Capítulo XXI

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—Dios —susurré mientras me dejaba caer sobre el pecho de Mason.

Estábamos escondidos en el cuarto del conserje, ya ni si quiera nos íbamos del instituto porque aprovechábamos las horas de clase para follar en cualquier sitio y luego le dábamos unas caladas a un porro, me evadía de mi inexistente relación con mi hermano, de las discusiones con mis padres en casa a causa de la bajada de las notas, de las miradas de mis amigas, incluida de Hazel y de lo que más me dolía, de cómo Kai ni si quiera me miraba por los pasillos, la única clase que antes intentaba respetar era Historia porque estaba él, pero dejó de asistir y yo hice lo mismo, así que apenas nos veíamos era porque yo me iba de su casa completamente colocada o nos cruzábamos pero él no levantaba la vista.

—Luego nos vemos nena —me dijo mientras él desaparecía por un pasillo y yo me dirigía a la cafetería.

El aroma del café recién hecho y el murmullo suave de la cafetería me envolvían mientras entraba. A pesar de la multitud, mis ojos encontraron a Tess sentada sola en una esquina, sumida en sus pensamientos mientras hojeaba algunos apuntes. Aunque apenas habíamos hablado últimamente, sentí un impulso repentino de acercarme a ella. Era con la única de las tres, Hazel, Astrid y ella, con la que todavía mantenía un mínimo de contacto. Tess se preocupaba de que me llegase los apuntes y deberes.

—Hola, Lilith— dijo en voz baja, su voz temblorosa con la emoción contenida.

—¿Cómo estás? —pregunté algo cohibida.

La preocupación me inundó mientras observaba a Tess, notando las lágrimas que amenazaban con caer por sus mejillas. Sin pensarlo dos veces, puse una mano reconfortante sobre la suya, era mi mejor amuga a pesar de todo y sabía cuándo algo estaba mal.

—¿Qué ha pasado?

Tess inhaló profundamente, tratando de recuperar la compostura antes de hablar.

—La madre de Nash... ha muerto —dijo con voz entrecortada —el funeral es esta tarde.

Un nudo se formó en mi estómago mientras procesaba la noticia. Nash era mi mejor amigo, y otra relación que había perdido desde hacía unos meses cuando la fiesta, cuando todo cayó en picado y sin avisar, pero pensaba que ni podía ir más hasta que escuché esta noticia. Tenía que ver a Nash, y ayudarle, él había estado para mí desde que nos conocíamos y ahora me necesitaba.

—Es tan difícil, Lilith —sollozó —No sé cómo voy a soportarlo.

—Estoy aquí para ti, Tess —murmuré, apretando su mano con fuerza —Si necesitas algo, solo tienes que decírmelo.

Tess me miró con gratitud, sus ojos brillando con lágrimas mientras asentía. Sabía que no podía hacer desaparecer su dolor, pero esperaba poder ofrecerle algo de consuelo en medio de su sufrimiento. Fuimos al funeral, donde abracé a mi mejor amigo todas las veces que le vi con las lágrimas en los ojos y Tess me miraba con una pequeña sonrisa, aunque se le notaba realmente triste así que también tuve varios abrazos para ella. Cuando terminó los tres nos sentamos en un banco de enfrente de la iglesia y oí a ambos suspirar.

—Lilith, Nash y yo hemos tomado una decisión —dijo Tess, su voz firme a pesar de la tristeza en sus ojos —No voy a ir a Chicago para la universidad. En cambio, Nash y yo nos mudaremos a Nueva York.

La idea de que mi mejor amiga se mudara lejos de mí me golpeó con fuerza, y la ira comenzó a hervir dentro de mí. ¿Cómo podía Tess dejarme así? Después de todo lo que habíamos planeado juntas, ¿cómo podía simplemente abandonarme? Todo el mundo rompía casa promesa que me hacía, parecía que se había vuelto una competición y me enfadé, me enfadé con ambos mucho.

—¡No puedes simplemente irte así! ¿Qué pasa con nuestros planes? ¿Qué pasa con Chicago?

—Lo siento, Lilith. Pero tengo que hacer esto. Nash necesita mi apoyo, y yo... lo amo.

Las palabras de Tess me golpearon como un puñetazo en el estómago, dejándome sin aliento. Aunque sabía que Tess y Nash se amaban profundamente, no podía evitar sentirme abandonada y traicionada por su decisión de irse.

Kai apareció de la nada, su presencia imponente mientras se acercaba a nosotros. Sus ojos oscuros recorrieron nuestras caras, capturando la tensión en el aire

—Lilith, ven conmigo dijo Kai suavemente, extendiendo una mano hacia mí —Hablemos.

Una vez dentro del coche, Kai sacó un pequeño sobre del bolsillo y me lo entregó con cautela. Reconocí el papel de inmediato: era el vale que me había regalado para Navidad, un vale para hablar con él en caso de que nos enfadáramos.

—Abre el sobre, Lilith —dijo Kai suavemente, sus ojos buscando los míos con intensidad, esos ojos que me hacían temblar de pies a cabeza, que me volvían loca que cuando los miraba sentía todo detenerse y podría pasar horas mirándolos y no me cansaría.

Con manos temblorosas, abrí el sobre y saqué la carta que había dentro. Las palabras impresas en la carta me miraron, una invitación para abrirme y expresar mis sentimientos más profundos.

—Necesitas hacerlo, Lilith. Necesitas liberar todas esas emociones que has estado guardando dentro de ti.

Una ola de emociones me inundó mientras miraba la carta entre mis manos. Todo el dolor y la ira que había estado guardando dentro de mí amenazaban con desbordarse, y sabía que Kai tenía razón. Necesitaba liberar todo eso, dejarlo salir antes de que me consumiera por completo. Porque mi vida se había convertido en una montaña que crecía y crecía y me veía imposible de escalar.

—Quiero escucharte hablar manchas —una lágrima cayó al oír ese apodo que tanto había echado de menos —necesito que me digas que te pasa. Porque me he cansado de verte destruyéndote.

—Kai —susurré mirándolo con los ojos completamente llorosos —lo siento —susurré y él negó y me atrajo a él abrazándome.

Mientras sus brazos me rodeaban fuertemente solté cada uno de mis sentimientos, como me sentía respecto a Hazel y mi hermano y en ese momento me di cuenta de que no estaba tan enfada con ellos como creía, mi mente lo había ido aceptando, cuando los veía por los pasillos incluso una pequeña parte de mi brilló al sentir alegría por mi hermano y Hazel. Luego le hablé del tema de Tess, y el abandono que me estaba haciendo, entendía cuando quería a Nash, pero me sentía decepcionada, aunque no con ella si no conmigo mismo, porque en los últimos exámenes había bajado tanto mi nota que dudaba si quiera que en Chicago me quisieran. Por último, hable de Mason, del tema que más me costaba hablar porque lo había estado idealizando, idealizaba sus palabras bonitas con las que terminábamos follando idealizaba cuando nos fumábamos un porro juntos idealizaba todo cuando mi corazón ni si quiera pertenecía a Mason.

Y me guardé un único sentimiento, en el que escondía quien era el dueño de mi corazón porque no podía confesarle al chico que me abrazaba para evitar que me cayese en un vacío negro que estaba plenamente enamorada de él.

JUEGO DEL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora