Capítulo 14: Más allá de lo que puedes ver

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Puedo escuchar desde aquí las voces de Rosella, grita como una loca, Gabriel tiene a su lado una bomba de tiempo, no sé quien pudo imponerle este matrimonio, pero si de algo estoy segura es de que él jamás se casaría con una mujer como ella por su propia voluntad. Tengo que saber todo, estoy en medio de personas de las cuáles desconozco sus vidas, Valentin es el único que puede decirme, tengo que hacerlo hablar, ya basta de quedarme en silencio mientras veo como mi vida se escurre entre mis dedos. Voy en su búsqueda, por suerte no anda muy lejos, esta haciendo lo que mejor sabe hacer, ser la mano derecha de Gabriel. Me pongo donde me pueda ver, me cruzo de brazos y le lanzo una mirada acosadora, antes de terminar de hablar me mira, sabe que quiero algo de él. Termina de dar instrucciones y viene a mi encuentro, noto su preocupación, es difícil enfrentarse a estas circunstancias, ser casi siempre el intermediario en todo lo que a la vida de Gabriel respecta.


-Señorita Ana, ¿En que puedo ayudarla? -coloca sus manos detrás como un soldado.


-Necesito saber algo -lo miro fijamente, el esquiva mi mirada.


-¿Qué desea saber? -suspira.


-Todo, ¿Quién es Gabriel en realidad? No el empresario de carácter fuerte, orgulloso y soberbio. Sino lo que no se puede ver de él, ¿Por qué se casó si no ama a esa mujer? ¿Que demonios pasa aquí?


-Señorita Ana yo ....


-No me digas que no puedes hablar, porque créeme que haré que tu trabajo de cuidarme las espaldas sea más difícil aún. Por favor -trato de ser persuasiva- Creo que sabes el tipo de persona que soy, no diré nada, no me dejes a oscuras.


-Señorita Ana, no puedo decirle nada, no me corresponde, sé que es una buena persona, por eso no estoy de acuerdo con lo que el señor hace, eso lo pone en peligro a él y a usted, pero no me queda de otra que aceptar las cosas como son. Debería de hablar con él, con permiso.


No me queda duda de que la lealtad de Valentin era de las verdaderas, pero eso no me ayuda, no cuando tengo tantas preguntas en mi mente. Camino hacia la casa y Rosella viene bajando las escaleras, es la primera vez que nos damos cruce estando a solas. Trato de seguir de largo, pero para alguien como ella es imposible aceptarlo.


-Ana -dice mi nombre de una forma prepotente, me detengo y le doy frente.


-Sí -es mejor ponerme alerta, no creo que ande de buenas.


-No sabes en que te metes. -creo que sé como puedo obtener información.


-¿A sí? A lo mejor tú no lo conoces tan bien como crees. -ella se ríe a carcajadas.


- No te pases, estás frente a la esposa del futuro líder de la mafia siciliana.- ¿Qué? un trago amargo baja por mi garganta.- Podría desaparcerte con tan solo chasquear mi dedo.


-Gabriel mafioso. -sonrío - Él es un empresario.


-Lo es, pero pronto, muy pronto heredará el poder que le pertenece, y para ese entonces ya no debes de estar aquí, ya que solo eres una distracción.


-No soy quien no quiere irse, es él el que no me lo permite.-la dejo, y salgo a toda prisa hacia el jardín, llevo mi mano a la boca, sabía que algo no era normal, pero que te lo confirmen es otra cosa.- ¿Qué haré? -camino de un lado a otro.


Entonces la brisa me trae mi aroma preferido, me doy la vuelta y se acerca a mí, es algo qué nos empuja siempre el uno al otro. Lo alcanzo hasta estar frente a frente, no puedo esperar más para saber la verdad.


-¿Qué sucede? ¿Rosella hizo algo más?


-No, sólo que he descubierto que pronto serás jefe, jefe de la mafia. -lo miro sin apartar la mirada.


-Nunca he sido un príncipe Ana, eso debiste de saberlo desde el primer día, te secuestré y aquí estás, nadie te busca, simplemente dejaste de estar y ya. -acaricia mi cabello- Mi vida personal es ajena a tí, lo que hago no tiene que ver contigo, si lo deseas estaré a tu lado cada vez que lo pidas, pero esos no son asuntos que te incumben.


-Estás loco.


-Sí, por tí, has puesto patas arribas mi razón y mi existencia.


-¿Por lo menos déjame saber sobre tí? Dame algo para llenar este vacío que deja la duda. -el sonríe.


-De que que te sirve saber sobre mí, no hay nada que puedas hacer, aveces es mejor no entender.


-¿Por qué te obligaron a casarte? ¿Acaso no interfiero en tus planes? No quieres amarme pero aquí estoy, metida por completo en tu vida.


-Tuve que hacerlo, o te perdería a tí y lo que me queda de mi madre, mi abuelo es el el jefe de jefes, mi padre su mano derecha, he tratado de mantenerme fuera de ese mundo. Pero se me ha acabado el tiempo, no puedo seguir huyendo, Rosella no significa nada para mí, solo es algo por conveniencia. Eso te lo he dejado claro, pero aquí estás embistiéndome con tus dudas. -me rodea por la cintura y tira de mí hacía él.


-Deberías de dejar de ser tan obstinada. -desliza sus manos bajo mi vestido y aprieta mi trasero bruscamente.- Estás jugando conmigo, sabes que quiero tenerte y me lo niegas, ¿acaso quieres que lo tome a la fuerza? -ha vuelto esa cara de descaro, no me harás caer Gabriel, nunca.


-Déjame en paz. -aprieto mi mandíbula y lo empujo, pero no puedo alejarme ni un centímetro.- No ves que me haces daño, basta, basta ya, tu obsesión no es amor.


-No me importa si es uno de los dos, de algo estoy seguro y es de lo que me haces sentir. -me suelta y se arregla el traje


-Señor Gabriel -Valentin se aparece agitado.


-¿Qué sucede? -frunce su seño


-Hay problemas, de los que usted sabe, el señor Alessandro me ha llamado, no podía localizarle. -por la cara de Valentin algo malo estaba pasando, eso me recordó aquél día en el que le dispararon, un miedo invade mi cuerpo y me pone a temblar.


-Muy bien, vamos.


-No vallas -le agarro la manga de su traje, él me mira asombrado y yo con los ojos llenos de temor por él.- No me dejes, no quiero que te pase nada.


-Ana, no me pasará nada -suelta mi mano y me toma por la nuca acercándose a mi oído, espérame, esta noche estaré junto a tí. -besa mi frente.


Lentamente se aleja, pero algo no se siente bien, el pecho se me ha apretado, no sé si es porque ya sé la otra parte de su vida, o porque lo amo tanto que mi amor le da fuerzas a mi sexto sentido. No puedo quedarme tranquila corro detrás de él, se monta en su auto junto con Rosella, Valentin va detrás seguido de 4 camionetas, este es un momento tenso, la impaciencia y la duda se apoderan de mí. Ya es media noche, estoy sentada en la escaleras, no hay novedad alguna, me pregunto porque me pasan estas cosas, porque no me he podido enamorar de alguien con una vida normal. Pero ya es tarde no hay vuelta atrás, no en este punto en el que estoy, mi corazón ya no me pertenece. Escucho el ruido de los autos y salgo puerta afuera como una loca, su auto no está, Valentin se acerca un poco golpeado y con olor a muerte.


-¿Qué ha pasado? ¿Dónde está? -él no me responde y sigue caminando, me apresuro y lo cojo por el cuello de la camisa, grito más fuerte para que entienda lo desesperada que estoy.-¿Dónde está Gabriel?


-Se lo han llevado -me mira agitado- A él y a Rosella, los enemigos de su padre los tienen. -mi corazón se ha detenido por un instante haciendo que pierda el control- Señorita. -me sujeta para no caer


-¿Por qué no lo han rescatado? -lo miro queriendo devorar al mundo.


-Su familia se va encargar de ello, solo obedezco la última orden que me dió, mantenerla a salvo y cuidar su casa.


-No puede ser - me siento de nuevo en las escaleras mientras hundo mi cara entre mis manos, si le pasa algo creo en verdad que seré yo la que muera.


-Lo único que nos queda es esperar, él volverá, si hay alguien que puede hacerlo es él, no se preocupe-Valentin se aleja y yo me quedo perdida, desolada, temiendo por su vida e impotente como para poder hacer algo.



Bajo la sombra de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora