Décimo Capitulo: Comienza el juego

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Arriba, en la segunda planta, había un tipo parado viéndolo, estaba observándolo como una presa y aunque no podía distinguir su rostro entendió de inmediato que ese debía ser el Carnicero.

Su sangre le hervía, sentía fuerte ardor en sus ojos, la lengua reseca, el frio invadía la nuca y todo el espinazo, tenía el cuerpo húmedo por la lluvia que se coló del techo, poco le importaba estar en tal circunstancia, tenía el miedo de que podría pasar.

Las tablas rotas eran su colchón, estaba en un sotana bastante amplio en sus alrededores y llenos de oscuridad, vio la figura encapuchada que lo miraba como un animal en el zoológico y supo enseguida que debía de ser el carnicero, su mente se aceleró y pensó la posibilidad de sacar su arma, pero estaba corriendo un riesgo.

No sabía si era la distancia o la caída que lo dejó tan golpeado que no veía la cara de su espectador, trato de reincorporarse pero sentía un leve dolor latiendo en su espalda baja, para su suerte no tenía más daño.

La mirada asquerosa de aquel sujeto lo impacientaba, era como ser estudiado sobre una mesa de morgue y al levantarse notó como el tipo le hizo una seña en la mano de que espere mientras se alejó de su puesto.

— ¡Allí te va! —dijo una voz profunda y ronca, el tipo que había dejado esposado antes le fue lanzado y tuvo que moverse para evitar ser golpeado.

— ¡Carajo! —grito Vicente mientras saco su arma.

Vio el cuerpo del tipo libre de las esposas y se angustio, él tenía las llaves así que era absurdo que el sujeto se las haya quitado y si las rompiera aun las tendría en las muñecas, sentía que el dolor abandonó su espalda y a cambio su cuerpo se llenó de escalofríos, no tenía idea de que había pensado hacer el encapuchado y cuando se levantaría el otro sujeto.

—Haremos un juego y si ganas tendrás más tiempo de vida—dijo el encapuchado viéndolo

— ¡Jodete! —grito Vicente y le disparo, la bala no rozo al tipo tan siquiera, había impactado con el techo.

—Bueno... eso fue deprimente, dentro de unos minutos el que mandé abajo se levantara y muy enojado, tú debes tratar de huir y que sea rápido—dijo mientras le daba la espalda.

— ¿De qué debo huir? —dijo Vicente, mientras escucho movimiento cerca suyo.

El otro tipo que estaba en el sótano comenzó a moverse y se paró erguido de un solo golpe, sintió el mismo sentimiento que todas las personas perciben cuando ven que un perro va a morderlos, el tipo estaba levantado, sin mascara y tenía un rostro enfermizo, parecía haber sufrido algún trastorno y lo miraba con ojos furiosos.

El sujeto se abalanzo hacia Vicente como una bestia, recibió un disparo en el pecho que no lo tumbo en lo más mínimo, ambos cayeron al piso y estando sobre el trato de morderlo mientras lo contenía con sus manos, poseía una fuerza enorme que estaba sofocando a Vicente, de repente la pistola le fue clavada en su boca y de un disparo cayó al suelo, los dientes y la sangre cayeron sobre Vicente, que miraba asqueado el cuerpo humeante y hediendo a pólvora.

Su cabello húmedo, sus manos temblorosas y la pistola caliente, miraba con ansiedad desmedida como volver a subir, la altura era muy grande y no podría trepar, comenzó a buscar en las paredes con su linterna.

La lluvia era más fuerte y notó gracias al correr de la sangre del cadáver que todo se drenaba debajo de unas cajas, movió estas y encontró una trampilla, vieja y oxidada, con un candado igual de carcomido.

Pensó durante varios segundos en gritar por ayuda, pero no sabía si el asesino seguía al acecho y le bastaba saber que su disparo debió escucharse, abrió el candado con otro balazo y alzo la escotilla, el agua drenaba por una escalera con forma de caracol que descendía de manera desproporcional, cráneo ociosamente que sería el camino al infierno y borró de inmediato la idea recordando que estaba en una misión, las estupideces son en la televisión nacional o cuando se está tomando se dijo asi mismo.

Los que Habitan AbajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora