Capítulo XVII

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—¿Te hicieron cavar tu tumba? —pregunté completamente sorprendida mientras le pasaba otro cucurucho del helado.

Si no me equivocaba llevaba tres y habíamos pedido otro hacía unos minutos, eran helados con cucurucho, pero a mí solo me gustaba la nata de los helados así que la galleta se la daba a él que la devoraba en unos segundos.

—Es más común de lo que piensas, allí si no te comportabas o desobedecías era un castigo menor, pero si te emborrachabas y colgabas los calzoncillos en la bandera no te iban a dejar solo limpiando la cocina.

Reí de nuevo. Me estaba contando varias anécdotas sobre su año en el centro militar, al parecer se lo pasó estupendamente bien, tanto él como Mason no solo mejoraron su físico, también su comportamiento y según me estaba contando uno de los primeros días cuando todavía eran unos novatos robaron una botella de whisky de la cocina y se la bebieron por la noche, y se dedicaron a correr desnudos alrededor del patio mientras sus calzoncillos ondeaban con el viento de la noche.

—Espero que algún día te emborraches de Whisky de nuevo —dije riendo y él me miró con las cejas elevadas.

—¿Quieres verme desnudo?

—Tal vez —¿De nuevo coqueteando?

—Manchas, no tengo que emborracharme para desnudarme frente a ti, pídemelo y lo haré.

En otros momentos una rojez se hubiese apoderado de mi cara, pero necesitaba reír y tanto azúcar estaba segura de que me afectaba al cerebro.

—Desnúdate —dije demandante y él me miró sorprendido, él tampoco se lo esperaba.

Tardó unos segundos en reaccionar, o tal vez en pensar si lo decía en broma, pero finalmente se levantó y se colocó frente a mí. Tenía una sudadera puesta y no tardó nada en quitársela dejando ver su torso desnudo. De su pelo todavía caían algunas gotas debido a la piscina. Sus manos fueron lentamente hacia su pantalón y parecía completamente dispuesto a quitárselo, pero entonces le frené.

—Vale, te están mirando los empleados —dije mirando por detrás de su cuerpo, nadie nos hacía caso, pero temía que tampoco tuviese nada debajo de ese pantalón de chándal.

Le oí reír y luego sentarse para ponerse la sudadera, una mirada fulminante le perforó provocando más risa en él, hasta que le di un punta pie por debajo de la mesa.

—Llévame a casa ya.

Él cumplió mis órdenes y como siempre me acompañó hasta la puerta de la cocina que estaba abierta, al abrir me apoyé con el hombro en el umbral de la puerta y levanté la cabeza para despedirme de él.

Su mano se había puesto en la pared justo a la altura de mi cabeza, lo que provocase que estuviese más lejos de lo que yo hubiese querido. Me dedicó una pequeña sonrisa y luego dio dos pasos terminando de juntar nuestros cuerpos, aunque sus labios se posaron en mi frente fue suficiente para sentir mis piernas temblar.

—Buenas noches, Lili, descansa bien.

¿Lili?

No comenté nada, le deseé buenas noches igualmente y me subí hasta mi habitación, una vez me cambié y me encontré tumbada sola en mi cama mi cabeza comenzó a pensar. Tenía mil emociones por el cuerpo.

Por una parte, estaba enfadada con las fotos y los mensajes, también algo avergonzada por dejar que Mason me subiera a una habitación delante de todos o bañarme semidesnuda y abrazándome con Kai. Emocionada por ese acercamiento con Mason, aunque nos hubiesen interrumpidos, con mil sentimientos por Kai y esa forma de hacerme reír.

JUEGO DEL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora