Capitulo 17

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Ya estaban llegando a finales del año y por fin tendrían la excursión que hacían todos los de segundo año.

Viajarían a las montañas y pasarían dos noches en ella, acampando y para Alondra nada se escuchaba mejor.

Desde aquel día en la biblioteca, cada vez que Rai se encontraba cerca de Alondra, sus dos amigos actuaban como una muralla entre ellas.

A Alondra le deprimía, ya que estaba deseosa de hablar con Rai.

Estaban actualmente en el aparcamiento de la escuela, esperando para subir a los buses.

Nora golpeteaba la suela del zapato contra el piso, ligeramente. Los otros dos chicos enviaban una mirada desaprobadora a Alondra.

—Dos horas. Las dos putas horas de la ceremonia, estuviste mirando a Rai.—la regañó Lucia y la bajita bajó el rostro.

—Ya te estás dejando en ridículo.—Alondra pensaba hablar, cuando Lucia la hizo callar—. Y no me vengas con el numerito de que es hermosa y todo eso.

—Ustedes no me han dejado estar cerca de ella, prácticamente me siguen hasta el baño.—dijo, exasperada, y sus amigos asintieron.

—Así es como debe ser. —le dijo Lucia.

—Te protegemos. —agregó Jetziel—No como ésta loca de aquí.—dijo el castaño, señalando a la pelirroja que tecleaba en su móvil.

Nora levantó el rostro, mirándolos.

—Está enamorada, ella no puede hacer nada contra eso. Y tampoco ustedes.

—¡Olvidarla! —espetó Jetziel.

—Raparle el cabello.—Ofreció Lucia sonriendo y Jetziel apoyó la idea.

—Se vería hermosa, aún sin cabello. —dijo Alondra sin pensar y sus mejillas se sonrojaron—¿Dije eso en voz alta?

—Esperen un segundo, voy al baño a vomitar. —dijo Lucia, haciendo una mueca.

—Y mira, allí está tu amada chica. —Jetziel comentó sarcásticamente, señalando a la animadora a lo lejos.

Allí estaba Rai. Austin la recostaba contra el bus y prácticamente le comía la boca, cada día parecía que se besaban con más fuerza.

Por un segundo pensó que la lengua de Rai saldría por el ojo de Austin, la pelirroja enredaba los dedos en cabello del chico pero, de un momento a otro, lo apartó lejos de ella. Se miraron con la respiración agitada y se dijeron algo que no pareció contentar del todo a Austin.

Alondra no pudo soportar el seguir mirando y sus ojos se humedecieron, desviándolos.

—Ella... yo... yo... iré a ver cuando partimos—dijo en un susurro.

Nora observó a sus amigos con reproche y ellos entendieron que tal vez si se habían pasado un poco.

Alondra fue hasta donde se encontraba el profesor y preguntó, dentro de unos diez minutos saldrían los buses. Esperó, mirando a los estudiantes avanzar y se sentía tan cansada que ya no veía el momento para echar una siesta durante el viaje.

Escondía las manos en los bolsillos de su chaqueta y bostezó, achicando los ojos. Observó a Rai hablando con el profesor a un costado y decidió no verla, le dolía mucho últimamente.

En realidad, siempre le dolía. Era su culpa por haberse enamorado de ella, tonta, tonta.

—¡Vayan subiendo, les asignaré a sus compañeros de asiento!—gritó el profesor y todos fueron tranquilos.

Rivales | RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora