Capítulo 2

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Tras conocer a Vesta, y que esta le propusiera a Bell unirse a su Familia, (cosa que por supuesto el chico inmediatamente aceptó), se dirigió hacia la casa de Anna.

Ahora que había conseguido una diosa, debía ir con ella a su sede, pues los hijos de los dioses debían residir con estos.

Pero antes debía avisar a Anna y su familia de que ya no seguiría residiendo en su hogar.

Dejando a Vesta en la plaza donde se encontraron, donde la diosa lo esperaría para llevarlo con ella a su hogar, Bell partió hacia el hogar de los Claes.

-¡Anna-san!- El albino, al llegar a la floristería, vio a la muchacha frente a esta, limpiando la entrada del local.

-¡Bell-san!- Saludó Anna al ver llegar al albino -¿Donde estabas? Ya casi es de noche, estaba empezando a preocuparme-

La chica miraba a Bell con curiosidad, pues a diferencia del resto de veces que volvía a casa de buscar una Familia, totalmente deprimido o molesto, en esta ocasión parecía estar muy contento.

Sin embargo, cuando Bell llegó junto a ella, este saltó a sus brazos, estrechándola con fuerza entre estos.

-¡Be...Bell-san...¿qué haces...!?- El rostro de la joven se puso rojo como un tomate, al sentir los cálidos y fuertes brazos de Bell estrujándola.

Y para colmo, algunos transeúntes, atraídos por los gritos de euforia de Bell, los miraban curiosos, aunque también riendo al ver como el chico prácticamente saltó a los brazos de Anna.

-¡No te lo vas a creer, Anna-san, al fin lo he conseguido, al fin!- Bell estaba pletórico, ajeno a la vergüenza que en este momento estaba sintiendo Anna.

-¡Bell-san, por favor, ca... cálmate...nos...nos están mirando...!-

Bell al fin de dio cuenta de lo que estaba haciendo, y fijándose en el rostro azorado de Anna, la soltó, separándose así ambos.

-¡Jeje, lo siento Anna-san, no era mi intención molestarte!-

-No...no te preocupes...tranquilo...- Para ser sincera, no es que el que Bell la abrazara la hubiera molestado...era solo que había resultado muy precipitado...

-¡Disculpame, en serio, es que estaba tan emocionado...no vas a creer lo que ha ocurrido, ha sido genial!-

-¿Ah, si, el qué?-

-¡Lo he conseguido, Anna-san, una diosa me ha aceptado en su Familia!-

-¿¡En serio!?- Bell asintió con alegría, misma que Anna compartió, dichosa de oír aquellas noticias.

-¡Felicidades, Bell-san, al fin lo has conseguido!- El albino tan solo pudo rascar su nuca con ligera vergüenza, pero feliz

Sin embargo, la expresión de alegría de Anna se desvaneció momentáneamente, y en su rostro apareció una sonrisa triste.

-Entonces...ahora que has conseguido una Familia...ya no seguirás quedándote con nosotros...¿verdad?-

En esta última semana, se había encariñado tanto con Bell que la idea de que ya no viviera con ella y sus padres la entristecía sobremanera.

-Bueno, ahora que tengo una diosa...tengo que irme a vivir con ella a su sede, así que...- El chico se sentía algo incómodo, más al ver el rostro deprimido de la joven.

Después de haber dispuesto durante días de la hospitalidad desinteresada de Anna y sus padres, se sentía mal al tener que decirles adiós.

Anna notó la expresión de culpabilidad del albino, y sonrió, relajando su semblante.

El Héroe de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora