|Capítulo V|

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Ni Draco, ni Harry habían tenido noticias acerca de la petición que le hicieron a Dumbledore. Así que se encontraban en una pequeña discusión dentro de la sala de menesteres.

-Draco yo me la llevaré, puedo con ésto - decía un Harry de brazos cruzados

-Sé que puedes babe, pero no quiero que lo hagas, debes descansar- el rubio dijo con la bebé en brazos que imitaba a Harry "cruzando sus brazos" de una manera algo torpe.

-Draco lo he hecho estas tres semanas ¿Por qué no lo haría ahora? Voy a hacerlo yo me quedaré con la masita en la noche-

-Yo me la llevo- dictó el rubio a lo que Harry frunció su ceño pensando en como convencer a Draco. Hasta que su foquito se prendió.

-¡Ya sé!- chilló con emoción el azabache. Draco alzó una ceja con intriga y la bebé aplaudió y rió al ver la emoción de Harry. Harry besó la naricita de botón de la niña con cariño. -Podemos dormir aquí, los tres. La masita no lloraría y todos dormimos- dijo emocionado el azabache. Draco enarcó una ceja, la idea no era mala, al contrario era genial.

-Bien, podemos hacer eso- dijo Draco con un tono suave al ver a Harry tan emocionado.

En la sala apareció una cama y una cuna. La cara de Harry tomó un color rosado al ver que solo había una cama.

-Bien Harry, iré a buscar algo para comer y ropa para que durmamos más cómodos- avisó el rubio tendiendo a la bebé a los bracitos de Harry. El azabache asintió y trató de distraer a la bebé para que no notará la ausencia de Draco. Pero eso resultó imposible, pues la bebé comenzó a llorar cuando vio al rubio acercarse a la puerta.

-¡No te demores!- pidió el pelinegro

Luego de quince minutos el rubio entró y se encontró a Harry meciendo a la bebé con suavidad para calmarla.

-Masita, debes portarte bien. Harry está cansado- reprendió suavemente el rubio. La bebé calmó su llanto al ver a los dos chicos juntos. - Ten Harry, ve a cambiarte, mientras pongo la comida en la mesa- le tendió una mochila -No pude traer tu ropa, pero traje algo mío que seguro te quedará - el rubio lo observó -Sí, tal vez un poco grande, pero definitivamente te quedará. Traje ropa para la bebé también.-

-G-gracias Draco-

Harry se llevó consigo a la masita. Primero cambió el pañal a la bebé y luego le puso uno de los enteritos que le compraron hace unos días. Por dentro era de peluchito, lo habían comprado para que la bebé no pasará frío.

Luego dejó a la bebé en un sofá individual que la habitación generó junto a una pared de papel para dar privacidad al azabache. Harry se despojó de sus prendas quedando en ropa interior. Tomó una sudadera del rubio de la mochila. Era bastante calentita y su cuerpo lo agradeció ya que se había enfriado en el momento en que se despojó de sus prendas. La sudadera le quedaba gigante, le llegaba hasta la mitad de sus muslos. Agarró un pantalón del rubio pero no lograba hacer que se quedara en su lugar, ya que era gigante para el azabache. Decidió dejarse el pequeño pantalón corto que traía debajo de los largos debido al frío. Estos no se veían debido al largo de la sudadera del rubio.

Harry olió la sudadera y quedó embobado. Olía a Draco, perfume varonil, pino y menta. Un olor exquisitamente varonil. Harry juró poder vivir oliendo aquel aroma.

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