Tercer Capitulo: El Nido de Escombros

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La vida del pobre amarga es tan como café en velorio, o así dicen muchos desafortunados que odian su existencia en la ciudad.

Gran parte de los trabajadores no esperan de manera optimista que la quincena sea pagada en el día justo y que el calor no sofoque en las noches, el único placer del pobre es poder ir en la ventana del bus, refrescarse con el viento mientras contempla la ciudad en su constante ir y venir de personas.

El calor del verano infernal, más en los meses de julio y agosto. El invierno y sus jodidas lluvias que traen inundaciones a todo maldito lugar olvidado por el Municipio, Presidente o Junta Militar de turno, porque donde existe un clima del carajo también hay un pésimo gobierno y falta democracia.

Esta noche de invierno, para ser exactos viernes del mes de febrero, se declara enfermo mental al Prefecto Provincial, un celular suena y en la pantalla se visualiza que es un recado con urgencia.

Entonces un hombre se levanta de su sillón, no es alguien con trabajo fijo ni esas cosas de cumplir horario, a resolver problemas sucios, hay ocasiones que se vuelve un trabajo tan sucio como el de gasfitero o albañil por toda la mierda que implica la política.

Decir que es un asesor es algo difícil de digerir para otras personas, pero menos vergüenza experimenta contando eso a que resuelve los problemas de ciertos políticos. No en balde la primera impresión siempre es la que vale, pero si tienen conocimiento de que pata cojea le es más duro ejercer dicho oficio.

Como siempre el trabajo escaseo y la situación siempre jodida del país no ayudo, peor aún que se aproximaba el fenómeno de "El Niño" y por castigo divino cada año que sucedía, arrasaba con los cultivos y solo quedaban los arboles de mango que cuentan las personas mayores son eternos.

El contacto más importante que posee es el alcalde y gracias a los cielos que es un hombre poco recto, no cualquiera contrataría un arregla problemas. Pero el asunto era tan turbio que necesitaba alguien que pueda ir al infierno y volver solo por un buen fajo de verdes.

En dos horas se encontraran para hablar del trabajo, le remonta al pasado cada vez que le cuestiona porque sigue en aquel oficio si reunió una cantidad de dinero como para vivir en una hamaca hasta el fin de sus días.

Del dinero de sus trabajos compro dos casas al nombre de su madre y las convirtió en bares, así ella se sustenta y el posee tranquilidad en su alma, que madre como la suya merece el cielo, pero las estrellas están tan caras como los diamantes en la tierra.

Las personas de su cantón conocen su nombre y temen ante la idea que un día compre todas sus tierras, pues de pequeño paso hambre por culpa de la ausencia de padre y lo poco de comer se lo ganaba la madre siendo la empleada de muchas familias, que ahora le miran con envidia y la conocen como la Madre del Diablo desde que el compro una finca de fruta del diablo.

Siempre piensa que involucrase en la política seria algo bien osado, su rostro es conocido en ciertos lugares y hasta en pueblos de la Sierra le tienen odio por haber escapado de su "Justicia Indígena".

Aunque sea un método salvaje es una manera de hacer respetar las leyes, pero retiene el miedo certero que un día caminando por el centro de la ciudad se encuentre una víctima de sus trabajos, le mirara y gritara que le robo de alguna manera y desde aquella disputa en la Iglesia de San Agustín no puede exponerse.

Pensar que la cólera del Presidente incrementaba el impuesto, mientras la paranoia de que existan grupos armados hace que la policía patrulle como desfile, tales sucesos le obligan a mantener un perfil bajo y reconsiderar que trabajos aceptar para no encontrarse con la ley.

La situación del país en respuesta a la delincuencia se ha vuelto incontrolable, parece no existir importancia por la seguridad del pueblo, gracias a eso ha podido camuflarse y buscar refugio en criminales menores que por unos cuantos billetes hacen un trabajo que él le encargo para después ser despachados.

Los que Habitan AbajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora