noviembre, 1996

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Madre: desconocida

"Mother: unknown"

De HufflepuffMommy

Alfa-Bet-eado

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noviembre, 1996

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Hermione estaba enojada.

Tan enojada y herida.

El estúpido Ronald Weasley se había conseguido una novia.

No importaba que hubiera aceptado ir con ella a la fiesta de Navidad de Slughorn, no importaba que ella albergara sentimientos por ese estúpido imbécil. Todo eso era discutible ahora que él y Lavender Brown estaban juntos.

La idea la enojó, la entristeció y le dieron ganas de vomitar; todo al mismo tiempo.

No podía pasar el rato en la sala común de Gryffindor, ya que allí era donde Ron y Lavender pasaban la mayor parte del tiempo, pegados el uno al otro. Su dormitorio tampoco era mucho mejor ya que ella y Lavender compartían el mismo espacio y todo lo que la chica quería hacer era hablar sobre lo bien que besaba Ron.

Entonces, encontró un respiro en la sala de estudio que había creado para ella y Malfoy.

No era el día común de sus reuniones. Aun así, Hermione se retiró al espacio para enfurruñarse, resolver su enojo y, sobre todo, para aliviar su dolor.

Ella hizo en su tarea.

Practicó hechizos no verbales.

Trabajó en el proyecto de Runas.

Incluso se comió medio litro de helado.

Pero nada le quitó el dolor en el pecho.

Resignada al hecho de que iba a sentirse miserable en el futuro previsible, Hermione se acurrucó con una de las mantas en el sofá y simplemente lloró.

Algún tiempo después, la puerta de la habitación se abrió y Hermione se sentó rápidamente.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, secándose las mejillas manchadas de lágrimas.

Malfoy se detuvo unos metros dentro de la habitación y la miró.

—Vine aquí para tener un poco de paz y tranquilidad. ¿Supongo que estás aquí por la misma razón?

Hermione miró hacia otro lado y sollozó.

—Algo así. —Se recostó en el sofá y miró fijamente el fuego—. Me temo que no seré una buena compañía en este momento, pero puedes usar la habitación.

Él no dijo nada más, pero ella lo escuchó arrastrando los pies (parecía que estaba preparando té) y cerró los ojos para ayudar a calmar las ganas de llorar.

Un momento después, él se aclaró la garganta. Miró al Slytherin.

—¿Qué quieres, Malfoy? —preguntó.

—Aquí. —Le puso una taza en las manos, aunque su rostro parecía inquieto.

Miró la ofrenda y se sorprendió al encontrarla llena de chocolate caliente.

—Tú... ¿me hiciste chocolate caliente?

—Bueno, yo no, la habitación sí. —Se sentó y cogió una segunda taza de la mesa de café.

Madre: desconocida *Traducción*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora