Gabriel
Rosella se encuentra en medio del salón, tiene una pistola en la mano y una cara de quien no le importa matar o morir
—Rosella, ¿Cómo entraste? —le apunto, ella se comienza a reír con una risa muy perturbadora.
—No eres el único con secretos Gabriela Donatti, pagué un buen dinero para que embistieran a tus guardias fuera y yo poder entrar. Por suerte no todos te son leal, uno de tus chicos me ayudó, resulta que te tiene un poco de riña.
Uno de mis hombres se había aliado con ella, sale detrás de mí apuntándome, pero no cedo, mantengo mi arma firme.
—Basta Rosella, es suficiente.
—Nada es suficiente, no hasta que esa perra muera, ahí entonces tendré paz, por su culpa sé acabó nuestro matrimonio.
—En verdad estás muy loca, vas a morir en mis manos te lo prometo.
Veo a Valentin acercarse, me quedo quieto para que pueda disparar, entonces una bala impacta con el maldito que me apuntaba. Oigo un chillido, Ana estaba detrás, mi corazón se enfría al ver la cara de Rosella al verla.
—Ana vete. —corro hacia Rosella para evitar que le dispare, pero ella lo hace , Ana cae al herida al suelo, eso me deja paralizado, siento a Valentin gritarme, no me importa que me maten, verla en el piso sangrando me ha sacado fuera de mí. Todo gira a mi alrededor sin saber que hacer, Rosella se prepara para disparar otra vez, entonces no me queda más remedio y le atravieso el pecho. Ella cae desplomada en el suelo, y yo corro hacia Ana.
—Mi amor, ¿Estás bien? —la tomo entre mis brazos.
—Estoy bien, solo me rozó el hombro, ¿Está muerta? No dejes que muera, no por favor, esto es culpa mía, tu vida estaba bien hasta que nos encontramos.
—Tú eres la luz de mi vida. —le acaricio el rostro, miro a Valentin quien revisa a Rosella.
—Agoniza señor , no creo que se salve.
—Esto no debido pasar —cargo a Ana para llevarla al hospital, justo en la puerta otro grupo de matones llegan, mis hombres lidian con ellos. Todo es un caos, algo que se me ha salido de control, respiro profundo para no perder la calma, tengo a Ana en mis brazos y a Rosella muriendo.
Ana
Entonces todo pasó, Valentin debido a la confusión se había descuidado de la serpiente que aún yace en el suelo, con las fuerzas que le quedan le dispara a Gabriel en la espalda y ambos caemos. Trato de levantarme, grito con todas mis fuerzas hasta casi perder mi garganta, por suerte, más de sus hombres llegan, y otros enviados por el señor Francesco para llevarse a Rosella, pero ya el daño está hecho.
—Ana —me habla con la fuerzas que le quedan.
—Mi amor, aquí estoy —tomo su mano y beso sus labios.
—Quiero que sepas que algo.
—No hables, chchch, no pierdas fuerzas, después me lo dirás —mis lágrimas brotan sin control.
—No, te lo debo de decir por si muero.
—No digas eso, eso no pasará mi amor, estaremos juntos hasta el final.
—Te amo Ana, te amo con todo mi corazón, perdóname por no cumplir mi promesa. Perdóname por lo que voy a hacer. —lo miro asombrada
Al fin el caos es controlado y Valentin viene corriendo a ayudar a su gran amigo.
—El helicóptero ya viene, resiste amigo mío, no puedes dejarnos.
—Valentin, hay una cuenta bancaria para Ana, envíala a Estados Unidos, alejala de aquí, sácala cuanto antes y que jamás regrese, que esté a salvo. Tal vez sea lo último que te voy a pedir—sus lágrimas recorren su rostro y son como una espada atravesando mi pecho.
—¡No!, no me hagas esto, tú no morirás, no me separes de tí por favor, nos amamos, estaré contigo, a tu lado, no te voy a dejar. —aprieto fuerte su mano.
Ya vienen por Gabriel, se lo llevan de mi lado mientras Valentin no me permite ir con él, nuestras manos se separan y lo último que siento es el roce con su piel y el vacío de mi alma al separarse de mí. El amor de mi vida se debate entre la vida y la muerte, caigo de rodillas desolada por este dolor que siento.
—Emilia —Valentin grita a todo pulmón.
—Señor
—Prepara una maleta con las cosas de la señorita, recoje lo escencial, su pasaporte está en la oficina del señor, apresúrate. —miro a Valentin y me prendo de su camisa.
—No me hagas esto, por favor ten piedad de mí, no vez que sufro, siento que me muero, déjame estar a su lado. ¡ Él me necesita! —le grito como una loca— Te lo suplico.
—No puedo ayudarla señorita, fue su orden, la última que dió consciente, esto pasó por el amor que se tienen ustede dos. Él señor vive en un mundo peligroso, lleno de enemigos, a su lado no es el mismo, pierde el control. El señor Francesco vendrá a acabar con todos si el muere, empezando por usted, lo siento, pero se hará como Gabriel lo desea. —me toma de la mano y me lleva hasta un auto.— ¡Emilia! trae la maldita maleta ya. —Emilia viene corriendo casi sin respirar, Valentin guarda mis cosas y se sube al auto.
—Emilia, por favor, ayúdame. —la miro esperando un milagro.
—Lo siento señorita —ella se marcha sollozando.
Nos ponemos en marcha, yo no he parado de llorar, tampoco hay noticias de Gabriel, Valentin va tan rápido como puede, y yo rezo para que Gabriel sobreviva. Su jet privado espera por mí, todo se hizo en cuestiones de minutos, a arrastras soy subida, dos hombres me custodian.
—Valentin —trato de hacer un último intento— Por favor, no me importa lo que me pase, déjame asegurarme de que esté bien.
—No, es hora de que se valla y no vuelva nunca, por lo menos respete la decisión que él tomó. —yo no me muevo y él hace una seña para que me mantengan en mi asiento. Lo veo partir y mi esperanza de saber sobre el hombre que amo se desvanece.
Él amor de mi vida me ha separado de él, ha desistido de nosotros, yo soy capaz de dar todo con tal de estar a su lado, pero no ha valido de nada. He dejado atrás mi corazón, mi vida, mis sueños, mi alegría y todo en lo que creí, ahora he llegado a otro mundo, las personas pasan a mi alrededor y sólo puedo ver mi propia miseria.
Ya pasado una semana, no he dejado de llamar a Valentina ni un día, pero sin respuesta alguna, hoy vuelvo a intentarlo, está vez su voz me sorprende.
—Hola Valentin, por favor no cuelgues, dime cómo está él, sólo quiero saber que esté bien
—Lo siento señorita, el señor a muerto por su culpa. —me he quedado inerte, atónita y mi mente divaga— Todos estamos detrozados, no vuelva a llamar nunca más.
En este momento pienso en morir, me lo merezco, tal vez tenga suerte y al hacerlo esté a su lado. Pero el destino decide que aún no es mi tiempo, recibo un mensaje de mi mamá, dice que me extraña y me necesita, soy detenida y comienzo a llorar, mi madrecita, ¡como podría abandonarla! así me doy cuenta de que debo de ser más fuerte de lo que pensaba.
Han pasado 4 años desde que lo conocí aquel día en España y aún no puedo sacármelo de la cabeza, no he podido mirar a nadie más, sus ojos, su mirada, su escencia aún vive en mí. Me dejó el suficiente dinero para vivir cómodamente el resto de mi vida, pero aún así he logrado mis sueños, ahora soy restauradora, una de las mejores, también crítica de arte. He aprovechado mi tiempo, quiero que se sienta orgulloso de mí, de en lo que me he convertido, vuelvo a soñar una vez más.
Estoy en casa, ya casi salgo para mi trabajo, una amiga me acaba de enviar una foto, ella está en un evento en Florencia, le he pedido que retrate todo lo hermoso que una vez conocí. Tomo el móvil en la mano y alegremente miro lo que me ha enviado, pero súbitamente me asusto y lo dejo caer, caigo desplomada al suelo, mis manos tiemblan y me falta el aire.
—¿Qué es esto? No puede ser. —vuelvo a mirar la foto y es él, es Gabriel, está hablando con unas personas, llamo a Camille para sacarme de la duda.
—Ana, ¿Te gustó la foto? Es un evento precioso.
—Él hombre de la foto, ¿Esa foto es real?
—Ana ¿Estás loca? Claro que sí ¿Qué te está pasando? Te olles fatal ¿Estás bien?
—¡Respóndeme Camille! —le grito.
—Vale, voy a hacer una videollamada para que veas. —en efecto, ahí estaba, no es mi imaginación o el deseo de que fuera real ¡es real! ¡Está vivo!, una alegría y un júbilo me invaden, pero la herida vuelve a abrirse, cuelgo de inmediato y tiro el móvil.
El hombre que creí muerto, el hombre por el cuál casi pierdo la vida y llevo todo esté tiempo creyendo que su muerte fue mi culpa disruta alegremente de brazos con otra mujer. ¿Cómo pudo olvidarme? ¿Cómo pudo hacerme sufrir de esa manera? Tomo mi bolso y salgo, ahora estoy frente al mar, dejando que se lleve mi rabia y mi ira, secando mis lágrimas, deseo que llegue ese momento en el que pueda reencontrarme con él, pero para ello debo de juntar la fuerza y el valor para hacerlo, para enfrentarme a esos ojos que tanto amé.Nota de autor: Espero que les halla gustado la historia hasta esta parte, de ser así no olviden de dejar su voto 🥰. Y si opinión en los comentarios. Pronto subiré capítulos de la segunda parte.
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Bajo la sombra de tu amor
RomanceUna chica conocerá por accidente al hijo de un importante mafioso, el quedará prendido de su belleza e inocencia. Ella se enamorará del monstruo que la mantiene cautiva y empezará a comprender al hombre que tiene un diamante como corazón. Ambos trat...