Me desperté porque sentí que alguien besaba mis labios suavemente, cuando abrí mis ojos me di cuenta de quien era, sonreí al darme cuenta de los ojos rojos que tanto ahnelaba ver, correspondí acariciando su mejilla deseándole los buenos días, me dispuse a bajar y comenzar a preparar el desayuno.
—¿Qué tal va la luna de miel?—Preguntó Baldo.
Lo fulminé con la mirada, pero tenía una sonrisa en los labios que delataba mi estado de ánimo, correspondí.
—No digas nada, es un secreto de los dos, ¿sí?—Este asintió.—Pues, todo va bien, no pensé que iba a corresponder, en realidad.
Confesé, y es que viéndolo en retrospectiva, era así, era casi como si me hubieran cumplido un deseo o como si alguien me hubiera escuchado y me hubiera hecho un milagro, pero estaba muy contenta así que no me quejaba.
—Estoy más que de acuerdo contigo, él no es así, así que es un milagro que te haya hecho caso.
Los dos asentimos, y comencé a lavar los platos para prepararlos para el desayuno, me comencé a rascar el abdomen, puesto que me picaba un poco desde ayer, sentía una molestia, cuando Ciel nos llamó, nos fuimos a sentar a su lado.
—Partiremos hoy, así que quiero que preparen todo, nos iremos de viaje.
Dijo sin más, comiendo el desayuno, yo miré entre todos, curiosa por el viaje que había dicho, pero no dije nada más, no me vendría nada mal aire fresco después de todo lo que había pasado los anteriores días, sin nada más que discutir, comenzamos el famoso viaje, estaba atenta viendo el paisaje, no le prestaba mucho atención a lo que decían los demás.
—¿No es maravilloso Rey?—Exclamó Finny.—¡Estamos yendo a un Resort, nos vamos a tomar unas vacaciones!
Baldo me colocó su sombrero en mi cabeza, a lo que lo miré sonriente, me lo acomodé sacándole la lengua de manera juguetona, cuando volteamos a ver el paisaje, estaba lleno de huesos, estaba triste y lleno de correas, enarqué la ceja.
Estaba bastante curioso el resort de la famosa Reina, muy muy lujoso.
—¡Encontré el primer aldeano!—Señaló Finny contento—¡Tanaka, ponle fin a la carroza!
Tomé del hombro a Finny exclamando que no era buena idea, pero este dio un salto brutal, ¿acaso él también era un demonio?
—¡No se preocupe señora, yo la ayudo!—Alzó el coche, pero no había nada más que huesos. —¿Q—Qué?....
Mi cuerpo sintió un enorme escalofrío, al ver aquello, no había nadie, ¿acaso ella se lo había comido al pobre bebé? La miré antes de que la carroza siguiera, y estaba cantando algo, los demás se pararon emocionados, pero yo seguía viendo a la señora que se perdió entre los árboles. Cuando escuché ladrido de perros miré emocionada, habían muchísimos perritos, escuché como un chico le daba órdenes y lo hacía sentar, sonreí viendo aquello.
—Yo quisiera que me acariciara así...—Codeé a Mey por el comentario obsceno. —¿Qué? Es la verdad.
Miré atenta como Sebastian estaba tirando comentarios ofensivos hacia los perros, sonreí curiosa viendo como Ciel rodaba los ojos.
—Di lo que quieras decir, no antes con rodeos.
Él se enderezó, curioso.
—Gracias, amo. —Exclamó cerrando los ojos. —Amo a los gatos, pero no me agradan los perros, para ser franco, los odio.
Enarqué una ceja, viéndolo desde atrás, él me miró, para después recapitular.
—Bueno...no a todos, solamente una me agrada.
Abrí la boca, ofendida.
Cuando llegamos, una chica de una tez pálida y piel blanca nos recibió, Sebastian me ayudó a bajar y ella dio una reverencia.
—Bienvenido al castillo Barrymore, mi amo los espera.
Sebastian le dio una mirada sumamente fría, para después abrirnos la puerta, vimos como era, frío, gris. Olía terriblemente mal, a cuero, me tuve que tapar la nariz, ella nos abrió la puerta y nos indicó que era por aquí, nos percatamos que había cabezas de todo tipo de animales, hasta que escuchamos látigos.
—¡Te dije que trajeras al mensajero de la reina, no a un maldito chihuahua!
Arrugamos las cejas, y Ciel se vio claramente ofendido, vi como le pegaba bruscamente a Angela, lo miré enfadada.
—Sebastian. —Le dio una orden, y este tomó del brazo al señor. —Yo ordené que lo hiciera.
Tomé a Angela de los brazos preguntándole si estaba bien, le sequé las lágrimas, estaba llorando del dolor, me sentía tan mal, que miré a Sebastian con una mueca, para después que Ciel nos ordenara, ellos estaban discutiendo la venta del lugar, Sebastian le susurró que él se encargaría de servir el té, y yo estaba curándole las heridas en otra habitación.
—No deberías dejar que te trate así Angela..—susurré, eran varias. —Estás muy grave.
Ella se quejó cuando le pasé un algodón, le pedí disculpas, nos quedamos en un silencio profundo, ella después de unos minutos habló.
—¿Estás con Sebastian?
Negué enseguida, y una voz en mi interior me felicitó por aquello, ella solamente asintió, y las voces de los chicos, Finny, May y los demás nos sacaron del trance, volteamos y ellos se sentaron con nosotros cambiando de tema.
—¿Así que eres la única aquí?—Ella asintió. —¡Eso es honorable, Angela!
May estaba halagándola, ella se sonrojó bajando la mirada, Angela era tan dulce que mi corazón se empalagaba, era tan hermosa por dentro y por fuera. La campana de una habitación hizo que ella prácticamente saliera corriendo, así que eso hizo, todos le dijimos que si necesitaba algo, podía pedirnos.
—Disimila un poco Finny, se nota que te gusta. —Me burlé. —Puedo literalmente nadar en tu saliva.
Él me tiró su sombrero y todos reímos, el primero amor de Finny se veía tan inocente que eran dulce de molestar.
Reí, por lo bajo, y mis piernas estaban balanceándose, para después de las horas estaba en la cocina preparando un dulce, sonriente. Fui por unas cosas, tranquila, escuché algo y vi la sombra de un chico, pensé que era Sebastian así que me acerqué.
—Sé que estás aquí. —Reí. —Te acabo de ver, ¡no juegues conmigo!
Pero, nadie me respondió, fruncí el ceño, ¿se estaba haciendo de rogar? Entré un poco, pero, me di cuenta que solamente estaban huesos, huesos y más huesos y linternas, me agaché, y tomé entre mis manos, después vi un polvo extraño.
—¿_____? ¡Deja de husmear y ven!
Volteé y vi a Baldo enojado, llamándome, caminé lejos de ahí, asintiendo diciendo que ya iba, pero por si acaso, tomé la linterna, se la llevaría a Sebastian para hablar con él sobre eso.
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Pasión [Sebastian Michaelis y tú]
FanfictionEstén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil. Mateo 26: 41 (...) Cuando no te queda nada, ¿qué puedes hacer? Salir adelante con lo que tienes, porque hacer el mínimo, es hacer nada. Despué...