Capítulo 4

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La mañana descubrió a Bell en el patio trasero de la sede de Vesta, su diosa.

Como cada mañana desde hacía años, el albino se despertaba un par de horas antes de las primeras luces del alba, para así ejercitar su cuerpo.

Su tía siempre le enseñó que debía mantener su forma física, pues si bien como todo Espartano su cuerpo por naturaleza era mucho más fuerte de lo normal, no por ello debía ignorar el mantenimiento de sus habilidades fisicas.

Por ello, como acostumbraba a hacer desde antes de llegar a Orario, Bell comenzó su rutina matutina de ejercicio.

Lo primero que hizo fueron ejercicios de estiramiento, para así calentar y destensar su cuerpo y músculos tras haber despertado.

Tras esto, salió a la calle y comenzó a correr, dando largas vueltas alrededor de Orario.

Un punto importante para un guerrero era la resistencia: Se necesitaba aguantar la forma, sobre todo en el campo de batalla, donde los combates podían extenderse durante horas.

Y lo mismo ocurría en el Calabozo: Según le explicó Eina, las expediciones, sobre todo en los Pisos más profundos, podían extenderse durante semanas.

Por ello, la resistencia física era fundamental, y aunque Bell ya disponía de una buena dosis de estamina, debía aumentarla aún más ahora que se había convertido en un aventurero.

Sus andanzas diarias bajo Babel no le agotaban demasiado, pero incluso él tenía un límite, así que, si quería desenvolverse bien cuanto más descendiera en el Calabozo, debía aumentar aún más su resistencia.

Así que cada mañana, Bell recorría las calles de Orario, corriendo entre los edificios, llamando así la atención de los pocos viandantes que había a esa hora por la ciudad.

Lo hacía con sus armas y equipo, para así acostumbrar su cuerpo a marchar listo para la batalla.

Pero además de correr, Bell practicaba sus reflejos y agilidad, y para ello solía hacerlo en la Calle Dédalo.

Era uno de los distritos principales de Orario, el más antiguo, construido por Dédalo, el mítico arquitecto que diseñó y construyó la Torre de Babel hará ya más de mil años.

Era el distrito más pobre de Orario, y un auténtico laberinto, debido a la excéntrica distribución y diseño de la arquitectura de los edificios, muchos de ellos construidos y amontonados de manera desordenada.

Todo aquel que no fuera originario de la ciudad podía llegar a perderse fácilmente en esta parte de la ciudad, motivo por el cual muchos lo llamaban La Calle Laberinto.

Pero para Bell, esto supuso un auténtico campo de entrenamiento.

Usando su agilidad, velocidad y el alcance de sus espadas gracias a sus largas y recias cadenas, Bell trepaba entre los edificios de Dédalo, escalando a gran velocidad y sorteando obstáculos varios.

Gracias a esto, sus reflejos y agilidad aumentaban ampliamente cada día, lo cual le vendría genial para poder moverse veloz por el Calabozo y sortear los ataques enemigos cuando estos no pudieran ser bloqueados.

Además, era una buena forma de mantenerse también en forma...y por que no...era divertido...

Aunque sus cabriolas por los edificios de Orario le ganaron llamadas de atención de los aventureros de Ganesha, que vigilaban la ciudad, así como quejas de algunos ciudadanos...

Y con esto, vinieron las subsecuentes regañinas de Vesta y Eina al enterarse de los "entrenamientos" de Bell...

Por último, una vez regresaba a casa, se dirigía al patio trasero, donde realizaba varios tipos de ejercicios de musculación.

El Héroe de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora