Celia Valduciel era una chica romántica, fanática de las pelis y libros romanticos. El destino la llevo a encontrarse con Esteban Kukuriczka que estaba dispuesto a darle su propia historia de amor.
La cantidad de fracasos amorosos que Celia había tenido eran innumerables, cada uno había dolido a su manera y fallado por cuestiones distintas, pero ninguno se había sentido como ese. Había pasado una semana desde la última vez que pasó tiempo con Esteban.
Los días de Celia dieron un giro inesperado, desde esa última conversación no volvió a intercambiar palabra con Esteban. Probablemente el destino se encargaba de separarlo, pues no habían tenido encuentro en ningún momento salvo cuando tenían que compartir espacio en grupo por ensayos y demás.
Todos seguían su curso normal, incluso algunos seguían molestando a Esteban con Celia sin percatarse de la distancia que se había formado entre ambos pues al momento solo dos personas lo sabían con exactitud: Fran y Juani, que era un entrometido que de alguna forma le había sacado la información a Esteban.
Los días pasaban y ella extrañaba mucho la presencia de Esteban, las pláticas amenas y su sonrisa. Le parecía increíble como de un momento a otro todo lo lindo había sido arrebatado de sus manos, pero se propuso superarlo, tenía que seguir adelante, pero era difícil si tenían que convivir todos los días y es que el rodaje apenas iniciaba, quedaban unos largos meses por delante donde tendría que verlo.
Una parte de Celia se encontraba molesta, no podía creer que toda la imagen de aquel chico caballeroso y tierno que Esteban se empeñó en mostrar se desvaneció en un instante. Jamás pensó que él fuera capaz de hacerle algo así.
— Cece— Alguien la llamó.
Al alzar la vista de su teléfono se encontró a Rocco y Fran quienes estaban sentados en un sillón frente a la silla donde ella se encontraba. Celia dio un último vistazo a la foto en la pantalla donde estaba junto a Esteban sonriendo mientras se miraban, era una foto que Juani le había mandado por privado la noche de año nuevo. Apagó su celular y volteó a ver a sus amigos.
— ¿No te sentis nerviosa? —Rocco preguntó con una sonrisa
— Me está temblando el orto, boludo— Celia soltó un suspiro mientras se dejaba caer en el respaldo de la silla.
A lo largo de su vida tuvo que enfrentar distintos retos para llegar a la aceptación de sí misma, uno de ellos fue el complejo que tenía con su cabello pelirrojo. Donde vivió toda su infancia e incluso su adolescencia era inusual ver pelirrojos naturales muchos le decían que era teñida, otras no le hablaban por envidia o hacían comentarios burlescos sobre su apariencia. Por mucho tiempo pensó en teñir su cabello pues era la salida más fácil para evitar todas esas burlas, pero opto por aprender a amarlo y lo logró a tal punto de que se convirtiera en su aspecto favorito de ella.
Tener que teñirse el cabello estaba siendo algo duro para ella, Celia sentía como si le estuvieran quitando parte de su personalidad, pensó en intentar convencer a la producción de dejarla usar peluca, pero tenía que ser profesional.
