Extra #2

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—¿Sesión de estudio?—Alex observaba a su mejor amiga guardar sus libros en el casillero.

—Eso mismo, Alex—Rai respondió rodando los ojos.

Estaban en pleno pasillo, era la última hora de clase. Alex intentaba convencer a su mejor amiga que lo acompañara a su casa esta tarde. Rai se había negado, en este mes matemática comenzaba a dificultarse y, a pesar de ser inteligente, quería quedarse unas horas en la biblioteca repasando las clases de la semana. El rizado quería tener una noche de películas, pero la pelirroja insistía en tomar la tarde para los estudios.

—¿Y en donde piensas estudiar?—el chico de alta estatura se quejó.

—En la biblioteca, Alex—al ver los ojos confundidos de su amigo le sonrió divertida.— Sí no sabes, es una habitación con estanterías y mesas en donde hay una gran cantidad de libros...

Alex la detuvo, alzando la mano frente el rostro de la pelirroja, torciendo la boca un poco ofendido.

—Se lo que es una biblioteca, Puta—bufó al escuchar la risa de la pelirroja.

—¿Entonces?

—Me refería ¿No podrías estudiar en mi casa? Es lo mismo—el rizado alzó los brazos.

Rai negó suavemente con la cabeza, colgándose la mochila del hombro.

—No podría concentrarme.

—¿Y por qué?

—¿Tú me dejarías estudiar en completo silencio y sin hablarme una sola vez en toda la tarde?—le dijo alzando una ceja, Alex mantuvo la boca cerrada.—¿Ves? Prefiero ir a la biblioteca.

Alex aceptó a regañadientes, alegando que aquella tarde planeaba comer un gran razón de helado de fresa y galletas, sin ella.

La pelirroja sintió una lagrima caer, ella también quería helado y galleta, pero a duras penas acepto su destino y fue pesadamente esa tarde a la biblioteca. Planeaba vengarse de Alex Omar, tal vez encerrándolo en su baño mientras Rai comía una caja entera de pizza al lado de la puerta.

Sonrió, más animada por su malvado plan. Esperaba pasar unas horas tranquilas, en estos días no muchas personas acudían a la biblioteca así que estaría prácticamente sola (Y con la bibliotecaria, pero a quien le importa) Al llegar a la entrada sintió que su corazón le subía a la garganta, como un acto reflejo se ocultó detrás de la puerta, respirando rápido.

Cuando ya estaba levemente calmada, aspiró profundo y asomó la cabeza para observar nuevamente. En unas mesas más lejos estaba Alondra López, de espaldas, pero Rai podía reconocerla. Por su cabello, el de la rubia obviamente era más claro que el de ella, también por la ropa que llevaba ese día, unos pantalones blancos y una camiseta con un logo extravagante en el. Se preguntaba en qué momento le había tomado importancia a lo que vestía Alondra, y eso que solo la había visto una vez en el día.

Rai sintió la tentación de irse, estudiaría otra tarde y así comería helado en casa de su amigo. Todo perfecto. Pero ella quería estudiar, no se iba a privar de hacerlo solo por qué la tonta de Alondra López estaba en la biblioteca. Bastaría con ignorarla y ya, no tenía por qué sentirse cohibida por ella de todas formas. La rara era la de lentes, no ella.

Con la barbilla en alto y la espalda recta, para mostrarse segura, fue hasta una de las mesas junto a la ventana. En ningún momento observó a Alondra, no le daría la satisfacción de que la chica de lentes fuera consciente de la atención extra que le daba la pelirroja. Con orgullo abrió su libro de cálculo y empezó a estudiar, anotando las fórmulas.

Pasaron dos horas, Rai era plenamente consciente de la presencia de Alondra a unas mesas frente a ella, pero aun así no levanto la mirada del libro ni una sola vez. Merecía un premio. Justo cuando ya empezaba a concentrarse en la materia, había estado distraída pensando si Alondra la había visto, cuando escuchó una silla arrastrarse.

Su cabello cubría su rostro, por ello pudo observar discretamente como Alondra se levantaba de la mesa con su mochila, dando por terminado su sesión y planeaba irse a su casa. Alondra estaba con los audífonos y la mirada perdida en otro lugar, no parecía haberse percatado ni de cerca de la presencia de Rai en la habitación. A la pelirroja le molestó como también la hizo sentirse aliviada, en partes iguales.

