part 11

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A la mañana siguiente.

Helena trenzo su largo y rubio cabello, se puso un short de mezclilla, una camiseta de tirantes negra. Salió hacía el jardin con su caballete. Le encantaba pintar y, era un pasatiempo que la relajaba, además le ayudaba a sacar un dinero extra, ya que había conseguido vender algunas pinturas de paisajes a vecinos y conocidos.

Aún que era sábado, su madre estaba en la inmobiliaria. Muchas veces trabajaba los siete dias de la semana, y Helena se preguntaba si no sería para llenar el vació qué su padre le había dejado en su vida al marcharse.

Lo cierto era que ella no entendía cómo podia gustarle el trabajo que hacia.

A ella al estar todo el dia frente a un ordenador le resultaba tan aburrido. De hecho, llevaba semanas pensando en buscar otra cosa que hacer.

En ese momento con el pincel en la mano se le ocurrió que tal vez pudiera preguntarle al señor Han, el dueño de la galeria de arte de Bucheon, si de casualidad podria darle empleo en la tienda.

Necesitaba alejarse del negocio de su madre más que nunca, porque si seguia trabajando en la inmobiliaria seguiria viendo a Mingi y atormentándose por lo estúpida que había sido.

Pasándosele la resaca, estaba empezando a pensar con más claridad, y a considerar lo ocurrido con algo más de objetividad.

Pobre Mingi, ciertamente debía de haber estado muy desesperado para llevar a la flesta a un antiguo amor.

El paisaje en el que estaba trabajando su pintura, era un campo de girasoles recortados contra un cielo azul y suaves nubes blancas. Como modelo para las flores estaba usando un par de enormes girasoles que había en su jardín.

Era un cálido dia de verano, soplaba una ligera brisa, y el sol brillaba sobre ella.

De pronto, sin embargo, algo irrumpió en aquél paraíso de paz. Helena escuchó el ruido de un coche deteniéndose en la parte delantera de la casa, y al cabo de unos segundos como se cerraba la puerta del vehículo.

No alzó la cabeza de la pintura.

Era casi la hora de almorzar y estaba esperando a su madre.

Debía ser ella.

- ¡Estoy aqui fuera, en el jardin!.- la llamó cuándo escuchó pasos en el interior de la casa.- Si quieres puedes ir comiendo. Lori ayer dejó preparada ensalada de pasta, está en el refrigerador. Yo iré dentro de un rato, quiero terminar ésto antes.

La persona que acababa de llegar salió al jardin por la puerta abierta, pero las pisadas eran demasiado pesadas como para ser las de una mujer.

Helena se volteo, y ahí encontró a Mingi de pie.

- ¿Dónde está tu madre? inquirió él sin más preámbulos.

- Si no está en la inmobiliaria, supongo que estará de camino para acá.- respondió ella.

- Me acabó de pasar por su oficina, porqué se suponía que me hiba a dejar un folleto sobre un terreno, pero la secretaria ya se marchaba y me dijo que tu madre no había dejado nada en su mesa. ¿No te lo habrá dejado a ti, verdad?.

- No.- nego Helena, trazando con el pincel por tercera vez un pétalo, en un intento por ignorar el ruido de su corazón.- Si quieres esperarla, pasa al salón y siéntate.

Helena estaba tan distante qué Mingi se sentía cómo un extraño.

- ¿Qué?, ¿No vas a pedirme qué te haga el amor entre los girasoles?.- la picó.

- He decidido madurar.- le contestó ella sin mirarlo.- Lo de perseguir a hombres que no quieren nada, es para las adolescentes. A partir de ahora iré detrás de aquéllos con los que tenga alguna posibilidad.

Perfecta Para Él // Song Mingi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora