Capítulo 5: Dolor

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Almorzé en mi cuarto, él no había regresado en todo el día después de nuestra discusión, estoy en balcón mirando para el gigante portón esperando a que llegue, camino sin cesar debido a mi preocupación por él, salió lleno de enfado. Me detengo al ver las luces del auto, mi corazón comenzó a revolotear en mi pecho, veo como entra y le da la vuelta a la fuente principal. Pero no viene solo, una chica muy bien vestida se baja, tacones alto, pelo suelto cartera Louis Vuitton, vestido extremadamente corto. Él sale del auto y mira hacia mí, al igual que su balcón, el mío también quedaba de frente a la entrada. Por un instante se queda viéndome, reacciona y toma a la chica por la cintura, ambos entran, a los pocos minutos llaman a mi puerta, es Emilia.
-El señor quiere que baje a cenar, tiene una invitada y debe de acompañarlos.
-Dile que no tengo hambre. -cruzo mis brazos.
-Me pidió que le dijera que no era una petición, era una orden.
-Vale -salgo muy tranquila y bajo con cara de amabilidad, sin importarme ni un poco su actitud- Buenas noches. -los saludo a ambos.
-Roché te presento a Ana, una prima lejana, su novio la dejó y vino a pasar su momento de tristeza en mi casa. -mi boca quiso abrirse al escuchar su estúpida historia, ¿acaso era un adolescente?.
-Mucho gusto -me mira de arriba a abajo con cara de arrogancia y de "este hombre es mío y no me importa que seas su prima"
-El gusto es mío - le digo y me siento alejada de ambos, Emilia comienza a colocar los platos en la mesa, apenas y tengo hambre.
Gabriel y yo cruzábamos las miradas por momentos, algo había cambiado abruptamente entre los dos, una herida en nuestros corazones se había abierto sin darnos cuenta.
-Entonces Ana, ¿Cuánto tiempo llevabas con tu novio? -la pregunta algo inapropiada para alguien como yo, jamás he tenido novio, jamás he besado a alguien, solo me han rosado unos labios y fueron los de Gabriel.
-Solo un año -Ana eres una mentirosa, sonrío siendo amable.
-Que pena, eres muy guapa y joven ¿Cuánto años tienes? -esta chica de que va, me molesta que sea tan hipócritamente amable.
-Tengo 22 -le respondo y bajo la mirada, pues la suya me exaspera.
-Eres muy joven, una niña prácticamente, yo tengo 30, Gabriel la debes de querer como tu hermana. -él me mira con cara de poker y bebe un sorbo de vino.
-Para nada, yo no tengo hermanas -agrega de forma incómoda.
-Venga solo es bromeando, sólo lo decía porque es una cría, y tú ya un adulto.
-No soy una cría, dejé de serlo a los 18 años, terminé mi carrera y pronto me pondré a trabajar. -escuchar de su boca la palabra cría hace que mi sangre hierva.
-¿Y qué estudiaste?
-Licenciatura en artes, quiero trabajar como restauradora o crítica de arte.
-Debe de ser muy talentosa tu nueva hermanita Gabriel. -él se levanta de la mesa.
-He perdido el apetito, venga vamos a mi habitación. -ambos suben y yo me quedo sentada, pensando que al menos no tendré que verles la cara así que termino mi cena.
Satisfecha me dirijo a mi habitación, pero desde el pasillo puedo escuchar los gemidos de ambos, el corazón se me aprieta en el pecho. No puedo evitar soltar un discreto llanto, tapo mi boca y bajo corriendo hasta la biblioteca, cierro con llave la puerta y mis lágrimas fluyen como cascada. Lloro sin consuelo, caigo al piso y siento como se me acaba el aire, desabrocho dos botones de mi vestido y quito la pequeña y fina corbata que lleva como adorno.
-¿Qué me está pasando? ¿Por qué me duele tanto? ¿Por qué siento que me parte el corazón? ¡Mamá!, debí de irme contigo, jamás hubiera pasado por esto.
Me acurruco en una esquina y paso mis manos por mis rodillas, de momento el frío recorre por mi piel. El tiempo pasa, el sueño me había vencido, estoy acostada en un sillón y oigo a lo lejos voces, pero me dolían tantos los ojos de llorar que no presté atención. Entonces siento como unos brazos me sientan abruptamente, abro mis ojos y era Gabriel, miro el reloj y eran las 6 a.m.
-¿Qué haces aquí? -me mira desconcertado- ¿Has llorado?
-¿Qué te importa? -sigo atontada por el sueño y sin poder reaccionar, él me toma en sus brazos.
-¿Qué haces? -le pregunto entre bostezos y aún somnolienta debido a tantas horas llorando.
-Te llevo a tu cuarto, mi despacho no es lugar para dormir. -entramos y me recuesta en la cama- ¿Estas loca? tienes los ojos hinchados, estás fatal.
-Vete y déjame, si no, regresame a casa. -él no responde- Me tienes aquí como tu espejo personal, pero el reflejo de lo que haces no se va de mí- él acaricia mi cabello, besa mi frente y se marcha.
Después de algunas horas mi móvil suena, me levanto acordándome de que Gabriel me había traído a mi habitación y sonrío de vergüenza, reacciono pues alguien llama con insistencia y contesto.
-Diga
-Prepárate, mi chofer te irá a recoger en una hora, te estaré esperando -cuelga.
-¿Qué? ¿Qué planea esta vez? -me levanto rápido y me preparo, exactamente en una hora el chófer viene a por mí, me abre la puerta y entro al auto.- ¿A donde vamos? -el silencio es mi respuesta, me recuesto al asiento.
La ciudad estaba a media hora, verla a través del cristal solo hacía que quisiera salir corriendo y perderme en sus hermosas calles. Nos detuvimos en un bonito lugar, al parecer era un restaurante, el chófer me vuelve a abrir la puerta y me bajo, un señor me esperaba en la entrada, me pidió que lo acompañara. Camino callada mientras observo el lugar, estaba vacío y justo al final, se encuentra él en una bonita mesa con la mejor vista, me dirijo a su encuentro.
-¿A que se debe esto? -pregunto vacilando un poco, él tenía el brazo recostado a un asiento, y su pierna cruzada, me mira y toma un sorbo de vino.
-Siéntate -le hace una seña al camarero para que se retire, el señor agacha la cabeza acatando la orden.
-No haré nada, dime, ¿Qué quieres exactamente de mí? -él se levanta poniendo la copa encima de la mesa, se acerca a mí despacio, provocando que todo mi cuerpo tiemble y mis pupilas se dilaten, mis ojos lo miran con asombro, con miedo y a la vez con deseo.
-¿Por qué no me dices tú exactamente lo que quieres? -me toca los labios y me mira fijamente, yo desvío mi mirada, apenas puedo verle de frente estando tan cerca de mí.- ¡Pídemelo! Pídeme que te haga mía, porque sé, que eso es lo que deseas Ana. -se acerca a mi cuello y lo huele suavemente- Aún sin usar perfume puedo decir que me encanta tu olor, tienes una piel muy suave. -toca mi hombro descubierto- Eres como un botón de rosas, pero no te tocaré. -se aleja de mí y se reincorpora en su asiento- Esperaré a que estes lista para mí -toma su copa y la huele- Hasta que tu corazón cada vez que palpite diga mi nombre. Ahora siéntate.
-Sueña con eso, porque jamás pasará -sonrío de forma burlona- Un hombre como tú no merece ser amado. -aprieto mi mandíbula.
-Siéntate Ana, no volveré a pedírtelo.
-¿O qué? -le digo de forma altiva con mis ojos nublados por las lágrimas.
Sus ojos marrones se alzan hasta mí, aprieta su mandíbula y da un respiro, se levanta otra vez y arregla su traje, empiezo a dar varios pasos hacia atrás, no debí decirle eso, en que pensabas Ana, me dejé llevar por lo que siento. Me doy la vuelta, camino tan aprisa hasta que me veo correr, pero me detiene tomándome bruscamente por mi brazo hasta llevarme a él, me aprieta haciéndome sentir de que tiene el control sobre mí
-¿Qué hago contigo? -toma mi mano y la lleva a su pecho, recorre con ella hasta llegar a sus labios.- Tal vez si te hago el amor aquí mismo te comportes mejor.
-Si me tocas acabaré con mi vida -me toma por la nuca.
-¡No! -pone una cara de descaro- Voy a dejar que me lo pidas a gritos, que tú misma me invites a tu cama o te metas en la mía, porque lo vas hacer Ana, tenlo por seguro. -me suelta y se arregla las mangas.- Constantin te llevarán a dar una vuelta por la ciudad, se acerca a mi oído- Iré a quitarme tu olor con el aroma del sexo, nos vemos en casa.
Camina hacia la puerta y un nudo me cierra la garganta, después de que me haga suya me volveré solo un objeto sexual más, no lo permitiré, no voy a depender de sus migas de amor ni de su caridad. Prefiero tragarme esto que ha surgido en mí y que atormenta mi alma con un dolor tan profundo que es inexplicable.

Bajo la sombra de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora