Capítulo XXIII

17 1 0
                                    

La suave luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, iluminando la habitación donde me encontraba. Me estiré perezosamente en la cama, aun sintiéndome adormilada por la noche anterior. Cuando giré la cabeza, vi a Kai sentado en una silla cercana, absorto en los apuntes de historia. La semana que viene teníamos el examen final y ayer me invitó a casa a estudiar, aunque terminamos durmiéndonos mientras veíamos una película.

—Buenos días, dormilona— me saludó Kai con una sonrisa cuando me vio despertar.

Me senté en la cama, pensando en la conversación que habíamos tenido la noche anterior sobre mis amigas. Decidí que era hora de enfrentar mis problemas en lugar de seguir evitándolos.

—Oye, Kai, ¿crees que debería arreglar las cosas con mis amigas? — pregunté, mirándolo con seriedad.

Kai dejó el libro a un lado y me miró con atención. —Creo que sería una buena idea, Lili. No deberías dejar que una mala época arruine tus amistad de hace años.

—Tienes razón. Creo que es hora de poner las cosas en orden de nuevo.

Decidí empezar con Hazel, así que, al día siguiente, el lunes, a la hora del descanso fui directa a la cafetería donde estaba sentada, probablemente esperando a mi hermano. La encontré sentada en una mesa, concentrada en sus apuntes, ahora estábamos todos con ellos exámenes finales.

—Hazel, ¿puedo hablar contigo un momento? —pregunté, sentándome frente a ella.

Hazel levantó la vista, sorprendida por mi presencia. —Lili, ¿qué haces aquí?

—Lo siento por enojarme contigo el otro día. Fue injusto de mi parte y te debo una disculpa —le dije sinceramente —¿Cómo empezasteis a salir mi hermano y tú?

—Bueno, un día que me llevasteis a casa se me cayó el cuaderno donde dibujo y eso, y él me vino a casa a entregármelo, me enfadé con él cuando me dijo que lo había visto, pero luego me dio la enhorabuena y me relaje. Empezamos a hablar en algunas clases que compartíamos, luego un día que estabas con Kai, me llevó a mi casa y comenzó a hacerse costumbre y bueno un día nos liamos y fue surgiendo la chispa.

Era mucho mejor de lo que me había imaginado en un momento, era mi hermano, pero era un tonto y me imaginaba cualquier guarrada y a Hazel dejándose por él, pero parecía que se lo había tenido que currar y eso me gustaba.

—He dejado a Mason, estoy intentando ser yo. Además, me gusta Kai, me gusta mucho y aunque ahora mismo no podemos estar juntos si somos grandes amigos.

—Me alegro muchísimo Lili, deberías hablar con Tess y Astrid, ninguna estamos enfadas ¿vale? —asentí y me levanté del banco, rodeé la mesa y abracé a mi amiga.

Después de dejar las cosas en buenos términos con Hazel, me dirigí a la casa de Tess, donde ella me recibió con los brazos abiertos y me perdonó instantáneamente por nuestro desacuerdo anterior. Tess y yo nos conocíamos desde pequeñas y habíamos discutido cientos de veces, y siempre era igual, no nos hablábamos y una de las dos iba a casa de la otra nos abrazábamos llorábamos durante un rato y luego nos atiborrábamos a comida basura.

Me recomendó hablar con Nash que, si estaba algo más molesto, así que mi parada de las cinco y media fue ir a la biblioteca donde sabía que ella estaría.

Al llegar Nash intentó levantarse de la mesa e irse, pero después de insistir conseguí que se sentase y así poder hablar. Estuvimos hablando durante horas.  Después de perdonarme me contó lo duro que estaba siendo, y las ganas que tenía de marcharse con Tess a estudiar.

Al final del día me quedaba Astrid, y sabía la manera de solucionarlo entre nosotras así que caminé hasta su casa y la pedí salir al porche. Ahí nos sentamos en las escaleras y le saqué el paquete de tabaco que le había pedido a Nash que me comprase. Cogí un cigarrillo y después de darle una calada se lo pasé.

Odiaba fumar, y odiaba su olor, pero Astrid era de pocas palabras y enfados cortos así que sabía que era mejor mantenerme callada y simplemente estar con ella de nuevo.

Al volver a casa me sorprendió ver a Kai sentado en los escalones de mi casa, pero no dude en acercarme y aunque me moría por besarle acariciarle y confesarme Kai no se merecía ahora mismo mi escasa estabilidad, llevaba semanas teniendo un horrible comportamiento y primero necesitaba arreglar mi mente.

—¿Quieres pasar? —pregunté —necesito desahogarme.

Y así fue como pasamos la noche, nos tumbamos en mi cama después de ponernos cómodos, su mano pasó por mi cintura y me atrajo a él hasta que estábamos tan pegados que no podía diferenciar donde acababa su pecho desnudo de mi brazo también sin prenda de por medio por el pijama de tirantes que llevaba puesto.

—No te merezco Kai —comenté mientras cerraba los ojos, había estado llorando al menos dos horas, me sentía fatal por estos días en los que había tratado fata a todos y nadie, excepto yo, tenía la culpa.

—Manchas —el corazón saltaba solo al oír ese apodo y supe que estaba muy jodida ¡boom, boom! —Yo te trate fatal durante muchos años, me lo merecía.

—Ya no somos niños.

—No, somos peor, cuando éramos unos niños debería haberte protegido, estar contigo, hubiese sido más fácil... —dejó la frase a la mitad —ahora somos unos críos a los que nos etiquetan de adultos y esperan que tengamos todo claro, pero es normal pasar por momentos como el tuyo, es normal explotar y no deberías sentirte mal.

—¿Qué hubiese sido más fácil? —pregunté mientras bostezaba.

—Nada Lilith, duerme.

Y lo hice, dejé que mi cuerpo descansara sobre el suyo, me permití respirar tranquila después de largos días y dejé que la tranquilidad que me emanaba día a día me contagiase los sueños.

JUEGO DEL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora