HINATA

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«Espero que le regalen todo lo que desea»

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«Espero que le regalen todo lo que desea». He repetido esas palabras una y otra vez en mi cabeza, cientos de veces, y siempre que lo hago me siento humillada. Ya que estaba, podría haberle dicho que se quitara los pantalones.

No podría haber sido menos sutil. Como si el copropietario de treinta y un años de una enorme empresa fuera a interesarse por una asistente administrativa de veintiséis... En mí. Estúpida, estúpida, estúpida.

Y el cuestionario sexual... No puedo dejar de pensar en Naruto doblándolo y metiéndoselo en el bolsillo. Ese recuerdo me hace estremecer. O sea, llegué a pensar en mudarme durante las vacaciones, en serio.

Cuando pasé el día de Navidad en casa, pensé en quedarme ahí indefinidamente. Pero entonces vi el coche de Tayuya aparcado en la entrada de la casa de al lado y volver a Konoha me pareció la menos humillante de mis opciones.

Mi nombre no estaba escrito en ese papel. Mi nombre no estaba escrito en ese papel. Mi nombre no estaba escrito en ese papel.

Sí, me lo he repetido unas cuantas veces. Unos cientos de veces. Pero... seguramente sabe que es mío. Puede que solo escribiese unas pocas palabras, pero son suficientes para reconocer mi letra. Además, me pidió que escribiera la dirección de los padres de Sasuke. Seguro que sabe que es mío.

Me pregunto si se lo ha contado a mi jefe, a Sasuke. La idea me resulta inconcebible. Sasuke se portó muy bien conmigo cuando me ofreció un puesto de trabajo en Konoha sin hacerme una entrevista, sin ni siquiera haberme visto nunca.

Nuestros padres estaban en la misma fraternidad cuando estudiaban en la universidad, y así fue como conseguí el trabajo. Necesitaba empezar de cero, en una nueva ciudad, y Sasuke me dio una oportunidad, sin hacer preguntas. Me ha dado mucho más desde entonces.

Me ha convertido en un miembro más de un equipo y ha hecho que me sienta útil, necesitada. Y yo se lo he devuelto comportándome de manera poco profesional durante una reunión. Como una adolescente colada por un profesor, algo inapropiado. Me pregunto si me despedirán. «Me lo merezco», pienso mientras suelto un triste suspiro.

Esta noche es Nochevieja y mi jefe celebra la fiesta anual para los empleados de Shinobi's Corporation. Hasta aquí ha llegado mi semana evitándolo. Arrugo la nariz al ver mi reflejo en el espejo. Tengo el pelo con un poco de frizz, así que me he hecho una coleta baja.

Me pongo unos pendientes largos de fiesta, dedico algo más de tiempo de lo habitual a maquillarme y, luego, me calzo los tacones. Me encantan estos tacones. Son altos y muy sexys, aunque en realidad yo no soy una chica sexy, así que me los pongo con unos pantalones de traje que los ocultan casi por completo.

Treinta minutos después estoy en el Ritz-Carlton de la ciudad. El organizador del evento anota mi llegada y, acto seguido, camino sin rumbo, saludando a mis compañeros y a sus acompañantes.

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