Tras conocer a Vesta, y que esta le propusiera a Bell unirse a su Familia, (cosa que por supuesto el chico inmediatamente aceptó), se dirigió hacia la casa de Anna.
Ahora que había conseguido una diosa, debía ir con ella a su sede, pues los hijos de los dioses debían residir con estos.
Pero antes debía avisar a Anna y su familia de que ya no seguiría residiendo en su hogar.
Dejando a Vesta en la plaza donde se encontraron, donde la diosa lo esperaría para llevarlo con ella a su hogar, Bell partió hacia el hogar de los Claes.
-¡Anna-san!- El albino, al llegar a la floristería, vio a la muchacha frente a esta, limpiando la entrada del local.
-¡Bell-san!- Saludó Anna al ver llegar al albino -¿Donde estabas? Ya casi es de noche, estaba empezando a preocuparme-
La chica miraba a Bell con curiosidad, pues a diferencia del resto de veces que volvía a casa de buscar una Familia, totalmente deprimido o molesto, en esta ocasión parecía estar muy contento.
Sin embargo, cuando Bell llegó junto a ella, este saltó a sus brazos, estrechándola con fuerza entre estos.
-¡Be...Bell-san...¿qué haces...!?- El rostro de la joven se puso rojo como un tomate, al sentir los cálidos y fuertes brazos de Bell estrujándola.
Y para colmo, algunos transeúntes, atraídos por los gritos de euforia de Bell, los miraban curiosos, aunque también riendo al ver como el chico prácticamente saltó a los brazos de Anna.
-¡No te lo vas a creer, Anna-san, al fin lo he conseguido, al fin!- Bell estaba pletórico, ajeno a la vergüenza que en este momento estaba sintiendo Anna.
-¡Bell-san, por favor, ca... cálmate...nos...nos están mirando...!-
Bell al fin de dio cuenta de lo que estaba haciendo, y fijándose en el rostro azorado de Anna, la soltó, separándose así ambos.
-¡Jeje, lo siento Anna-san, no era mi intención molestarte!-
-No...no te preocupes...tranquilo...- Para ser sincera, no es que el que Bell la abrazara la hubiera molestado...era solo que había resultado muy precipitado...
-¡Disculpame, en serio, es que estaba tan emocionado...no vas a creer lo que ha ocurrido, ha sido genial!-
-¿Ah, si, el qué?-
-¡Lo he conseguido, Anna-san, una diosa me ha aceptado en su Familia!-
-¿¡En serio!?- Bell asintió con alegría, misma que Anna compartió, dichosa de oír aquellas noticias.
-¡Felicidades, Bell-san, al fin lo has conseguido!- El albino tan solo pudo rascar su nuca con ligera vergüenza, pero feliz
Sin embargo, la expresión de alegría de Anna se desvaneció momentáneamente, y en su rostro apareció una sonrisa triste.
-Entonces...ahora que has conseguido una Familia...ya no seguirás quedándote con nosotros...¿verdad?-
En esta última semana, se había encariñado tanto con Bell que la idea de que ya no viviera con ella y sus padres la entristecía sobremanera.
-Bueno, ahora que tengo una diosa...tengo que irme a vivir con ella a su sede, así que...- El chico se sentía algo incómodo, más al ver el rostro deprimido de la joven.
Después de haber dispuesto durante días de la hospitalidad desinteresada de Anna y sus padres, se sentía mal al tener que decirles adiós.
Anna notó la expresión de culpabilidad del albino, y sonrió, relajando su semblante.
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El Héroe de la Guerra
FanficBell, el último representante de la, ya extinta, raza guerrera por excelencia, los Espartanos, llega a Orario con el objetivo de, como el último miembro de la raza de los Espartanos, convertirse en el mayor y más fuerte guerrero de la historia.