Capítulo 4

39 8 0
                                    

3 semanas más tarde

Cuando se despertó esa mañana no podía creer que día era. ¿Ya estaban a diez de junio? ¿En serio? Quedaban dos días para su decimoquinto cumpleaños y se notaba. Sus padres ya habían organizado todo, y sus empleados habían empezado ayer con las preparaciones para la fiesta que daría lugar el sábado.

Al llegar a la escuela, empezaron a hablar de su fiesta todo el rato; qué vestido iban a llevar, lo que iban a hacer, cómo sería la fiesta... June estaba harta de escucharlas. ¿Por qué todo el mundo estaba tan ilusionado? Ella solo quería que terminara rápido esa semana para poder seguir con su vida un año más. Su último año.

En la hora del almuerzo, distinguió un papelito en su bolsa de comida, una notita de Tyler.

Por fin una cosa buena

¿Y tú quién eres?

Soy tu conciencia, rubita

¡¿Rubita?! Espera. ¿Estoy hablando sola? Definitivamente este cumpleaños me estaba volviendo loca.

Como si no lo estuvieras ya antes

Decidió dejar de oír esas voces raras de su cabeza y leyó la nota:

''Sé que hoy estás enfadada con el mundo y que lo último que quieres oír es a alguien hablando de tu cumpleaños, pero te he comprado un regalo, así que ni se te ocurra escaquearte esta tarde. Nos vemos luego, Ju. Ty.''

Bueno parece que esta tarde no se iba a poder escaquear. Tampoco iba a hacerlo. Sinceramente, Tyler era la única persona que le apetecía ver hoy.

Las horas pasaron y por fin llegó el momento de irse a casa. Al llegar, se cambió de ropa, hizo algunas tareas y bajó las escaleras en dirección al jardín para encontrarse con su amigo.

Pero cuando fue al roble, Tyler no estaba allí. Bajó la colina y le preguntó a uno de los jardineros si sabía dónde estaba, y este le indicó que se encontraba en una pequeña charca que había en su gran jardín.

Se encaminó hacia allí, y efectivamente divisó a su amigo tirando piedras al agua para que rebotaran. Sabía que a Tyler le encantaba hacer eso. Desde que eran pequeños Tyler jugaba con las piedras, mientras June se limitaba a sentarse cerca de la orilla para observar lo que hacía.

Estaba tan concentrado que no la oyó llegar al principio. No fue hasta que estuvo prácticamente a su lado, que Tyler no se giró en su dirección. Al reconocerla, sonrió y la saludó alegremente:

—Anda, aquí está la cumpleañera.

—Mi cumpleaños es el sábado, Tyler.

—Me corrijo. Anda, aquí está la futura cumpleañera, ¿qué tal el día?

—Horrible —contestó June —. Todo el mundo está entusiasmado con mi fiesta, pero yo solo quiero que se acabé ya está semana para poder seguir con mi vida.

—Tu vida no se ha detenido esta semana, June —replicó él pacientemente—. Simplemente se ha hecho un poco más desagradable y pesada por una serie de factores, pero eso no significa que dejes de vivir y de divertirte una semana entera. La vida no es sólo blanco o negro, sino una gran escala de grises que cambia constantemente. Puede que está semana sea de un gris bastante oscuro, pero eso no significa que no tenga algo de blanco también.

—Cuando quieres puedes ser un gran poeta, ¿eh?

—Ya me conoces, soy una caja de sorpresas.

Ambos se rieron y se quedaron mirando a la charca. June siempre había querido jugar al juego de lanzar piedras, o como lo llamaba Tyler, ''la rana''. Pero le daba vergüenza hacerlo, ya que un día intentó lanzarla por su cuenta y no terminó muy bien que digamos.

Tyler al notar que observaba mucho el agua, se giró hacia ella y le preguntó:

—¿Quieres probar?

—¿Yo? Pero si yo no tengo ni idea...

—No te preocupes, yo te ayudaré, ¿vale?

—Está bien, supongo.

Tras su respuesta afirmativa, Tyler se acercó a ella con una piedra y le agarró un brazo.

Su corazón dio un vuelco. ¿Por qué le afectaba tanto ese contacto?

Creo que sabes perfectamente por qué

Volvió a la realidad cuando Tyler dobló el brazo que tenía agarrado hacia su pecho, mientras le daba indicaciones. Tras algunas explicaciones, él se dio cuenta de que no lo pillaba, así que en vez de dejarla que lo hiciera sola, la ayudó directamente guiando su cuerpo.

—Unidos, jamás seremos vencidos, ¿no? —dijo él—. Venga. Uno, dos y...

Antes de decir el tres, Tyler movió el brazo de June para hacer el movimiento, y la piedra salió disparada rebotando en el agua. En cuánto vio que lo había conseguido —a pesar de que Tyler había hecho toda la fuerza y el movimiento—, empezó a dar saltitos de alegría.

—¡Lo he hecho! —exclamó entusiasmada.

Tyler empezó a reírse y le chocó la mano, divertido.

—Hacemos un gran equipo. Venga, ahora vamos a sentarnos un rato y te doy tu regalo.

Dicho esto, se encaminaron hacia el roble. Durante todo el camino, June le estuvo preguntando acerca de su regalo, y él se reía y le respondía que ya lo descubriría después.

Al llegar, se sentaron justo a tiempo para la puesta de sol. En ese momento, Tyler sacó una cajita de terciopelo de su bolsillo.

—Sé que tu cumpleaños es el sábado, pero quería dártelo antes para que lo pudieras usar en la fiesta.

June abrió la cajita con cuidado y descubrió lo que había en su interior: un collar de oro con una pequeña piedra blanca en el centro. Era bonito y sencillo, como a ella le gustaban. Pero un collar así le había debido de valer bastante dinero.

Al notar que estaba muy callada, Tyler se rascó el cuello nerviosamente.

—¿No te gusta? Porque sino puedo devolverlo a la tienda y comprarte algo mejor...

—¿Bromeas? ¡Me encanta! Es precioso Tyler, mucho mejor que cualquier collar que hay en mi joyero. Pero... ¿cuánto te ha costado esto? No quiero que te gastes dinero en mí.

—Del dinero no te preocupes, te quería regalar algo especial y ya está.

—Bueno, vale —suspiró resignada. Después añadió—. Gracias por el regalo, Tyler.

Él sonrió. Y luego se giraron para terminar de ver el atardecer.

Notó que Tyler la miraba, y una sensación muy agradable se apoderó de su cuerpo. Estuvo a punto de girarse ella también, pero en su lugar, decidió apoyar la cabeza en su hombro. Notó que Tyler se tensaba al principio, pero luego se relajó y le paso un brazo por los hombros para que se acomodara mejor.

—Por cierto —dijo él, casi en un susurro —, tengo otra sorpresa reservada para tu cumpleaños, así que espero que el sábado no sea un día tan malo.

—Gracias —contestó ella sin saber que más decir. Que él estuviera esforzándose tanto para que su cumpleaños no fuera tan malo la hizo sonreír, y una sensación cálida se apoderó de nuevo de su cuerpo.

Va a ser un cumpleaños muy interesante, desde luego

Lagunas VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora