16. Entre el amor y leyes ⭐

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~ ¿Te das el amor que das?

Coloco las diversas frutas en las canastas hechas de paja que se encuentran en el suelo de tierra. El calor es insoportable a estas horas y mucho más al tener un montón de ropa encima del cuerpo.

Observo hacia todos los lados con disimulo, encontrando lo mismo que he podido notar desde hace dos días. Las vendedoras tapan sus rostros con la intención de no quemarse con el ardiente sol mientras tratan de atraer a los pocos compradores de cosecha, y a lo largo del día, hombres pasan corriendo de lado a lado al tiempo que se dirigen hacia sus puestos con el propósito de vender algunas prendas de vestir.

Mas allá de algunos senderos de piedra se encuentra el castillo de Gantrick. Se observa imponente desde la corta distancia de donde me encuentro fingiendo ser una vendedora más del montón. Soldados armados con espadas y escudos custodian sus puertas con altanería mientras solo las personas con el debido permiso de ellos logran entrar, ya que no cualquiera lo hace.

Termino de atender y despachar los pedidos que me dificultan la atención hacia lo importante. Dos días enteros aquí en los que no he apreciado si quiera un movimiento de parte de Gabhan ni mucho menos de Dashiel. Después de terminar de hablar con el señor Julián, llegué a la conclusión que no había un mejor lugar en el cual buscar respuestas, que en el mismo lugar donde se creó el problema.

Vuelvo de mis vacilaciones al captar de reojo una mano diminuta que trata de sacar una naranja del cesto con sumo cuidado, ganándose un manotazo casi inmediato de mi parte.

- ¡Oiga! - mi reacción queda en pausa al ver que él que trato de saquear mi canasta fue André - Oye, pensé que eras un ladrón. ¿Qué haces acá?

El niño se recuesta en los pequeños bancos que se encuentran en la parte de abajo mientras me muestra un canasto o más bien parecido a un gran cofre que coloca rápidamente en el suelo debido al esfuerzo. En su interior hay un montón de hilos, telas y lanas de todos los colores que conozco y algunos otros que nunca había visto, también hay tijeras, botones y pequeños alfileres guardados de una forma pulcra y debidamente ordenada.

- ¿Para qué es todo esto André? - a decir verdad todo lo que contiene ese cofre parece costoso a simple vista.

- No pensará que usted podrá entrar al castillo sin razón alguna ¿No? - pregunta con recelo mientras yo miro en otra dirección al darme cuenta que realmente no había pensado en eso - Mi abuelo fue despedido por el rey, pero algunas de sus antiguas tareas yo las hago sin ningún problema. A la reina Amelia cada semana le es traído un montón de utensilios de costura. Si usted desea entrar ahí, este es su boleto.

Asiento a todo lo que me dice con suma seriedad y realmente este niño me sorprende cada vez más.

- ¿Cuántos años dices que tienes? - he llegado al punto de pensar que no es un niño humano. Su actitud, vocabulario e inteligencia es gratamente sorprendente para ser tan solo un pequeño. Algunos niños como él, pasean y corren jugando afuera de sus casas mientras André parece tener muchas cosas sobre sus hombros.

- Señorita, le he repetido ya cuatro veces que tengo ocho años - dice en tono cansado mientras me tiende el canasto con intención de que lo agarre, lo cual hago enseguida.

- ¿Nada que hay alguna señal del rey? - pregunta mirando hacia el castillo que parece haber reducido su seguridad de un momento a otro, supongo por la hora que es, muchos de los soldados están tomando la comida del medio día.

- Nada, de echo parece que nadie sale de ese lugar ¿De casualidad hay alguna otra entrada? - trato de recordar algo de aquella vez que estuve dentro pero nada parece venir a mi mente más que el espeso bosque que lo rodea en su parte posterior.

ILARIA [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora