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—No.—Valeria negó varias veces con su cabeza, atrayendo aún más a su hijo hacía ella.—No, Carlos. No puedo verlo ahora, ¿Puedes hacer algo?
La española no se sentía lista para enfrentarse a Fernando, no sabía qué esperaba ver el castaño al entrar a su habitación de hospital pero definitivamente no creía que estuviese esperando encontrarse con un hijo. Después de todas las emociones que Valeria había vivido en las últimas horas, lo último que quería hacer era enfrentarse al padre de su hijo.
¿Qué tenía que hacer para qué le dieran tan solo unos momentos para relajarse y vivir su maternidad de manera tranquila?
Carlos observó a su hermana, analizando cada una de sus facciones, al encontrarse con el miedo en sus ojos, supo que debía hacer lo que fuese para que su hermana no estuviese asustada. Así que salió de la habitación, dirigiéndose hacia el lugar en donde Fernando paseaba de un lado a otro, pasando las manos por su cabello.
—Lo siento.—Empezó el menor cuando llegó al lado de su compatriota, provocándole un salto.—No puedes verla.
—¿Por qué no?—Cuestionó Fernando, con confusión. ¿Acaso Valeria no quería verlo? O ¿Estaba tan grave como para no aceptar su visita?
—Honestamente, Fernando. ¿Qué estás haciendo aquí?—Carlos se cruzó de brazos tratando de parecer más amenazante.—Mi hermana y tú terminaron hace meses.
Siento sincero consigo mismo, ni siquiera él tenía la respuesta para esa pregunta. Había visto la noticia cuando despertó y su primer instinto fue correr hacia el hospital. En su defensa, era imposible que un amor de años se desvaneciera en unos meses.
Sobre todo cuando Valeria aparecía todos los días en su cabeza.
—Quería asegurarme de que Valeria estuviera bien.—Respondió Fernando con sinceridad.—¿De verdad trato de...ya sabes?
Carlos abrió los ojos desmesuradamente, olvidando que Fernando se había enterado de la noticia por los medios, los cuales no estaban diciendo cosas bonitas acerca de su hermana.
—¡Claro que no!
Fernando soltó el aire que por alguna razón estaba conteniendo, sintiendo como su corazón volvía a latir con normalidad.
—Entonces...—Insistió el castaño.—¿Por qué está en el hospital?
Carlos trató de buscar en su cabeza una buena razón; ¿Gastroenteritis? ¿Migraña? Pero cuando iba a empezar a relatar cómo la comida de un restaurante de mariscos que habían visitado le cayó mal a Valeria, fue interrumpido por una voz femenina.
