Su mano quemaba. Su agarre era tan fuerte como siempre había sido, incluso más. Por un instante, Minho creyó que dirigía los pasos de ambos, pero al poco tiempo, fue Wookyung quien acabo por arrastrarlo a casa de nuevo. De vez en cuando él volteaba a verlo. Lo miraba extasiado, como si en realidad no fueran por el asfalto de las calles sino por suaves nubes que hacían realidad un sueño que por fin se estaba concretando para los dos. Siguió llorando, pero las siguientes lágrimas que lo humedecían otra vez eran de una cruel y egoísta alegría.
Tras unos pocos pasos después, se abrió la misma puerta que lo adentraba al mismo infierno que se había convertido en su único... ¿hogar? ¿Siquiera podría llamar así a esa lujosa cárcel dorada algún día? Ya no importaba de todos modos.
De verdad sentía que había cometido el peor error de todos, pero de alguna manera, sintió que esa era su única salida. Su única forma en que sus siguientes suspiros a una vida siquiera en la que pudiera sobrevivir a gusto pudiera darse.
Era bien sabido que ya no se trataba solo del dinero que pudiera darle, el techo por el que pudiera cobijarse ni la comida calienta que se pudiera ostentar. No. Se trataba de una compañía.
Los dos se encontraban tan podridos por dentro. Se hicieron presos del otro. Se convirtieron en el mismo karma que el otro debía pagar.
Nunca se trató de un felices por siempre. Sin embargo, ninguno esperó que ni siquiera la miseria eterna los perseguiría.
Minho deslumbró toda la casa y algo pareció apretarle en el pecho. Hacía tan solo un segundo era libre, así fuera a dormir bajo un puente, fue libre. ¿Por qué tuvo que durarle tan poco? ¿Por qué de nuevo se encontraba preso de nuevo bajo cadenas invisibles incluso más fuertes que las que lo ahorcaban en aquel entonces?
En situaciones normales, quizá se hubiera tirado al suelo y puesto a llorar ante el nuevo fracaso de encontrarse en la misma encrucijada; no obstante, en su ser ya no quedaban lágrimas que llorar, ni siquiera el mismo dolor ardiente de siempre. Más allá de un leve disgusto, solo se sentía como una hoja en blanco. Una que solía torturarlo hacía años atrás cuando aún tenía el sueño de ser escritor. Una que sentía que debía avasallarla de figuras y retóricas que debían contar una historia conmovedora, pero no. Nada, solo quedaba un vacío que lo absorbía todo, hasta al menor pensamiento.
Esto hubiera continuado de aquella forma, de no ser porque aún quemaba una mirada intensa que lo observaba como si fuera lo más interesante y digno de atesorar en las retinas por siempre.
—Voy a dormir, estoy cansado —avisó el mayor con monotonía en su voz.
—¿Qué tal si antes tomamos una ducha juntos? —sugirió el contrario.
Su mirada todavía ardía como un sol doloroso. Verlo tan feliz por su triunfo de alguna manera quemaba el poco orgullo que le quedaba, así que si algo no pudo eliminar el vacío, fue el resentimiento.
—Báñate tú solo, preferiría no verte ahora.
—Ah... Como digas, hyung∼ —contestó imperturbable Cha Wookyung—. Esperaré a que despiertes. Estaré viendo la tele un rato entonces, que descanses.
Aquello sin duda impresionó a Minho. Tales declaraciones como que despreciaba verlo solían activar en el contrario una horda de ira o fiascos que complicaban seriamente su convivencia, mas eso no ocurrió. Solo cedió. ¿Por qué? ¿Qué planeaba? Y por sobre todo ¿por cuánto duraría tal complacencia antes de que se cansara y volviera a restringirse de forma más severa su libertad?
Un sueño profundo lo arrasó a disolver las pocas horas del día que quedaban antes que llegara la noche. Hasta que sintió de nuevo el peso de una mirada, seguido de leves caricias en su rostro y las puntas de su cabello.
Por esa vez, y porque de verdad estaba demasiado cansado todavía como para empezar a pelear, lo dejó pasar y lo ignoró. Pensó que en poco tiempo terminaría su ridiculez de hacerse el tierno.
—Sé que estas despierto, hyung —declaró de repente Wookyung—. Tu respiración se escucha más agitada que cuando estás dormido.
Recuperó la sensación de su cuerpo un instante para sentir un ligero escalofrío.
—Eres tan lindo —prosiguió, embobado.
—¿Por qué haces esto? —habló Minho de repente.
—Porque te amo.
—Un hijo de puta como tú no puede amar a nadie. Menos a mí.
«¿Y tú sí?» estuvo a punto de formular Wookyung, mas quedó en el pensamiento por el bien de su conversación.
—Yo no sé... de verdad yo no sé por qué no lo entiendes, pero haré que dejes de preguntar por qué y solo puedas sentirlo, sentir mi amor por ti.
—Tú no estás enamorado de mí —se burló Minho mientras giraba la cara a un lado opuesto a su acompañante en la cama—. Solo te gusta tener a una puta que caliente tu cama todas las noches. Te gusta el hecho de que solo te tengo a ti.
Tras tanto meditarlo en lo que intentaba dormir, por fin pudo llegar a esa conclusión.
—...
—Eventualmente, encontrarás a cualquiera mejor que yo, a alguna mujer que también puedas poseer. Y entonces yo me iré, a donde nunca más puedas volver a encontrarme.
—¿De nuevo con eso?
—Es así. De otra forma yo no lograría entender cómo tú...
Fue callado por un beso. Uno al principio tierno que evolucionó con rapidez en uno salvaje y demandante, que amenazaba con devorarlo entero.
—Hoy no... Agh —gruñó Minho sin aliento—... Por favor...
Supo que rogar sería en vano en cuanto sintió el peso de su abusador en frente.
—Creo que podría complacerte en lo que sea, menos en eso... Eres mío, pero esta vez, también soy tuyo.
Mientras lo hacían, Minho se percató de que el pie del otro estaba vendado. Fue apenas un segundo de descuido, antes que Wookyung Cha volviera a someterlo en un forma en la que por todos los medios, trataría en que los dos yacieran sumidos en el placer antes de caer dormidos.
...
—Es una completa alegría que alguien de nuestro club haya ganado el concurso.
«¿Qué?»
ESTÁS LEYENDO
Ser elegido
Hayran Kurgu"No voy a dejar que ni tú ni nadie arruine mi vida de nuevo... ni siquiera yo mismo". "Aún sigo siendo la cuarta persona más importante en tu vida ¿verdad, hyung?" Donde un Minho que regresa en el tiempo justo en el que pierde un premio importante d...