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"The lightning thief"
Acto uno. Primera escena.
› › you think I'm gone

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PROBABLEMENTE NO LLEGUEN a comprender el peligro constante en el que nos enfrentamos los mestizos, ser semidioses es lo último que pediría en esta vida y en las siguientes, tu vida siempre va a empeorar cuando lo descubres, en mi caso mi vida se arruinó cuando tenía ocho años.

Mi padre siempre me hizo saber que era distinta al resto, no se refería a la forma que quisiera que hubiese sido. Era una niña problemática, me pasaba castigada en las escuelas por todas las peleas que desataba, aún cuando en la mayoría solamente me estaba defendiendo.

A los seis años me diagnosticaron TDAH y dislexia, por lo que el trato diferente que me daba mi padre se fue incrementando. La cosa de ser mestizos es que todos olvidan como sigues siendo un niño, los únicos que no fingían ser decentes eran los monstruos.

Tampoco tenía sueños "normales", siempre me encontraba en una playa contemplando el mar mientras un hombre de cabellera dorada–ceniza que caía en forma de ondas sobre su frente, sus ojos celestes que a veces pensaba que los veía de un color más rosado y de contextura robusta, mantenía conversaciones amenas con él.

Eso ahora da igual, el día que les deseo contar (en realidad no) yo estaba caminando hacia mi última clase, desafortunadamente iba atrasada, ya que estuve varios minutos encerrada en un baño gracias a unas compañeras que amaban molestarme por no tener una verdadera madre.

A unos metros frente a mí había aparecido un hombre altísimo que casi tocaba el techo con su cabeza, sus hombros eran tan anchos como un elefante, sus dientes tan filosos como espinas, lo siguiente que vi me aterró hasta la médula: en el centro de su rostro tenía un ojo, me miraba de una forma tan extraña que me hizo quedarme quieta en medio del desolado pasillo.

Desearía decirles que mi primer instinto fue luchar valientemente contra el monstruo, pero tenía ocho años, por lo que solamente atiné a correr mientras gritaba y lloraba horrorizada, él tenía solamente un ojo y aún así su mirada me petrificaba.

Lograba escuchar como se reía de mí, con mucha suerte logré ingresar a un salón de clases vacío, apenas podía oír sus pasos acercarse por lo fuerte que mis latidos sonaban. Busqué desesperadamente algún lugar en donde esconderme, tenía solamente dos opciones: quedarme debajo del escritorio del profesor o quedarme detrás de la puerta y esperar que no me viera. Escogí la segunda opción.

Logré esconderme en el espacio entre la pared y la puerta justo a tiempo cuando entró a la habitación para buscarme, las sombras me mantenían oculta. Alcancé a oír como me buscaba por el lado opuesto del salón, intentando no hacer ruido me fui deslizando fuera de mi escondite en silencio, sin embargo cuando estaba casi con la mitad de mi cuerpo expuesto, la puerta soltó un chirrido cuando la moví sin querer, revelando mi ubicación.

── No eres una presa muy inteligente.

La criatura se dio media vuelta para poder verme, abrí mis ojos aterrorizada, solamente podía intentar correr lejos de él, lo único que se me ocurrió era dirigirme dirigirme hacia la entrada de la escuela pero algo me detuvo: Mi hermanito de cuatro años me debía estar esperando pronto para que lo recogiera del jardín infantil.

A veces veía caballos con alas volando por los cielos de Queens, nunca una cosa así ¿Y si le hacía algo a Peter por mi culpa? No podía permitir eso, era mi hermanito, con sus ojos grandes de cachorro, daría mi vida si era necesario. Decidí dejarlo.

MIDNIGHT ──Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora