Capítulo 13 - Tiéntame

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Cierro la ducha y me levanto con rigidez, teniendo que apoyarme de la pared resbalosa para no caerme cuando mis piernas fallan en cooperar.

Mis huesos rechinan como engranajes oxidados, las yemas de mis dedos están arrugadas y mis uñas moradas por haber estado tanto tiempo debajo del agua gélida, castigadora. Suspiro, sintiéndome como un imbécil por haber escapado así, pero quedarme significaba escalar una situación que no estaba listo para afrontar. No de ese modo. No con Elliot. Mientras me desvisto, comienzo a concebir una excusa convincente que me saque de este apuro en el que me he metido, pero por más que lo intente, no se me ocurre nada. Además, mentir sería insensato e infructuoso.

Elliot es increíblemente inteligente, con una habilidad sobrenatural para detectar trucos y engaños. Supongo que, al ser siempre el productor de tales métodos para salirse con la suya, ha desarrollado un sexto sentido que explota para su beneficio. Es una ventaja, no lo voy a negar, una que me pudo haber sido útil en un sinnúmero de percances y oportunidades. Es otra de las cosas que envidio de él, a pesar de que vivir así, siempre con la guardia en alto y receloso de cualquier interacción que puedas tener con alguien, debe ser un poco... deprimente.

No por primera vez me pregunto qué le sucedió.

Qué le hicieron.

Pero él es el único que puede esclarecer esas dudas y tengo la absoluta certeza de que es algo que no pretende ofrecer.

Me seco con una de las esponjosas toallas que Elliot dispuso para mí y la ato alrededor de mis caderas cuando termino, guardando mi ropa mojada en una bolsa de plástico para lavarlas una vez esté en mi casa. Contemplo mi reflejo en el espejo, sorprendiéndome al no descubrir la exasperación o la angustia que se han estado retorciendo en mi estómago como una colonia de hormigas bala. En cambio, me veo agotado. Mis treinta y nueve años ya me están pasando factura; es evidente en la profundidad de las arrugas en mi frente, en los hilos blancos mezclados con los rubios en mi cabello, en la soledad que se rehúsa a desaparecer de mi nostálgica mirada.

Sacudo la cabeza, almacenando tales reflexiones superfluas en el fondo de mi mente donde deben estar y que nunca debería convocar, aunque a veces es inevitable. Cepillo mis dientes, vacío la urgencia en mi vejiga y cuento hasta diez al derecho y al revés para inundarme de la calma y el positivismo que estos últimos días me han estado evitando como si tuviera una enfermedad contagiosa. Cuando salgo... de inmediato anhelé no haberlo hecho.

Porque Elliot está aquí.

En mi habitación.

Sentado en mi cama.

Se pone de pie cuando me escucha e instintivamente retrocedo, cauteloso y con honestidad temeroso, porque Elliot luce enojado. No, tacha eso. Elliot luce furioso. Sus fosas nasales aletean con rapidez por su violenta respiración, su palidez se ve interrumpida por el rabioso tono carmesí pintando sus mejillas y agradezco que no tenga el superpoder de Cíclope de los X-Men*, porque de lo contrario ya me habría pulverizado. Sólo está cubierto por un muy ajustado y muy diminuto calzoncillo, el cual me esfuerzo por ignorar con cada gramo de voluntad y autocontrol existentes en mi organismo.

—¿Qué demonios fue eso, Ashton? —demanda con agresividad y, si no estoy equivocado o malinterpretando el casi imperceptible trémulo en su voz, con un toque de vergüenza también—. ¿Por qué huiste?

—Elliot, yo... —pero no me permite seguir adelante, porque al momento me intercepta para liberar una declaración que me asombra y hiere en partes similares.

—Estoy al tanto que te empujé y lo siento por eso. No debí traspasar tus límites, no debí dejarme llevar y... —se contiene por un minuto, inhalando tan hondo que su pecho se expande como un globo aerostático, expulsando el aire después con brusquedad para proseguir—. No debí tratarte así, no debí comportarme así, pero maldita sea, Ashton, te deseo —ladra la admisión entre dientes y me cuesta diferenciar si es porque todavía está enfadado o porque es algo que prefería no revelar, pero los efectos que sus palabras me inducen son inequívocos.

Sogas y Encajes | Romance BL | VISTA PREVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora