Capítulo 39: Déjame ir.

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'Para mí, es mejor seguir viviendo. Olvídar y ya'.

'¿Qué? .'

'Digo que no encuentro sentido a vengarme. Con el tiempo, las heridas se curaron y, aunque al principio odiaba tanto la cícatriz, la he aprendido a mirar de buena forma'.

Wang YiBo estaba arrodíllado a las orillas del Río de Muerte, mirando el agua verdosa, y las almas atrapadas dentro de ellas con lástima. Se acordaba de áquellas palabras, una y otra vez.

Las recuerda, y piensa, ¿por qué no pudo mantener la inocencia de su bonito amor? ¿Por qué, en vez de hacer que aprendiera a perdonar, él tuvo que convertirse en tal cosa?

—¿Por qué ni siquiera pude salvarte desde el principio, así como tú me salvaste a mí...?

¿Quién sabe cuánto había pasado desde que Xiao Zhan se fue? Wang YiBo se había sumido en su propia mente que jugaba rudo con él, culpándose día y noche por lo que les pasó. Quizás había pasado un año o dos, y él aún seguía arrodíllado en la orilla del Río esperando, y esperando sin dejar atrás las punzadas de su corazón.

No había ído tras Wang DaLu, ni contra el Cielo. Wang YiBo ni siquiera se había absorto en buscarlos y terminar con ellos. No había rastro, ni por ser tan poderoso Espíritualmente había quedado un rastro que le diera pista para encontrarlo.

LingHe lo míraba, de pie atrás suyo, y desecho cómo él. Había pasado catorce años al lado de Xiao Zhan, cuídandolo en su tristeza. Le era inevitable no sentir que se moría, sabiendo lo mucho por lo cuál ellos dos pasaron para simple y sencillamente terminar de ésta forma.

—YiBo...

No hubo respuesta. Wang YiBo míraba sus manos cerca del agua verde, cómo si tratara de sumirse en ellas para siempre hasta que pudiese volver con Xiao Zhan.

El Demonio vió al Príncipe girar su cabeza de un lado a otro con lentitud, cansado. Suspiró.

Zhang LingHe reunió el valor completo para ir, y empujar a YiBo para que pudiese verlo a la cara. Miró sus ojos agotados, cristalinos; sus ojeras remarcadas y sus labios partidos.

—Ya han pasado dos años. No puedes seguir de ésta forma.

—Él murió por mí culpa— susurró, apartando la vista. Había caído hacía atrás y quedó recargado en el borde del pequeño muelle— todos ellos, lo hicieron por mí— siguió— y yo no pude salvarlos. No pude, ni siquiera dejarte fuera de ésto a tí también... no merezco ni que me dirijas la palabra.

—Nada de lo que sucedió fue por tí— expresó— Wang YiBo; tienes que despertar. Tú eres lo único que queda para el Reino Demoníaco... Yo no te dejaré.

—Pero él era lo único que me quedaba a mí— respondió.

LingHe quiso objetar contra eso. Sin embargo, creyó que seria demasiado egoísta al responderle, sólo lo lastimaría más. No puede culparlo; Wang YiBo había perdido a toda su familia. Él perdió a los suyos, y no estuvo mejor.

Miró el agua, y despegó la vista rápidamente de ella. Puso sus ojos sobre YiBo, y después se marchó.

El Fénix finalmente pudo llorar. Sujetó la tela negra de su vestídura, justamente en la zona de su corazón y cerró los ojos con fuerza. Los sollozos salieron a flote fuertemente, mientras sentía ahogarse con su propio llanto.

Se vió a sí mismo desprender Energía Resentida y Demoníaca. Vió en lo que se había convertido, y recordó todo lo que hizo Xiao Zhan por él, y se odió. Porque se dió cuenta de que él no pudo hacer lo mismo por su salvación.

Fall The Inmortality Of Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora