Celia Valduciel era una chica romántica, fanática de las pelis y libros romanticos. El destino la llevo a encontrarse con Esteban Kukuriczka que estaba dispuesto a darle su propia historia de amor.
Cuando Celia despertó sintió un calor frente a ella, al acostumbrarse a la luz se dio cuenta que alguien estaba abrazándola y tan pronto como el perfume de Esteban embriago sus fosas nasales, ella sonrió al recordar la noche anterior. Ellos dos bailando y riendo, besándose, hablando de cualquier cosa y finalmente durmiendo abrazados.
Alzó un poco su vista para encontrarse a Esteban con el rostro relajado y los ojos cerrados, una sonrisa se formó en sus labios seguida de un suspiro involuntario.
Ella cerró los ojos para disfrutar de la compañía del chico por un rato más. Descansó su cabeza en el pecho de él donde se escuchaban los latidos de su corazón, lentos y serenos. Sintió como el brazo de Esteban se movía en su cintura para acercarla más a él y segundos después se removió en la cama soltando un quejido.
— Buenos días— el chico sonrió cuando la dulce voz de su chica llegó a sus oídos.
— Buenos días, linda— respondió besando su cabeza— Que bonito sería despertar así todos los días.
— Puedes mudarte a mi cuarto— ella bromeó
— No sería mala idea— él sonrió y volvió a descansar su barbilla sobre la cabeza de Celia y cerró sus ojos
El momento lo disfrutaron en silencio, descansando un poco más, pues ese día no tenían que ir a la montaña para la grabación así que los dos aprovecharon para quedarse despiertos hasta tarde y después dormir más tiempo a la mañana siguiente.
Ese instante de tranquilidad fue interrumpido por el sonido del teléfono, pero ambos lo ignoraron para seguir abrazados. Cuando volvió a sonar se dieron cuenta que alguien insistía asi que Celia dio media vuelta para tomar su teléfono que se encontraba en la mesita de noche, vio el nombre de su hermana y contestó de inmediato.
— ¿Qué pasa?— habló adormilada al teléfono.
— ¿Cece?— Un sollozo se escuchó al otro lado de la línea.
— ¿Lala? ¿Qué pasó?— preguntó preocupada incorporándose en la cama
— ¿Crees que puedas venir a casa?— Laura sollozaba sin parar
— ¿Estás bien? ¿Qué pasa?— se paró rapidamente de la cama y Esteban imitó su acción observando desconcertado.
— Vení, por favor— suplicó
— Llegó en veinte minutos— respondió antes de colgar
— ¿Todo bien?— Esteban preguntó al ver la preocupación en el rostro de la chica
— No se que pasa con Lala, me marco llorando y quiere que vaya a su casa— explicó quitándose la pijama sin pena frente a él.
El chico aparto la vista para darle privacidad mientras ella se cambiaba.
