Capítulo 18 - Respétame

14 3 0
                                    

"Tenemos que hablar".

Trato de que mi cara no revele lo mucho que me ha afectado su declaración, pero tengo el presentimiento de que Elliot lo dedujo de igual manera. Siendo honesto, mi reacción no debería ser una sorpresa, considerando que a lo largo de la historia ha quedado comprobado que la combinación exacta de esas palabras sólo puede significar una cosa: desdicha. No obstante, tomo una honda inhalación y reitero una y otra vez en mi mente que este no tiene que ser otro trágico caso para agregar al infinito registro de fracasos, en especial si depende de mí evitarlo. Hago mi mejor esfuerzo por mantenerme optimista y, con una fortaleza tan fina y frágil como una escultura de vidrio soplado, lo guio hacia la cama, donde nos sentamos con movimientos rígidos, robóticos.

—¿Hice algo mal? —es lo primero que se me ocurre consultar, porque me gustaría saberlo para tener la elección de disculparme y dejar esto atrás. Y también porque es un acto reflejo que mis experiencias pasadas me han inculcado.

—No, Ashton. Por favor, no pienses eso —Elliot abraza su estómago y hace una mueca de dolor, pero sospecho que no es por lo de su condición, sino por el complejo estado en el que nos encontramos ahora—. Debí explicarme de otro modo, he complicado sin querer la situación —añade, una extraña mezcla de decepción y frustración oscureciendo su grave voz.

—¿Qué sucede entonces? —murmuro con inquietud, ya que me cuesta comprender su objetivo.

—Quieres tocarme, ¿no es así? —frunzo el ceño, observándole como si de repente le hubiera crecido otra cabeza, porque esa pregunta es muy absurda.

—¿A qué te refieres? Por supuesto que quiero tocarte —mi réplica está saturada con férrea convicción. La verdad sea dicha, he soñado con ello desde que le conocí, desde el instante en que me capturó en el pozo insondable de sus ojos cristalinos e intimidantes.

—Carajo, ¿qué diablos me pasa? Mi cerebro no está funcionando apropiadamente hoy. ¡Lo estoy arruinando todo! —gruñe, indignado y miserable, restregando con tanta rudeza su rostro que sus pómulos y la punta de su nariz se enrojecen.

—Basta. No hagas eso, Elliot. Detente —sostengo sus muñecas para impedir que se lastime más y mi corazón se salta un latido cuando me percato de que hay lágrimas no derramadas colgando de sus pestañas. Me preocupo de inmediato, sudor frío resbalando por mi columna con una lentitud que me produce piel de gallina—. No te desesperes y habla conmigo, cariño —le animo con ternura, trazando círculos relajantes en sus palmas con mis pulgares—. Estoy seguro de que podremos llegar a un acuerdo y...

—Quiero tener sexo contigo —me interrumpe con brusquedad, con la espalda recta y fuego calcinante en su mirada esmeraldina.

—¿Está bien? —cuestiono cuando en realidad pretendí afirmar, pero esta insólita conversación lo único que ha causado es que mi confusión se incremente con cada segundo transcurrido—. Pero ya lo hemos hecho, ¿no?

—No, no hasta el final —ante mi expresión aturdida, aclara con furia—. Quiero que me folles, o que me permitas follarte.

Oh.

Oh.

La saliva se evapora en mi lengua, dejando mi boca más seca que el Desierto del Sahara. Mi sangre completa viaja hacia el sur, endureciendo mi pene con tanta rapidez que por un momento temí perder el conocimiento. Mis bolas se contraen en espasmos repetitivos, anunciando la explosión inminente de un poderoso clímax. Es una sobrecarga tan abrupta y abrumadora de sensaciones que, cuando mi raciocinio se incorpora de nuevo a la ecuación, me doy cuenta de que Elliot continuó con su extensa, elaborada y obscena descripción de anhelos... y posiciones lujuriosas.

Sogas y Encajes | Romance BL | VISTA PREVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora