Capítulo 4 - Compláceme

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Su polla también está perforada.

Me doy cuenta después de situarme detrás de la sofisticada cámara, con los reflectores listos y los focos encendidos, todos orientados en su dirección, destacando detalles que antes pasaban inadvertidos debido a la escasa iluminación. Como los lunares gemelos en el interior de su muslo derecho, cerca de la rodilla. Como una marca de nacimiento en forma de "c" en su pectoral izquierdo, justo al lado de la axila. Como las dos barras atravesando de manera vertical la coronilla de su pene y los tres anillos plateados con pequeñas esferas en el centro en el saco de sus testículos. Dulce Jesús, esos deben haber dolido, pero sin duda alguna son bastante llamativos. No quiere decir que de repente me sienta motivado a hacer lo mismo.

No soy tan valiente.

—¿Te encuentras bien? Te ves un poco... sofocado —Elliot señala, con una pizca de pícara satisfacción en su mirada verde como el pasto fresco, acariciando su delgado labio inferior con la punta de su dedo meñique; calculando, evaluando.

—Uh, sí —encojo los hombros, aparentando indiferencia. No creo haberlo convencido—. No estoy acostumbrado a este tipo de sesiones, eso es todo.

Sesiones sorpresa, cabe recalcar. Porque sí, el hecho de que Elliot esté desnudo causa que una multitud de mariposas revoloteen en mi vientre y que sude profusamente, pero firmé el contrato, leí las cláusulas y las condiciones. Era consciente de lo que iba a afrontar, aunque, por lo visto, lo que no sabía era cuándo. No estoy seguro de qué quería conseguir al pillarme desprevenido y tampoco si debería ofenderme o admirarle por su descaro. Sin embargo, una vocecita maliciosa en mi mente me advierte sobre la posibilidad de que esto pueda estar relacionado con su anterior fotógrafo, por eso su abrupta y agresiva reacción cuando lo mencioné, cuando quise indagar en la identidad del desconocido. Mierda, la curiosidad arraigada en mi sistema va en incremento con cada segundo transcurrido y temo que la necesidad insistente por obtener respuestas me hará actuar con imprudencia en el futuro.

Por ahora es manejable, en especial porque Elliot puntualizó que esta es una prueba y si aspiro cobrar ese gordo cheque para poder saldar el sinfín de deudas esperándome en casa, me urge aprobar. Debo dar la talla. Tengo que superar sus expectativas, porque sospecho que no se conformará con nada que no sea perfecto. Inhalo profundo, recopilando las migajas de coraje dispersas a través de mi torrente sanguíneo y me apresuro a efectuar la tarea que retrasé tanto como pude: usar el fotómetro*. Extraigo el aparato de mi bolso y, con pasos vacilantes y escalofríos levantando hasta el más minúsculo vello de mi piel, me aproximo a Elliot, quien vigila mis movimientos con meticulosa atención y un destello de diversión en sus ojos esmeralda.

—¿Cómo me quieres? —oh, Dios. ¿Es esa una pregunta capciosa? Porque si lo es, el bastardo es muy, pero muy cruel.

—A-así estás bien —titubeo, aclarando mi garganta, porque la imbécil a menudo escoge las peores circunstancias para ridiculizarme—. A menos que desees cambiar de posición.

—Eventualmente —agrega con ligereza, una fugaz sonrisa estirando las comisuras de su boca.

Asiento, sosteniendo con fuerza el dispositivo para que no se note el temblor delator en mi mano. Lo desplazo desde sus pies, ascendiendo por sus delicados tobillos, las pantorrillas, el resto de sus carnosas piernas, su cintura y, porque es fundamental para realizar con eficacia mi trabajo, por su pene también. Me sobresalto cuando se contrae, despertando con lentitud, endureciéndose bajo mi atónita supervisión, el metal de los piercings brillando con suavidad, casi guiñándome con travesura. La risa de Elliot me enerva mucho más y retrocedo por instinto, reprimiendo el impulso abrumador de salir corriendo de ahí como si mi trasero estuviera en llamas.

Sogas y Encajes | Romance BL | VISTA PREVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora