Capitulo 13

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Una semana después y se encontraba sentada en una de las mesitas de madera que había en la feria. Sus amigos habían ido por algodón de azúcar y Alondra se había quedado a cuidar el puesto.

El parque de diversiones era magnífico. Todos parecían estar pasándolo bien, a excepción de Alondra, que llevaba todos estos últimos días deprimida.

Aún recordaba el rostro de Rai, tan roto y en verdad parecía muy golpeada con sus palabras que le había dicho Alondra.

La rubia se arrepentía mucho.

Lo peor de todo es que después de aquella pelea se había encontrado con la pelirroja. Al igual que otras veces, la había fastidiado con sus amigos, sólo que había algo diferente.

Cuando la estaba insultando, no tuvo ni una vez la oportunidad observar sus ojos fijamente, Rai siempre parecía evitarlos o de alguna manera la insultaba desde lejos, sin querer acercarse.

Ya comenzaba a desesperarse, porque Alondra quería ver ese color chocolate miel que le quitaba el aliento. Se sentía cómo una necesidad, una ridícula y patética necesidad de ver sus ojos para poder estar en calma consigo misma.

No había ayudado en nada el nuevo pensamiento acerca de la pelirroja: querer besarla.

La quería besar y eso la asustaba, era otra necesidad que le hacía temblar de pies a cabeza cada vez que la veía.

Observaba el rostro de Rai y sin poder evitarlo los ojos se le iban a su boca, tenía los labios más hermosos del mundo y Alondra solamente tenía unas desesperantes ganas de morderlos y besarlos hasta que le dolieran sus propios labios.

Suspiró ¿Qué rayos le estaba sucediendo? No creía que fuera muy normal el soñar todos los días con la misma chica y desear besarla. Más si no era su amiga, más bien lo contrario.

Era la chica que le hacia la vida imposible y allí estaba Alondra, suspirando por la alta pelirroja.

Cada vez... cada vez más las palabras de Rai hacían eco en su mente "¿No será que estás enamorada de mi?"

Y en verdad, Alondra intentaba convencerse de que no era así, imposible. No, era una locura.

—¿Alo, estás bien?—preguntó Jetziel, acercándose a su amiga. Llevaba un gorro de oso en la cabeza, que había ganado en unos juegos.

—Sí, claro. —mintió de forma mediocre, sabía con antelación que si le contaba a sus amigos respecto a su problema, ellos comenzarían a delirar.

—¿Quieren ir a las tazas giratorias?—preguntó Nora al llegar, habían rastros de azúcar en sus labios.

—¡Será divertido, vamos!—animó Jetziel, jalando a Alondra y a Lucia de las manos, hasta llegar a la atracción y montarse en ella.

Estaban bajándose de los carritos cuando vieron a lo lejos al grupito del salón, parecía la realidad despotricara sobre la suerte de Alondra.

Todo le salía mal, y para joder más la cosas allí estaba Rai, igual de hermosa que siempre.

Llevaba un vestido negro y sus rizos sueltos, reía mientras iba de la mano con Austin y entrelazaba su brazo con el de Alex.

Quería besarla, quería besarla y quería que la tierra se tragara a Austin. Esa era una gran idea rondando en su cabeza.

Soltó un gran suspiro y tomó a Jetziel de la mano, quería alejarse de ellos a como diera lugar.

—Jeztiel, ¿quieres ir a la montaña rusa?—preguntó con una sonrisa a su amigo, el parecía feliz.

Rivales | RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora