Noveno Capitulo: Los cimientos de la ciudad

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Durante mucho tiempo camino sin ver o escuchar nada extraño pero de pronto un sonido estruendoso comenzó a repercutir muchos metros delante suyo, era similar al golpe de un martillo sobre una campana, dejaba un eco en el ambiente difícil de ignorar y el ruido fue más repetitivo a medida que avanzaba, no tenía miedo de lo que podría pasarle tenía suficiente confianza en sus habilidades que no moriría en un lugar así, era fiel partidario de que la voluntad domina a la persona y el entorno.

Durante la caminata por el largo trecho pudo notar que la temperatura era más baja cada vez hasta el punto de sentirse similar a estar medio metro de un aire acondicionado, tenía una resistencia para el frio y el calor que exageraba lo normal.

Mientras caminaba contaba en su mente y pudo calcular que llevaba lo que sería casi media hora de caminata hasta que termino el trecho oscuro, tenía frente suyo un gran espacio vacío tan hondo como el trecho que cruzo, pero notaba que el techo en este lugar era más alto y que el suelo era de cemento carcomido por una fuerte humedad, noto hongos y monte en ciertos espacios del suelo, pasaba su mirada por todos los lados mientras caminaba apresurando el paso, buscaba posibles entradas por las que alguien podría sorprenderlo y mantenía una mano sujetando su arma.

Sus pisadas eran leves aunque crujían con las diversas piedritas y sentía el suelo resbaloso por la humedad en ciertas partes, veía grillos como sabanas en ciertos rincones y lagartijas en otras, tenía la idea ridícula en su mente que se toparía algún lagarto y le tocaría gastarse las balas en el animal, recordaba las historias de montubios peleando con cocodrilos a machete limpio y pensaba que sería estúpido enfrentarse a un animal así con el cuchillo que cargaba.

Camino hasta llegar a una intersección y tiró una moneda para saber por cual lado ir, siguió hacia la izquierda y notó que era un tramo demasiado angosto, de dos metros o menos de ancho y lo mismo en altura. El camino era menos largo y al final notaba otro gran espacio como en el que estuvo antes, ya estaba enojado de vagar tanto y calculaba que aproximadamente llevaba una hora en ese lugar, pudo notar mientras se internaba más a fondo de que debía salir cuanto antes posible o sino tendría graves consecuencia por ese entorno tan pesado.

Al fondo del gran cuarto noto una persona parada de espalda que bloqueaba una entrada de madera, se arrimó hacia un pilar para poder verlo de manera discreta y pensar que hacer, el tipo era bastante alto, vestía enteramente de negro y al voltear noto que tenía una máscara, de la puerta que el sujeto bloqueaba emanaba el único rayo de luz en todo el lugar, buscó una piedra en el suelo y comenzó hurgar en sus bolsillos también, tenía en la mano derecha una moneda de cincuenta centavos y en la izquierda una piedra, tiro primero la piedra hacia la puerta y el tipo saco una linterna y comenzó a gritar como loco.

— ¡Quien carajos anda allí! —comenzó ir hacia el centro de sector oscuro y estaba llegando hacia Dante, su voz fue grave y sus manos temblaban al sujetar la linterna que era un faro entre tanto mar de negrura.

Había visto al tipo ya más de cerca, comprendió la situación lo más rápido posible:

El tipo se encontraba solo, nadie le hablo ni grito su nombre o llamo atención.

Era nuevo, nervioso o algo estúpido para ir tan solo con una linterna sin tan si quiera cargar un arma.

Sin más demora lanzó la moneda al extremo derecho inferior de la gran sala y el eco del golpe llamo la atención del tipo que fue con apuro, entonces al momento de alzar la moneda recibió un cachazo en la nuca que lo dejó inconsciente.

Movió su cuerpo hasta una esquina y lo reviso con apuro, solamente encontró un cuchillo y una billetera con cerca de cinco dólares en monedas que dejó allí mismo, mantuvo apagada la linterna y se la llevo para darle algún uso más adelante.

Los que Habitan AbajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora