Lia Potter y el prisionero de Azkaban.

Hombre lobo

En el camino de vuelta, Lia había escuchado como Sirius le ofrecía a Harry irse a vivir con él.

-¡Lia! -La llamó Sirius. La chica se detuvo hasta que Sirius y Harry llegaron a su lado.

-¿Qué sucede?

-Le acabo de ofrecer a Harry irse a vivir conmigo. -Dijo el hombre. -Y me preguntaba si tú...

-No voy a dejar a mi padrino. -Dijo rápidamente la chica. Si bien amaba la idea de vivir con Harry, odiaba la idea de tener que dejar a su padrino.

-¿Y quién dijo que tendrías que hacerlo? Cabemos los cuatro en casa...

-Las cosas no van a ser como antes, Sirius. -Le dijo seria la chica. -Dañaste mucho a Lupin, aún que el no quiera admitirlo.

-¿Sabes? -Le sonrió Sirius. -Nunca perdí la esperanza de que Remus me fuera a ver. Piénsenselo, están los dos invitados. Sé que lo vas a poder convencer.

Al salir del sauce, se desató la tormenta. Lupin no se había tomado la poción y era luna llena.

-No era de esta forma en la que quería que te enteraras. -Dijo Lia sabiendo que su padrino no la oiría. -Pero es necesario. 

Lia se transformó en lobo y se lanzó sobre su padrino, intentando distraerlo de sus amigos. Ese plan no parecía funcionar mucho. Pero la chica recordó algo. Los lobos siempre responden a la llamada de sus iguales.

Lia corrió lo más rápido que pudo, adentrándose en el bosque. Cuando se aseguró de estar lejos de todos aulló.

Lia podía sentir a su padrino acercándose. Tenía que alejarlo de todos. Era bueno que la chica conociera el busque como la palma de su mano.

Estuvo varías horas intentando que su padrino se durmiera, pero cuando lo logró se relajó. Ella no durmió en toda la noche, para asegurarse de que el hombre lobo no fuera a ningún lugar.