Capítulo 3

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Caía ya la tarde, cuando Bell salió finalmente del Gremio, con su recompensa obtenida de su primera cacería en el Calabozo.

Personalmente, el albino estaba contento y satisfecho:

Según le habían contado, los monstruos del Calabozo eran muy fuertes, y aunque confiaba en sus habilidades, dudaba que consiguiera avanzar demasiado, más aún siendo su primera vez...

Pero nada más lejos de la realidad: No solo había logrado avanzar bastante en el Calabozo y luchar eficientemente contra los monstruos en estos sin apenas esfuerzo.

Esperaba más dificultad de estos, pero, aunque habían supuesto un feroz reto, Bell había conseguido imponerse a ellos.

Parece que su fuerza, adquirida con años de entrenamiento y experiencia, había sido útil para su inicio como aventurero...

También, para su propia satisfacción, había obtenido un buen botín como resultado de sus acciones.

No es que obtener dinero fuera la mayor de sus motivaciones u objetivos, pero, por desgracia, en este mundo el dinero era algo absolutamente necesario, así que saber que era capaz de obtener una buena cantidad de dinero diario para ganarse la vida no era algo secundario.

Además, ya no estaba solo: Su diosa estaba con él, la diosa a la que debía servir y proteger, así que debía, como mínimo, proporcionarle una buena calidad de vida...

Con estos pensamientos, Bell decidió encaminarse hacia las calles de la ciudad, dejando atrás la Plaza de Babel.

Estaba cansado, y necesitaba urgentemente llevarse algo a la boca para paliar el hambre resultado de horas de lucha ininterrumpida.

-Bell-kun- Una voz femenina, conocida para él, lo llamó a lo lejos, y al girarse, Bell pudo ver la figura de Vesta, con su vestido blanco, corriendo hacia él

-Vesta-sama- Saludo Bell a su diosa cuando esta llegó a su lado -¿Venís de trabajar?-

-Asi es, acabo de terminar, y ya volvía a casa, cuando te vi al cruzar la plaza- Afirmó Vesta, con una amable sonrisa en su rostro

-¿Y tú, mi niño, ya has vuelto del Calabozo?-

Bell respondió con un asentimiento -Asi es, justo ahora acabo de volver del Gremio de entregar mi botín-

-¿Y bien, como te ha ido? Espero que no haya sido muy duro-

-Nah, no demasiado, ha sido sencillo, Vesta-sama- Dijo Bell con simpleza -No es la primera vez que combato monstruos, y aunque ha sido un buen reto, he conseguido desenvolverme eficazmente-

-¿En serio? Pues me alegro, Bell-kun- Afirmó Vesta con alegría

-Sinceramente, me preocupaba que pudieras acabar herido o ser muy duro para ti tu primera experiencia en el Calabozo, pero veo que mis preocupaciones eran infundadas: No hay duda de que tengo la suerte de tener un hijo muy fuerte y hábil-

Después de todo, a primera vista, su hijo parecía completamente ileso, lo cual demostraba que su primera cacería bajo Babel había ido más que bien.

-Gracias, Vesta-sama- Interiormente, Bell tuvo que reconocer que el recibir halagos de parte de su diosa se sentía realmente bien...

-Me imagino también que si ya estás aquí habrás recibido tu recompensa, ¿no es así?-

Bell, como respuesta, asintió animado mientras sacaba su bolsa de valis, enseñándole el contenido a Vesta, cuyos ojos se abrieron de la impresión al ver ese dinero.

El Héroe de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora