Dejo caer los pantalones y me toco con los ojos puestos en Hinata. No finge no mirar. Me gusta eso. Es más valiente de lo que pensaba con sus miradas tímidas y las mejillas sonrojadas.
Tiene los ojos dilatados y la punta de la lengua sale disparada para mojarse los labios mientras me observa. Mantengo la vista fija en ella y contemplo cómo me mira cuidadosa y lentamente la polla antes de que sus ojos asciendan por mi torso y se encuentren con los míos. Se sonroja y desvía la mirada.
Río.
—Mira todo lo que quieras. Me gusta.
Vuelve a posar los ojos en los míos, con el labio inferior entre los dientes, y, entonces, empieza a respirar más rápido cuando reduzco la distancia que nos separa. Todavía tiene las piernas cruzadas con timidez. Las separo, las agarro y arrastro a Hinata hasta el borde de la cama.
—¿Tienes condones? —pregunto.
Es una pregunta estúpida porque tengo unos cuantos en la cartera y solo la hago para verla sonrojarse. O confirma mi suposición de que no tiene ninguno a mano o abre el cajón de la mesita de noche y echaré un vistazo a lo que tiene.
No me decepciona cuando se le ruborizan las mejillas mientras niega ligeramente con la cabeza.
—No tengo —contesta mientras echa un vistazo a mi erección con una expresión de arrepentimiento—. Hay una farmacia veinticuatro horas a un kilómetro y medio de aquí —dice suavemente—. Muy cerca —añade con una chispa de duda en la voz, como si hubiera una posibilidad de que prefiriera irme a casa antes que follármela.
Qué chica.
—Tengo algunos en la cartera —respondo, y ella sonríe, aliviada.
Con el trasero de Hinata en el borde de la cama, le doblo las rodillas, la abro de piernas y me coloco entre ellas. Gruñe, arquea la espalda y sus puños se aferran a las sábanas, a ambos lados de las caderas.
Me tomo mi tiempo para observarla: miro su cara sonrojada, sus tetas, la pequeña curva de su estómago y, finalmente, más abajo. Tiene un pequeño triángulo de vello que hace que la polla me palpite.
No es mucho, no más que una tira de un tono oscuro, pero no puedo dejar de mirarlo. Pongo la mano sobre él y trazo el triángulo con la punta del dedo. Sé que me va a volver loco saber que esto es lo que esconde bajo su ropa recatada en el trabajo. Este recuerdo estará grabado en mi cerebro cada vez que la vea en la oficina.
Sus puños vuelven a aferrarse a las sábanas, emite un pequeño ruido irreconocible en la parte trasera de la garganta y gira la cabeza hacia un lado. Ahí está mi chica tímida otra vez.
Dejo las gafas en la mesita de noche y me inclino para chuparle un pezón mientras mi polla descansa sobre la piel suave de su estómago. Lamo la parte de debajo de sus pechos y, entonces, le muerdo el pezón y gime; el sonido es como música para mis oídos.
ESTÁS LEYENDO
La Aventura
RomanceTodo comienza con un sí - Adaptación a los personajes de Naruto - Protagonistas Naruto y Hinata - La historia imágenes y personajes no me pertenecen, créditos a sus respectivos autores.