Capítulo 9

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Entre las estrechas y laberínticas callejuelas de Dédalo, un aventurero albino corría sin cesar entre estas.

A su espalda, la enorme bestia que había aparecido en el Coliseo, una quimera, lo perseguía sin cesar, destrozando a su paso cajas, carromatos, tenderetes y todo objeto que hubiera en su camino.

Durante su carrera, Bell podía percibir el miedo de las personas que se habían resguardado en edificios cercanos.

Muchos civiles, en vez de huir, ante la presencia de los monstruos, habían decidido guarecerse en edificios de estructuras resistente, permaneciendo allí hasta que los monstruos fueran aniquilados.

Bell, a pesar de haber ingerido una nueva poción de estado para regenerar sus fuerzas, sentía a la quimera cada vez más cerca de él.

A pesar de su tamaño, el monstruo era increíblemente rápido y ágil.

Bell trataba de despistarlo, girando en los callejones u ocultándose tras muros y casas para pillarlo desprevenido, pero era imposible:

La bestia le pisaba en todo momento los talones, y le era imposible zafarse de ella.

En un principio pensó en tratar de despistarla usando sus espadas encadenadas para escalar los edificios, para así poder tenderle una trampa desde allí...

Sin embargo, si la quimera decidía perseguirle, era muy probable que al hacerlo pudiera causar daños a los edificios, y con ello, pondría en peligro a los civiles que pudieran haber en su interior.

Además, la larga batalla contra los monstruos, las pequeñas pero numerosas heridas, y la carga física producto del esfuerzo estaban mermando su resistencia, y cada vez se sentía más cansado y fatigado.

Aún así, no se detenía, tratando de llevar al monstruo lo más lejos posible de las zonas pobladas.

Y en su mente, la misma pregunta se repetía una y otra vez:

-¿¡Como...como ha aparecido una criatura como esta aquí, de donde a salido!?- Aún no daba crédito a que el monstruo que estuviera enfrentando fuera una criatura que supuestamente no existía, producto de leyendas y cuentos de antaño.

¿De donde había salido, y como había aparecido en Orario...?

Pero Bell se zafó de esos pensamientos, pues no era momento para pensar en eso...

Debía matar a esa cosa, luego obtendría respuestas...

La quimera, en un momento de distracción, ejecutó otro hechizo desde su cabeza de cabra.

En este caso fue un rayo, que casi alcanza a Bell, esquivando el ataque mágico a duras penas.

-¡Me cago en...¿también lanza rayos, cuantos tipos de hechizos sabe usar esta cosa!?-

Ya había recibido varios ataques mágicos, entre bolas de fuego, proyectiles de hielo y rayos.

Por suerte, Bell disponía de excelentes reflejos, y lograba evitar los ataques, pero muchas veces estos impactaron en los edificios.

Afortunadamente, ninguna persona parecía haber sido afectada por esos ataques.

Mientras recorría una estrecha calle, Bell oyó gritos frente a él, y a unos metros vio a un grupo de civiles, enmedio del lugar.

-¡Joder, aún queda gente fuera!- El grupo de civiles parecía que iban a guarecerse en un edificio, pero al aparecer la bestia se quedaron inmóviles a causa del terror.

-¡Quitaos de enmedio, tenéis que salir de aquí, rápido!-

A pesar del aviso de Bell, los civiles permanecían inmóviles, presa del pánico, y la quimera estaba cada vez más cerca.

El Héroe de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora