Segunda Parte: Sucesos Extraños

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La poca luz de invierno en las tardes no permitía distinguir entre los hechos que sucedían en los callejones de la ciudad, era un día común como siempre y la pareja de policías Víctor y Pancho daban el paseo de rutina por su área asignada haciendo las preguntas habituales a los diversos transeúntes.

Llevaban mas de década siendo compañeros, vigilaban el sector norte de la ciudad y solían dormir los viernes en la Unidad de vigilancia para así tomar y jugar cartas con los demás compañeros, ambos eran casados y en un azar del destino con mujeres tirantes que solo sabían hacerles enojar asi que preferían pasar dando vueltas por sectores peligrosos que pasar en casa.

Les había sido encargado varios casos aleatorios en los que sucedían crímenes sin un sentido en concreto, hace aproximadamente un año se había reportado que a los vendedores de tanques de gas les era robado su producto por sujetos que vestían ropas oscuras, lo curioso de la situación es que sucedía una vez al mes. Todo sucedía en un día, eran asaltados varios tanqueros entre ellos camiones grandes y tricimoteros con balde, al poner toda la denuncia pasaba una coincidencia, el número de todos los tanques robados daba cien cada mes.

Nunca hubo víctimas por los robos, todos relatan que dos sujetos vestidos de negros totalmente con bandanas en sus bocas y gafas les apuntaban mientras se llevaban los tanques en un camión pequeño sin placa que nunca era encontrado por más que rastrearan y ni el sistema de ojo de águila de la ciudad lograba dar con él, ya que existía apenas en sectores del centro y puntos de tráfico del norte de la ciudad y el sur, asi que supusieron que aquellos sujetos tomaban rutas en el oeste de la ciudad o el este y cambiaban de vehículo o los ocultaban por allí.

El caso fue denominado: Los Pedantes, pasó a ser una prioridad baja al notar que los tanques robados no volvían al uso, es decir que todos tenían un numero marcado y al parecer los ladrones no se dedicaban a la venta ilegal de gas, la razón para que los hurtaban es desconocida y peor el hecho de porque se lo quedan, la policía elaboró un listado de los tanques y al pasarlos a los inspectores municipales que efectuaban chequeos en restaurantes por usar cilindros domésticos nunca dieron con los números perdidos.

Todos los días Pancho compraba una funda de panes de yuca para picar mientras cumplían el recorrido, aunque se les había asignado el caso no les tomaban relevancia, consideraban que era imposible avanzar, al contrario detective que trabajaba con ellos era insistente que algo debía existir atrás de todo, se la pasaba todo el día investigando y pidiendo archivos de otros casos con lo cual pueda relacionar todo.

Gregorio de treinta años era el superior de la pareja de policías más ociosos como eran conocidos en la ciudad, aunque bromeaban que eran la herencia del mentor de Gregorio porque durante muchos años le colaboraron en diversas investigaciones, el muchacho era huérfano, se crio en un orfanato para niños abandonados en los hospitales, no poseía apellido alguno y nunca aceptaba irse con nadie que le brindara un hogar, era educado, estudioso y sobreprotector con los demás niños, conoció a su mentor a los quince años cuando este tenía veinticinco años y fue para ofrecerle un hogar, varias veces le visito y le pareció curioso que tan joven pensara en tener un hijo mayor como él, pero este le explico que se dedicaba ser investigador y que quizás no podría dedicarse a tiempo completo a tener una familia asi que se interesó en alguien que pudiera tener su apellido que no tuviese que criar..

Pasaron varias visitas y fueron conociéndose mejor, comenzaron agradarse aunque su mentor Carlos era un hombre bastante estoico con el resto de las personas y severo con los dos policías que tenía a cargo que buscaban cualquier excusa para holgazanear, aunque con Gregorio siempre fue más jovial y asi el muchacho acepto y comenzó a vivir con él, era un buen padre, atento e incluso le educaba sobre materias que le fuese difícil y le había inculcado la eficiencia al pie de la raya junto a la responsabilidad del deber, con un par de años el investigador conoció una mujer y se casó con ella, pasó a formar una familia y tuvo una niña, pero la tragedia golpeó su puerta y ahora el único que carga el apellido Márquez es Gregorio.

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