Alondra se estaba yendo, Rai sintió un ridículo impulsó de llamarla o algo para evitar que se fuera. Pero se mantuvo firmemente sentada, a ella no le importaba. Clavó sus ojos en las páginas de números, la siguiente hora estudió perfectamente, ahora sin ninguna distracción. Al día siguiente, en la cafetería, estaba lanzándole miradas asesinas a Alex por haber comido helado sin ella ¡Incluso le envió fotos cuando lo hacía, traidor!

El rizado solo se reía, al sonar la campana el chico fue a sus clases mientras Rai prefería ir al baño antes. Se estaba lavando las manos, pensando si llegaría a tiempo a la clase de Historia, cuando la puerta se abrió. Sintió un vuelco en el corazón, eran las voces de Jetziel y, obviamente, Alondra.

Su cuerpo reaccionó sin preguntarle, fue hasta una de las casetas y se ocultó en ella cerrando la puerta con pestillo. Para evitar que la descubrieran se subió en el inodoro, con la tapa cerrada por supuesto. Ni ella misma entendía el por qué se escondía ¿Por qué tendría que tener pánico de que la vieran? No le interesaba para nada sea lo que fuera de lo que hablara Alondra con su amigo. Aún así estuvo atenta a lo que decían.

—¿Estudiaste algo, al menos?—Jetziel le decía a la bajita, se escuchaba el agua del lavabo—. El examen de Inglés es la próxima semana.

—Intenté, lo juro—Rai contuvo la respiración al escuchar la voz de Alondra, no entendiendo el por qué .— Pero se me dificulta, en verdad prefiero cualquier otra materia.

—Tendrías que pasar más horas estudiando—sugirió el castaño.

—Ayer estuve toda la tarde con un maldito cuaderno, Jetz—Alondra suspiró con una voz rendida.— Supongo que ir toda la semana a la biblioteca podría ayudar ¿Verdad?

—¿Cómo ayudaría?—Jetziel parecía divertido.

—Cuando estudio en la biblioteca me siento más inteligente—la rubia dijo y pronto se escucharon las risas del otro, Alondra bufó—. ¡Cabron, no te burles!

—¡Es que, puñeta... Alo!—después de unos segundos más de risas volvió a hablar—. Si sigues así terminaras todo el año en la biblioteca.

Estuvieron un rato riéndose entre ellos por la falta de interés de la rubia en estudiar Inglés, hasta que finalmente se fueron. Rai abrió lentamente la puerta, para asegurarse de que estaba sola. Salió rápidamente del baño, de camino a su clase, pensado que seguramente llegaba tarde, nuevamente algo le salía mal por culpa de la bajita. Pensaba en no volver a la biblioteca, si lo que decía Jetziel era cierto, Alondra estaría mucho tiempo con ella durante sus sesiones de estudio. Tal vez podría estudiar en...otra parte, para no cruzarse con la rubia. Si, lo mejor era aquella decisión. Se lo estuvo repitiendo a sí misma durante la primera hora de Historia. Aun así, esa misma tarde se hallaba nuevamente sentada en una de las mesas de la biblioteca, furiosa consigo misma por ir.

Miraba distraídamente su cuaderno, dando pequeños vistazos a la puerta. Ella había llegado más temprano, Alondra aún no aparecía. Al verla llegar se le quedó mirado, Alondra entraba con un suéter un poco grande para ella y dando un pequeño bostezo. Fue hasta su mesa, Rai podía verla de frente, y sin darle un vistazo empezó a leer.

Rai la miraba, como la luz del sol de la ventana tras ella le daba a Alondra en el rostro, haciéndola parecer hermosa. Rai sintió un extraño calor en sus mejillas ante esos pensamientos, se levantó inesperadamente y, con cuidado de que la rubia no la viera, se escabulló por unas estanterías hasta salir del lugar. Estaba confundida, últimamente siempre sentía estas nuevas sensaciones con la presencia de la bajita, quería estar lejos de ella. Unos dos días después y Rai siguió asistiendo todas las tardes a la biblioteca, sin comprender por qué a pesar de no querer ver a la de lentes no podía mantenerse lejos de ella.

Rivales | RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora