Capítulo 1

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Guerra...

Ya sea entre naciones, religiones o culturas, o por motivos tales como el poder, el odio o la codicia, o simplemente la supervivencia, es algo que ha acompañado a los mortales desde el inicio de la existencia.

A lo largo de la historia, grandes guerreros y soldados han grabado su nombre en la posteridad, ejemplos vivientes del valor, el honor y la fuerza.

Generales, reyes, conquistadores, caballeros, caudillos...todos han dedicado su vida al campo de batalla, viviendo vidas de sangre derramada en incontables campos de batalla a lo largo de los eones.

Pero si en la historia hubo una clase de guerreros que dejó su huella imperecedera en la historia fue, sin ninguna duda, la raza de los Espartanos.

Originarios de una tierra llamada Esparta, que daba nombre a su raza, este pueblo de guerreros, que dedicaban su vida al arte de la batalla, no tenían rival en combate.

Criados desde muy temprana edad y entrenados en el arte de las armas y la guerra, vivían por y para la gloria de su tierra, y por la gloria personal de caer luchando en combate, el mayor honor que un Espartano podía recibir.

Los más poderosos y veteranos guerreros Espartanos nada tenían que envidiar de los más poderosos aventureros, los bravos guerreros bendecidos con el Falna de los dioses que bajarían miles de años después del Plano Celestial.

Durante milenios, fueron la cúspide de los guerreros, luchando en grandes guerras contra todo tipo de naciones, reinos e imperios, sin ser jamás derrotados.

Reyes y emperadores vieron sus vastas legiones ser destruidas por las lanzas, escudos y espadas de los guerreros de Esparta, y otros malgastaban hasta la última de la moneda de sus tesoros para poder contratar un simple batallón de estos guerreros sin par.

Sin embargo, todo cambió hace mil años, con el surgimiento del Calabozo en un suceso que se conoció como la Ruptura.

De un día para otro, una marea incontable de monstruos surgió de la tierra, y provocó el caos a lo largo y ancho del mundo.

Reinos y naciones enteras cayeron, incapaces sus ejércitos de contener las hordas de monstruos que arrasaban las tierras de los mortales, sin importar a cuantos matarán.

Finalmente, una alianza de grandes héroes legendarios logró contener la amenaza, y para dotar a los mortales del poder para luchar contra esta calamidad, los dioses descendieron del Plano Celestial, y otorgaron a los mortales su bendición, dándoles habilidades y poderes sobrehumanos con los que poder imponerse a este nuevo mal.

Los dioses y sus primeros Bendecidos construyeron la Torre de Babel, una imponente estructura, la mayor que nadie hubiera construido, sobre el Calabozo, para así contener a los monstruos surgidos de este, logrando así detener de una vez la destrucción que surcaba el continente.

Pero el daño ya estaba hecho, y muchas naciones y reinos quedaron en ruinas, destruidos por los monstruos.

Entre ellos, la propia Esparta, que acabó cayendo irremediablemente ante los monstruos.

Sus guerreros fueron protagonistas de una batalla legendaria, donde lo que restaba de su ejército enfrentó con valor, con apenas unos miles de hombres, a hordas de centenares de miles de monstruos.

Según decían las crónicas, durante días los guerreros de Esparta lucharon sin descanso contra los monstruos bajo la sombra de los muros de su milenaria ciudad, sin siquiera detenerse para dormir o comer.

A pesar de todo su valeroso esfuerzo, no pudieron evitar la destrucción, y Esparta cayó, junto con todo su pueblo, cultura e historia.

Pero fue gracias al sacrificio de los Espartanos que muchos reinos lograron la salvación, al contener con su sacrificio al mar de monstruos para que los héroes legendarios pudieran detener la horda.

El Héroe de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora