijo con una fingida inocencia.

De un salto se paro al lado de Sesshoumaru, al igual que kairo se puso al lado de Shar. Y como si de un cuerpo se tratará, Sesshoumaru y Kadome, se lanzaron al ataque con movimientos iguales y la misma velocidad. Como pudieron los otros se defendieron, con lo único que no contaban es que lo de antes para ellos fuera simple entrenamiento, ya que por la magnitud de cómo luchaban antes parecía que lo hacían con todas sus fuerzas. Los movimientos de Sesshouamru eran elegantes, y precisos dando a conocer porque era el hijo de Gea. Los de Kagome eran hermosos, elegantes y de gran espledor, dando a conocer los orígenes del sol y la luna.

Poco a poco las fuerzas de Kairo e Ilam iban desminuyendo y coordinados a la perfección, dieron el golpe final, con lo que no contaban que al decapitar tanto a Ilam como a Husho, una gran cantidad de energía fuera despedida por los cuerpos ahora sin vida, y que esa energía activaría salkaga dando así el fin a la reencarnación de Shar

Cuando el humo se disperso se vio aún noble yokay a rodillazo frente al cuerpo de su amada, y aunque nadie vio nada, una lagrima cayó por la mejilla del orgulloso yokay, una lágima tan transparete como las aguas de un río sin contaminar, tan hermosa como el mar al amanecer y de tan poder como el que la dejó escapar. Esa lágrima siguió el recorrido de la forma perfecta de la cara del yokay, hasta que por fin cayó, pero no a tierra donde tan hermosa lágrima se hubiera perdido por ese lugar donde una batalla acababa de suceder, sino en la nariz perfecta de una mujer de extremada belleza, que yacía en sus manos sin un pequeño aliento de vida.

Lejos de saber de este echo tan insignificante por algunos, el grupo de Inuyasha se aproximó al cuerpo de su amiga, aún sin aceptar que tan bella persona se hubiera. Pero no todos fueron haber a la joven, Shipo, el guardián de kagome, cuando paso lo inabitable desapareció entre las sombras, dejando a una Rin desmayada por haber perdido a una persona muy importante por ella y a un jaken mudo de la impresión, por que aunque ellos no lo hubieran visto, el vio perfectamente esa lágrima.

Sango: ¡No! No puede ser posible- Al llegar donde su amiga, Sango perdió los nervios, y llorando intentaba desesperadamente librarse de los brazos de Miroku para ir con su amigo, mientras este solo matenía la cabeza gacha, por que nadie viera su trizteza.

Inuyasaha que extrañamente es el que se mantenía más sereno, llegó al lado de su hermano, y le planto un puñetazo en su magnifico rostro. Después de hacerlo, se relajó.

Inuyasha: Se puede saber porque padre te regalo esa espada, si no eres capaz de utilizarla- sin más después de estas palabras. Se giró y pasando de largo de sus amigos se dirigió a su bosque, para poder descansar y encontrar tranquilidad.

Sesshoumaru, antes de que se fuera, le respondió en un susurro, tanto que ni Sango y Miroku no escucharon, pero él si.

Sesshoumaru: La espada no puede funcionar, Salkaga nunca lo permitiría.

Si esa era la verdad, y llegando como un muerte en vida al lado de su amada, maldecía a aquella espada, que le quitó la vida de su amada por segunda vez. Pronto todos se fueron retirando del lugar, y solo quedaron ellos dos, el aún con la vista perdida, vió que donde tenía que haber su lágrima ahora había una luz. Pero todo esto le era indiferente, hasta que de esa lágrima a pareció una perla, y el espíritu de su amada.

Kagome: No llores- dijo con suavidad- esta perla la cree con mi lágrima, es mi signo de amor verdadero hacía ti, yo te la entregó como regalo. Pide un deseo y se cumplira- el rápidamente contesto.

Sesshoumaru: Que vuelvas a la vida- pero ella no le concedió su deseo.

Kagome: Imposible Sesshouamru, por mucho que quisiera no podría volver a tu lado.

Sesshoumaru: Pues no quiero nada, solo te quiero a ti.

Kagome con su especto fantasmal, se acercó a sesshoumaru y le acarició la cara, beso sus labios y le entregó la perla, y poco a poco desapareció no sin antes volver acariciar con sus labios los de su amado. Sesshoumaru más desesperado que antes, se aferró a su cuerpo, pero sin soltar una lágrima, y entonces inconscientemente o concientemente pidió volver a nacer junto a ella. Y así se izo la perla brillo más que nunca y poco a poco, el cuerpo de Sesshoumaru perdió su vida. Para poder volver al lado de su amada Kagome

El pasado que esconde kagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora