Rivales | Railo

Capitulo 1

S e p t i e m b r e

𝐀londra López tenía razones para estar nerviosa, era su primer día de clases. Después de las vacaciones familiares durante esos dos meses había olvidado completamente que tendría que volver al instituto. Ahora cursaba su primer año de secundaria. Esperaba que cualquier compañero de su escuela anterior estuviese en la misma clase que ella, aunque no serían muchos.

Echó su cabello rubio hacía atrás como acto nervioso, sentía las manos bañadas en sudor al entrar al salón. Habían muchos chicos y chicas que no reconocía y comenzaba a sentirse nerviosa, en verdad. Eso, hasta que logró vislumbrar una cabellera castaña entre la multitud y prácticamente saltó, pegando gritos.

-¡LUCÍA!- la llamó, emocionada.

Mientras se acercaba a la chica más alta la mencionada pareció reconocerla y se lanzó a abrazarla. Su amiga era mucho más alta que ella y siempre andaba sonriendo, sus ojos eran marrones oscuros y su piel era más clara que la de alondra. Parecían el Yin Yang. La piel de la más bajita era un poco más oscura y su cabello rubio, que le hacía resaltar sus ojos de un café brillante.

-¡Alondra, gracias a Dios! Pensaba que estaría sola- le sonrió y fueron juntas a sentarse, en el salón.

-¿Has visto a alguien más? Yo juraba que estaba sola, no muchos se matriculan en este instituto- comentó, cruzando las piernas. Alondra se recostó en la mesa.

-Hasta ahora solo tú, pero es mejor así- confesó con una mirada juguetona.

Los estudiantes iban entrando al salón y la bajita no reconocía a nadie, parecían estar en mundos diferentes. Alondra era una chica relajada. Podría durar todo el día dibujando o escuchando música, también utilizando ropa cómoda: unos vaqueros desgastados, camiseta blanca, zapatillas deportivas y una chamarra.

Ella no tenía muchos amigos pero en estos momentos se encontraba feliz con Lucia, desde casi siempre habían sido amigas y ahora no estarían solas. Se tenían la una a la otra. Las chicas estuvieron un rato conversando sobre sus vacaciones, hasta que alondra escuchó unas risas.

Por la puerta del salón entraron un chico y una chica, ambos eran lindos, parecían hermanos. Pero quién capturó la atención de la bajita fue la pelirroja más baja. Lograba emanar alegría mientras reía por uno de los chistes del otro chico, quien era más alto y de cabello rizado. Sus miradas se encontraron por unos segundos.

Alondra se perdió en unos ojos chocolates tan profundos como el océano. Claro, un océano de chocolate, por supuesto.

Tan pronto como comenzó, todo acabó. Ella apartó la mirada y la chica pelirroja hizo lo mismo mientras se marchaba con su amigo a los asientos frente al pizarrón.

-¿Qué pasó?¿Encontraste a alguien conocido?- preguntó Lucia, levantando el rostro para buscar entre las personas. Alondra negó.

-No, no fue nada- sonrió a su amiga y cuando entró el profesor empezó la clase.

Se presentó a los estudiantes y comenzó a dar un pequeño discurso, les indicó que por orden de mesa deberían ir al centro de la clase y presentarse. Alondra no quería, siempre le entraban los nervios al hablar en público. Por suerte, ella se encontraba en la cuarta fila y tardarían un poco en llegar a ella. Los chicos fueron pasando y la de ojos castaños se sorprendió cuando Lucia fue sin problemas y al volver le sonrió, divertida. Por eso le agradaba, siempre había admirado su seguridad en si misma.

Comenzó a hacer garabatos en su cuaderno, para distraerse. iba muy bien, cuando llamaron a una chica. Vio a la misma pelirroja alta, levantarse. Se veía muy linda con sus jeans oscuros y una blusa. Caminaba con seguridad y confianza mientras mostraba una sonrisa coqueta en sus rosados labios. Se paró al frente de todos, sin mirar a nadie en específico. Era muy femenina o eso pensaba alondra, por sus cejas delgadas y su forma de caminar.

-Rainelis, un gusto- sonrió, pestañeando, y de seguro la mitad del salón ya pensaba que era linda.

Alondra apartó los ojos de la hermosa pelirroja y volvió a hacer garabatos. No le importaba. Después de un rato era el turno de ella. Se levantó seguramente con el rostro pálido y fue hacia el frente, algunos murmuraban y otros reían bajito. Alondra lo ignoró y siguió. Desde que estaba en primaria siempre era el centro de las burlas, pero con el paso de los años había aprendido a no darle importancia.

Rai la miraba con interés, apoyaba la barbilla con su mano y mordía uno de sus dedos. Aún haciendo aquel gesto, se veía increíblemente guapa y por más que decir femenina. Alondra intentó por todos los medios no observarla y al terminar fue como un rayo a sentarse en su asiento. Soltó un suspiro y observó cómo su amiga alzaba los pulgares, en señal de ánimo. Después de dos horas tenían que cambiar de clases. Alondra, apresurada, recogía sus libros mientras su amiga la apuraba.

-¡Alondra, mueve el culo!- le apresuró Lucia en la puerta

-¡Espera, Lucia!- le pidió, siguiéndola porque la castaña se había ido del pasillo. Sintió que alguien la empujaba por el hombro y se le cayeron todos los libros. Había una chica de piel oscura y cabello negro frente a ella, riéndose.

-Ay, disculpa. No te había visto- mintió con ojos burlones, alondra la miró mal y comenzó a recoger sus libros.

A su lado paso un chico, que pateó uno de sus libros en el piso. Era otro de las amigos de rai, el pelinegro más alto que entró con ella.

-Estaba en mi camino- excusó y se echó a reír con la otra chica. Alondra frunció el ceño y miro a Rai, que apareció junto a ellos.

-Chicos no sean tan malos- les dijo en broma, aunque también sonreía y miraba a la bajita en el suelo-. Pobrecita, Alex.

Rai se estaba burlando de ella y, a pesar de eso, Alondra seguía pensando que era hermosa. Intentó descubrir el por qué, pero no lo consiguió. Logró volver en si misma cuando los tres chicos se fueron por el pasillo. Lucia llegó hasta ella, disculpándose por dejarla sola. Alondra le restó importancia, pero seguía pensando en si rainelis y sus amigos serían los idiotas que le harían la vida imposible el resto del año. Puede que estuviera en lo correcto.

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