Es martes después de Año Nuevo y he vuelto al trabajo. Han pasado cuatro días desde Nochevieja. Cuatro días desde que vi a Hinata. He tenido cuatro días para pensar en el hecho de que no parecía herida cuando me puse los pantalones y me marché.
Se limitó a meterse bajo las sábanas de la cama y dijo:—Gracias por traerme a casa.
¿Qué carajos significa eso? ¿Gracias por traerme a casa? Sé que no es de las que practican sexo esporádico; no es posible —estaba demasiado nerviosa, no tenía condones a mano—. Ni siquiera me pidió que me corriera dentro, por el amor de Dios.
Tuve que autoinvitarme a entrar después de que me cerrara la puerta en la cara. Así que no, seducir hombres o echar polvos ocasionales no es algo que Hinata haga con regularidad. Así que la despedida informal me dolió a pesar de que era yo el que se marchaba. A pesar de que era yo el que no tenía intención de pasar la noche allí.
Tiro a la basura el vaso de cartón del café con el que he venido al trabajo y me doy cuenta de que Hinata no ha llegado todavía cuando paso por su mesa, al lado del despacho de Sasuke. Cierro la puerta igualmente y el clic hace que Sasuke levante la vista de la pantalla de su escritorio.
—Ey —dice a modo de saludo.
—Ey —respondo. Me acerco y abro una botella de agua de la mini nevera de la pequeña cocina integrada que se extiende a lo largo de la pared de su despacho.
—No volviste a la fiesta la otra noche —dice Sasuke, que se recuesta en la silla y me mira con los ojos entrecerrados.
—¿Sí? ¿En serio? —contesto—. Pasé un rato con Hinata —añado cuando me observa sin decir palabra alguna.
—Dios, Naruto. Te dije que no era esa clase de chica. —Suelta un suspiro, un puto suspiro de verdad, y se recuesta en la silla.
—¿Qué tipo de chica, Sasuke? —pregunto, molesto.
—No es un rollo pasajero.
—Que te den, Sasuke. Es una mujer adulta. Además, me dijiste que fuera a por ella.
—No. —Niega repetidamente, mirándome como si hubiera perdido la cabeza—. No, dije lo opuesto a «ve a por ella». Creo que dije algo así como «aléjate de ella» y «empleada».
—Es tu empleada, no la mía —discuto.
—Tienes el treinta y cinco por ciento de esta empresa, imbécil, así que eso también la convierte en tu empleada.
Me encojo de hombros.
—¿Entonces por qué me enviaste ese mensaje? —pregunto, y saco el móvil del bolsillo y lo meneo en su dirección.
—¿Qué mensaje?
—En Nochevieja —respondo, sin molestarme en eliminar la implicación de mi tono de voz de que es un idiota.
ESTÁS LEYENDO
La Aventura
RomanceTodo comienza con un sí - Adaptación a los personajes de Naruto - Protagonistas Naruto y Hinata - La historia imágenes y personajes no me pertenecen, créditos a sus respectivos autores.