Capítulo 9

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June

Hoy comenzaban las clases.

Nunca le había hecho especialmente ilusión, pero este curso era distinto.

¡Tyler estaría con ella en el colegio!

Estaba tan emocionada, que se había levantado tan de golpe que se había caído de la cama. Había sido una caída fuerte, aunque bastante graciosa. Lo bueno es que sólo tenía algún que otro moratón en el cuerpo.

Debió de hacer mucho ruido, porque Linda se levantó rápidamente y fue corriendo a su habitación del estruendo. Sólo para encontrase a June en el suelo, sobándose los brazos.

Que pena que no existieran móviles en esa época. Seguro que si lo hubiera grabado para tik tok, sería famosa

¿Móviles? ¿Tik tok? ¿De qué estás hablando?

Mmmmm, de nada, de nada

Que gente más rara. Espera.

¿Estaba hablando sola otra vez? No si al final la rara iba a ser ella.

Lo eres

El caso es que no podía esperar a ir al colegio con Tyler, Victoria y Carlos. Habían quedado con los dos últimos en su antiguo colegio para recogerlos, y llevarlos a la escuela.

Cuando estuvo vestida, bajó las escaleras de dos en dos, a toda velocidad para desayunar cuanto antes, e irse con Tyler al coche.

Llegó prácticamente corriendo a la mesa, y casi se resbala cuando sacó la silla para sentarse. Su padre, al notarlo, levantó la vista del periódico y la miró.

—Relájate un poco, June, o vas a acabar haciéndote daño —le riñó su padre.

—Perdón, papá —murmuró ella avergonzada de la mirada que le estaba echando su padre.

Estaba claro que debía relajarse, pero siempre se le hacía muy difícil cumplirlo. Parecía que esa acción, por desgracia, no estaba implantada en su cerebro por alguna razón.

Relajarse se complementaba además con ser paciente. Y June no era paciente.

Esa palabra no estaba en su vocabulario, ni lo había estado jamás.

Aún recordaba el día en que su padre les llevó a ella y a su madre a una cena con unos clientes, y la había liado tanto, que su padre no la dejó ir a ninguna hasta que cumplió los doce años.

June tendría unos siete u ocho años, por aquel entonces, y estaba obsesionada con el dulce.

Y cuando digo que estaba obsesionada, me refiero a muy obsesionada. Tanto, que la señora Brown, debía esconder todo lo dulce que había en la casa, porque sino, se desataba el caos.

El apocalipsis del azúcar

Ese día, en una zona del salón habían colocado una mesa con dulces de todos los tipos, y June, por supuesto, se moría de ganas de hincarles el diente.

Pero su padre le dijo que no podía probar nada hasta que hubieran terminado todos de cenar. June lo intentó, fue paciente y esperó.

Cuando todos habían terminado de cenar, se acercó a su padre y le preguntó si podía ir a la mesa de dulces ya. Y él le contestó que no, porque todavía estaban debatiendo asuntos importantes y que, cuando terminaran, irían todos juntos a tomar el postre.

Sus palabras la cabrearon muchísimo. Ya había esperado todo el tiempo que le habían pedido, no iba a esperar más. Era injusto.

Fue entonces que decidió tomar cartas en el asunto.

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