Capítulo 9: veneno bañado en manipulación

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Valentina caminó como toda una gata seductora hacia Marko, rodeó la mesa de escritorio y después se recostó a este; estiró una mano hasta acariciar el cabello castaño claro y liso del hombre, lo tenía sumamente sedoso.

—¿Otra vez discutieron? —preguntó ella.

Las mejillas de Marko estaban ruborizadas y su entrecejo se fruncía.

—Sí, está más irritada de lo usual —contestó él.

—Debe ser por la boda, organizar una boda es sumamente difícil y más si es tan importante y elegante como la que ustedes quieren. —Las manos de Valentina acariciaban las mejillas de Marko con suavidad y era evidente que él lo estaba disfrutando, pues su ceño fruncido se había relajado.

—Yo no me quiero casar con ella —confesó el hombre, cerró los ojos mientras tomaba las manos de Valentina—. No me voy a casar con Sara.

Esto sorprendió en gran manera a la jovencita. No estaba en sus planes que Marko tomara la decisión de no casarse, ella necesitaba que él siguiera con Sara, al menos por un tiempo y que toda la boda estuviera preparada.

—¿Y ella ya lo sabe? —indagó.

—No, pero lo sospecha. —Marko abrió los ojos y la observó fijamente—. Debo hablar con ella, le informaré que no habrá boda.

—No es bueno que haga eso, señor —replicó Valentina—. Tendrá muchos problemas si no se casa con Sara... por ejemplo, sus padres no estarán de acuerdo, sobre todo el señor Rumanof.

—No me interesa lo que piensen mis padres o la sociedad entera. —Marko atrajo a Valentina hasta hacerla sentar en sus piernas—. Si tengo que casarme con alguien, quiero que seas tú. —Acarició las mejillas de la chica con sus manos—. La única mujer que amo eres tú, siempre has sido tú.

No podía ser cierto. ¿Por qué los planes le estaban saliendo tan mal?

Marko Rumanof se lo estaba dejando demasiado fácil, así no podría vengarse como quería. ¿O él también ocultaba sus verdaderas intenciones detrás de esas palabras cargadas de amor?

—Señor... —Valentina intentó apartarse de a poco de Marko, pero él se lo impidió—. Señor... se está precipitando, si su prometida se entera de sus intenciones, se meterá en grandes problemas y yo también...

Marko dejó salir un largo suspiro.

—Perdón, sé que mis confesiones te consternan —dijo Marko y su mirada empezó a ensombrecerse—. Cómo me habría gustado que nuestra historia hubiera sido diferente... así Lorenzo jamás...

Valentina se aterró por las palabras que Marko iba a pronunciar y se levantó de las piernas del hombre de un salto.

—Eh... creo que lo mejor será regresar a mi trabajo —dijo y acomodó con sus manos su largo cabello negro—. Tenga buen día, señor Rumanof.

—Valentina, espera. —Marko la tomó de una mano—. Espera, por favor.

La joven sentía que la mano que Marko le sostenía le quemaba. Lo odiaba, le producía asco.

—Perdona... no debí mencionarlo —dijo él—. ¿Qué harás el sábado por la noche?

—¿Por qué?

—Quiero que nos veamos, que tengamos una cita. —Desplegó una sonrisa—. Me encantó pasar la noche contigo, me gustaría que se repitiera.

Valentina vio la oportunidad de poder abrir la caja fuerte. Desplegó una sonrisa cariñosa.

—Claro que sí, me encantaría.

Marko Rumanof guardaba fotos de todos los momentos importantes en la vida de Valentina, desde su primer día de escuela en la primaria (una foto que la misma joven le regaló porque en el fondo aparecía él observando a lo lejos); también tenía una foto de los quince años de Valentina, aparecían ellos bailando el vals; la graduación a la que desgraciadamente no pudo asistir con ella; así mismo como la graduación de la universidad.

Destruyendo al magnateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora