Capítulo 6 - Entiéndeme

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Mi corazón palpita dentro de mi pecho con entusiasmo frenético.

También hay sudor empañando mi frente y axilas, me está costando respirar y estoy mordiendo la uña de mi pulgar con tanto ahínco que, más pronto que tarde, llegaré a la carne y comenzaré a sangrar. Si fuese un gato, estaría erizado y encorvado, con mis puntiagudas garras expuestas y dejando finas marcas destructivas en el mueble más cercano para drenar el asfixiante estrés y la tensión que carcomen mi alma.

Todo porque Elliot tiene quince minutos sentado en el pequeño escritorio de su estudio, examinando con un fijo e inquebrantable escrutinio las fotografías que tomé de su última actuación erótica. Sus ojos están entrecerrados, pero el movimiento de sus pupilas esmeraldas saltando de un lado a otro, estudiando hasta el más insignificante detalle del producto final en la pantalla con demasiado brillo y en alta definición, es evidente debajo de sus párpados pálidos, con gruesas pestañas oscuras y ligeramente hinchados.

Y sigue desnudo.

Cuando se recuperó de su letargo posorgásmico ("recuperó" siendo un término inapropiado, ya que sus síntomas de extrema y prolongada extenuación seguían siendo perceptibles), se levantó con torpeza y de inmediato procedió a plantarse en la silla, sin vergüenza, sin preocuparse por mi tambaleante cordura y mi cada vez más escaso autocontrol. Me relajé lo mejor que pude recolectando mis pertenencias, guardando con reverente cuidado mis cámaras e incluso lavé y devolví el dildo que usó a su anterior posición en el estante con los demás, pero una vez me quedé sin tareas, enfrentarme a su abrumadora presencia fue impostergable, pese a que me estuvo ignorando desde entonces.

Estoy de pie detrás del monitor, tieso como una estatua, intentando con todas mis fuerzas no vigilarlo con intención pervertida, y el único motivo por el cual sigo aquí es porque no me ha dicho todavía que me marche.

Dieciocho minutos ahora. Sí, los he contado.

—Son excelentes —farfulla, clavando esa mirada penetrante en mí con lentitud pesada y perezosa, agregando después con más claridad—. Estupendo trabajo.

—Gracias —susurro, el calor en mis mejillas un obvio indicativo de que me estoy ruborizando. Es la primera vez que reconoce mi talento en persona y no a través de un frío texto. No puedo negar que se siente genial, en especial porque puedo darle un descanso a mis inseguridades e incertidumbres; efectos que él provoca en mí, con sus rigurosas exigencias y severa, distante personalidad. Sus dedos se desplazan con destreza por el teclado y suspiro, aliviado por esos breves segundos en los que su aguda atención me abandona para enfocarse en... lo que sea que está haciendo.

—Listo, ya están disponibles en mi OnlyFans —anuncia complacido, una diminuta y fugaz sonrisa estirando sus labios delgados—. Tuve que improvisar una censura en las que subí a Instagram por las normas sobre el contenido, pero así motivaré a los seguidores que tengo ahí a comprar una subscripción —encoje los hombros, irguiéndose con dificultad para acercarse a la puerta con pasos inestables—. ¿Podrías esperarme en el comedor? Me gustaría charlar un poco contigo.

—¿Eh? —es la ingeniosa respuesta que se me ocurre y Elliot pausa, su elegante mano sujetando la perilla con tanta potencia que sus nudillos pierden color—. Quiero decir... uh... sí. Sí, de acuerdo —me apresuro en asentir, tragando la saliva que de repente sumergió mis muelas en una espesa piscina.

—Perfecto —añade con simpleza antes de retirarse, soportándose en la pared de nuevo para mantener el equilibrio, desapareciendo por el pasillo.

Todavía desnudo.

Inhalo hondo, la esencia a látex, aceites frutales, transpiración y sexo invadiendo mis pulmones en una caricia seductora. Doy un veloz chequeo al entorno para cerciorarme otra vez de dejar todo en orden, verificando que el equipo esté apagado y recojo mi bolso, saliendo de la habitación con zancadas vacilantes y la espalda tan recta como una tabla. Titubeo una vez alcanzo mi destino, porque no tengo la menor idea de qué hacer a continuación. ¿Tengo permiso de ocupar uno de los estilosos taburetes alineados en la intachable encimera de cerámica? ¿Sería una falta de respeto acomodarme en el sillón de terciopelo? ¿Pensará con desdén que profané su espacio sagrado con la impresión de mis huellas sobre cualquier superficie de su inmaculado hogar?

Sogas y Encajes | Romance BL | VISTA PREVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora