Capítulo 1: El día en que te conocí.

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Qué tanto te gusta el mar? A mí me encanta, su color azul, su olor, su briza, cuando estoy frente a él todo es perfecto, la calma que me transmite hace que me olvide de todos mis pesares. De ese dolor que se clavó como espina en mi pecho y que no me deja en paz, ya han pasado 4 años desde que lo conocí aquel día en España y aún no puedo sacármelo de la cabeza. Solo deseo que llegue el momento en el cuál pueda reencontrarme con él, pero para ello debo de juntar la fuerza y el valor para hacerlo.

Hace 4 años atrás.
Hoy es sábado, estoy sentada junto a la ventana escribiendo una de mis novelas, el día esta precioso, el olor a flores de jazmín brotan por la habitación.
-Ana
-Dime Eva -ella es mi amiga y compañera de renta.
-¿Has visto mi colgante favorito?
-No -le hago una seña con la pluma de escribir- Busca en el tocador.
-Ya lo encontré -exclama desde la habitación- Me voy, nos vemos en la noche -Me tira un beso.
-Adiós -me vuelvo a concentrar en lo mío.
Hace alrededor de 3 años que vivimos juntas, se ha convertido en una familia para mí desde que me mude a este apartamento, mi padre murió hace 5 años, mi madre decidió volver a Mexico a vivir con mis abuelos y yo decidí quedarme. Mi vida era aquí en mi tierra, aunque mi parte materna fuera de otro continente, no tengo hermanos ni ninguna otra familia cercana, así que yo y Eva nos queremos mucho, es la hermana que nunca tuve. Miro el reloj, ya casi era hora de irme a trabajar.
-Muy bien Ana, es hora de ponerse en marcha -me visto y me voy a mi trabajo de medio tiempo.
Ya terminé la universidad me gradué en Licenciatura en Arte, estoy viendo varias opciones de trabajo, en Italia tal vez, sería una oportunidad para mí.
-Buenos días Ana -el señor Martínez me saluda, es mi vecino y es un señor muy agradable.
-Buen día también para usted -me detengo para no ser descortés.
-¿Cómo está tu madre?
-Muy bien gracias, iré pronto a visitarla.
-Muy bien dale mis saludos.
-Se los daré, hasta luego -cojo mi bici, me pongo los audífonos y busco una de mis canciones favoritas Alan Walker y Sophia Somajo Diamond heart- Ahora sí, rumbo a mi trabajo -cojo por una de las calles de atrás ya que hay menos tráfico.
Mi pueblo es muy hermoso y tranquilo, queda muy cerca de la frontera con Francia, clima cálido y fresco, calles empedradas, tiendas modernas y construcciones antiguas así como su magnífica catedral. Aquí todos conocen a todos, se podría decir así, me encanta ver los vendedores de frutas y flores en el camino, que puedo decir, aunque quiero explorar el arte italiano estoy enamorada de este lugar. Sin darme cuenta voy a doblar la esquina y un auto sale de la nada, choca contra mi bici y caigo al suelo.
-¡Eh! -me levanto y me quito los audífonos- ¿Qué le pasa, esta loco o qué? -le grito al conductor mientras me paro frente al auto sin moverme.
-Aparta cría, estamos apurados -el conductor había bajado el cristal y me grita como si fuera yo la culpable.
-¿Acaso no ve un pare? Me he hecho daño por su culpa, mi rodilla está lastimada.
-Salga de él camino, o pisare el acelerador -me vuelve a gritar el señor.
De pronto hay un silencio, entra la cabeza y se encoge en su asiento, al parecer alguien le había hablado, un hombre que viene delante se baja y abre la puerta trasera. Entonces, así fue como lo ví por primera vez, un caballero todo elegante baja de aquel lujoso auto. Vestía de negro, con ropa y zapatos de diseñadores italianos, alto, pelo negro, ojos achinados y de color café. Con elegancia camina hacía mí, mi cuerpo empieza a temblar, debí de seguir mi camino, su mirada es seria y transmite un poco de miedo a pesar de que era muy apuesto. Se acerca tanto a mí que tengo que dar varios pasos hacia atrás, me mira fijamente a los ojos y luego a todo mi cuerpo, me siento desnuda ante su mirada. Luego su vista cambia hacia mi rodilla lastimada, saca un pañuelo de su bolsillo y se agacha.
-¿Qué hace? -le pregunto asustada al verlo en el suelo.
-Tengo un gesto de amabilidad contigo, permíteme -me vuelve a ver buscando aprobación, sin poder negarme asiento con mi cabeza, coloca su pañuelo alrededor de mi rodilla y lo amarra para evitar que la sangre que me corriera.
Luego lentamente se levanta y saca su billetera, cogiendo varios billetes de 100 para dármelo.
-No quiero su dinero señor, así que guárdelo, con una simple disculpa bastaba -él semi sonríe- Que tenga buen día-di la vuelta para coger mi bici y me detiene por el brazo acercándome agresivamente a él- ¡Hey! ¿Qué le pasa?
-No me gusta que rechacen algo que doy con amabilidad y mucho menos que me den la espalda. -me quedo sin palabras, dobla el dinero y lo echa en mi bolso. -No puedo estar en deuda con nadie -suelta mi brazo bruscamente y entra en su auto, el chófer sale a toda prisa.
-¡Pero que fue eso! -miro mi reloj- Oh Dios que tarde es -corro hacia mi vieja bici y me apuro para llegar al trabajo.
Ese rostro se me ha quedado grabado toda la tarde en la mente, a pesar de su agresividad no puedo negar su atractivo, es alguien que impresiona y mucho.
-Ana
-Si jefe -me hace un gesto para que me acerque- ¿Qué desea?
-Aquí esta tu paga, estoy haciendo un recorte de personal, la cafetería no va bien.
-¡Pero señor Domínguez aún no pago la renta del mes! -pongo cara de tristeza a ver si no me despide.
Al parecer no funcionó, voy de camino a casa más temprano que de costumbre, guardo mi bici y subo al apartamento.
-Eva ¿Ya llegaste?
-Estoy en el cuarto -entro y está acostada en la cama.
-¿Qué te pasa? -le pregunto sentándome a su lado.
-Estoy terrible, he pescado un resfriado y ahora estoy fatal -le toco la frente.
-No tienes fiebre ¿Deseas que te prepare algo?
-No estoy bien, pero necesito tu ayuda.
-¿Qué puedo hacer por tí?
-Hoy hay una subasta importante de joyas y debía de ser una de las modelos, pero mírame como estoy, no puedo ir, por fa Ana, ve en mi lugar.
-¿Qué? -me levanto rápidamente.
-No me hagas esto, el dinero de esta noche nos pagará 5 meses de alquiler.
-¿5 meses? -le pregunto asombrada
-Así es hermanita mía, te lo pido -se levanta y se arrodilla delante de mí- Ayúdame, o la compañía me va a despedir -pongo los ojos en blanco.
-Vale, pero solo es modelar y ya ¿Verdad?
-Sí, claro que sí, solo son unas pocas joyas, lo que muy costosas, eso sí. Venga arréglate, te vas a poner uno de mis vestidos, allí te cambiarán y maquillarán apropiadamente.
-Bien, voy a ducharme -salgo y vuelvo a entrar- Qué no sea tan corto el vestido.
-Vale, vale, apresúrate.
Después de varios minutos salgo del baño y me cambio, Eva me había dado un vestido de vuelos un poco corto, pero se me veía bien y unas botas muy bonitas, por suerte tenemos el mismo número de calzado, porque yo soy más de zapatillas. Una vez lista cojo mi bolso y salgo, de pronto siento un sabor amargo en mi boca y una sensación rara, miro a Eva mientras me agita sus manos para despedirse. Yo sonrío y bajo, camino hasta frente a la catedral para tomar un taxi e ir al lugar que me había indicado. Después de unos 15 minutos al fin llego el lugar era fuera del pueblo, aquello parece un palacio, varios autos elegantes llegaban. Personas muy refinadas estaban entrando, jamás en mi vida había visto un lugar como este, pago el taxi y camino hacia dentro. Al parecer y sin saberlo estaba entrando en un mundo del cuál desconocía.

Bajo la sombra de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora