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Siendo el primer día en la tienda departamental, decidí llegar tempano para darles una buena impresión y que vean que soy cumplida con mi trabajo. No soy a alguien que le guste hablar con muchas personas, pero en este trabajo nuevo, así debe de ser. Atender a los clientes de buena manera.
Uno de los empleados me explico a detalle todo, e incluso me ayudo a atender a mi primer cliente para ver si lo hice bien o no, y ya después me dejo sola, pero si necesitaba ayuda solo necesitaba llamarle. Me puse de pie y me acerqué al área correspondiente que me asignaron. En las horas las cuales laboro, solo les brinde ayuda a cuatro personas, no me fue nada mal, y eso que es entre semana.
Dijo el chico que me ayudo, que el día con más personas son los fines de semana. Obvio, son días familiares.
El primer día llego a su fin, por la hora que era, aun se veía algo de gente recorriendo los pocos locales del establecimiento abierto. Salí de aquel lugar y caminé por alrededor de siete minutos para llegar a la estación del tren. Muchas personas subieron, pero por suerte me fui sentada. Tengo la costumbre de avisarle siempre a mi mamá cuando ya voy de regreso a casa cada vez que salgo.
Una hora después llegue a mi destino, cruce la calle y camine directamente hasta mi casa.
─He llegado –anuncie mi llegada al abrir la puerta, y los primeros en recibirme fueron mis perros.
─¿Cómo te fue? ¿Tienes hambre? –me pregunto mi mamá saliendo de du habitación mientras cepillaba su cabello.
Sin dejar de acariciar a los perros, la mire para después responderle a lo que me pregunto.
─Me fue bien, es un poco cansado, pero me acostumbrare, gracias por preguntar y, si, tengo hambre, solo pude comer poco.
─Que bueno y como dices, hasta que te acostumbres no se te hará tan pesado –repitió lo que dije –Sale de bañarse tu hermano y cenamos juntos, tu papá me aviso que venía cerca.
Le sonreí mientras afirmaba con mi cabeza.
─Ya podremos cenar temprano como antes –mencioné y me dirigí a mi habitación para despojarme de mi ropa y poder poner mi pijama.
─Te seguirás bañando por las mañanas, por lo que veo –habló desde la cocina esta vez mi mamá.
─Si, o podría solo lavarme el cuerpo y por las mañanas completamente –solté mi cabello para después enrollar mi cabello con la toalla como si me hubiese bañado para secar este porque está un poco húmedo y vacié mi mochila.
La puerta se abrió anunciando la llegada de mi papá a la casa. Y pasó lo mismo de cada noche, cenamos mientras conversábamos sobre cómo nos había ido a cada uno en nuestros días. Algo muy rutinario como siempre.
En lo que la comida hacía digestión, estaba recostada en mi cama con un libro en la mano leyendo como siempre. Las vibraciones de mi celular constantes contra la mesa de noche me hicieron despegar la mirada de las letras que narraban a fondo la historia para agarrar el aparato.
Suspire y lo desbloquee para observar a detalle la notificación. Era un numero desconocido el cual me había agregado a un grupo con más personas, obviamente lo revise que quienes se trataban, mis compañeros de la preparatoria. Me estaba esperando para ver si alguno de ellos enviaba algún mensaje, así que solamente deje el aparato donde estaba anteriormente y me levante para ir al baño.
Hice mi ritual como lo llama mi mamá, ya que hago mis necesidades, cepillo mis dientes, desenredo mi cabello para trenzarlo, me lavo mi rostro, hago mi skincare completo todos los días, y el mismo proceso lo hago después de bañarme.
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Mis Sueños Me Lo Dijeron.
RomanceLos sueños de Livian se han vuelto frecuentes con la aparición tan repentina sobre su amor platónico del pasado, algunas cosas tienen relación con lo que sucedió anteriormente pero en esos sueños pasa la realidad que le hubiera gustado vivir. Sus su...