La luz del Sol golpeó su ventana y él, se inclinó hacia ella como si fuera un girasol disfrutando de la calidez de los gentiles rayos en su piel. El cielo estaba de un hermoso azul celeste que encadiló su vista e hizo que su corazón tartamudeara. Él lo podía caracterizar como un día más que perfecto donde los pájaros cantaban al ritmo de la mañana. Le recordaba el color azul helado particular de los ángeles de la Tierra del Hielo. Sonrió amargamente yendo hacia el baño con parsimonia y disfrutó de una caliente ducha que terminó de despertar su cerebro y su cuerpo. Seis meses habían pasado desde que optó por una vida mundana en Ordam alejándose de las sombras de Erat y abrazando el calor de los seres humanos que habían sido sus protegidos durante tanto tiempo.
Mingyu era un demonio maduro cuando su hermano y cuñado fueron asesinados por rebeldes y, fue tan rápido que no pudo ni siquiera procesar que su mejor amigo de toda la existencia no estaría a su lado para ver a su hijo crecer. Chan había caído en sus brazos y bajo sus alas con pocos días de nacido y él hizo de su misión vital, protegerle hasta que pudiera defenderse solo. Lamentablemente, había perdido tantas cosas en ese proceso que pensó que jamás podría abandonar el reino. Gobernar a tantas personas llegó a resultarle molesto y descontralaba sus poderes al máximo.
Suspiró recordando una de las tantas veces que su forma original salió a flote y quemó a más de la mitad de los miembros del consejo con un chasquido de dedos.
Salió de la ducha y caminó hacia el armario eligiendo un conjunto de chándal agradable para pasar el resto del día trabajando en su ordenador. Dominar la tecnología no fue tan difícil como él pensó que sería aunque supuso que era por el hecho de caminar entre los humanos en cada era, aún cuando debía camuflarse con ellos. Revisó sus emails y contestó otro par hasta ponerse a hacerse algo de comer.
- Alexa, pon Houdini de Dua Lipa – ordenó al asistente y sus pies se movieron al ritmo de la música pop hasta la cocina. El ritmo era tan electrizante que cantó cada palabra como si fuera una declaración hacia alguien.
En Erat jamás hubiera tenido posibilidad de bailar con los pies descalzos, cocinarse algo delicioso para sí mismo o cantar como si tuviese audiencia. Pero ya no estaba ahí. Ahora podía hacer lo que le viniese en gana y nadie podría recriminarle por ello. Tomó el sartén listo para hacerse unos huevos revueltos con tostadas como los europeos y una taza de café con leche para endulzar su mañana. Hacia una mañana tan preciosa que casi tuvo ganas de inclinarse en el balcón de su apartamento y sentir el aire fresco llenarle los pulmones. La primavera había llegado días antes y, aunque el polen le resultaba absurdamente molesto y le picaba en la nariz, el color rosa, rojo y verde se adueñó de su vista. Haciendo caso de su deseo, desayunó en el balcón admirando el paisaje de los alrededores.
Una de las razones por las que había elegido ese departamento era precisamente por las vistas que solo obtenía desde el undécimo piso. Lo mejor de disfrutar de la libertad era la soledad. No tener a nadie detrás tuyo esperando por una audiencia o observando cada uno de tus pasos como si no tuvieras suficiente poder para quemar el reino si quisieras. Entró dejando el plato en el fregadero e hizo una rápida limpieza por todo el lugar.
La temperatura de su departamento bajó unos cuántos grados y el agua del grifo de congeló antes de tocar la loza. Mingyu suspiró cerrando los ojos para no maldecir por la presencia inoportuna de un ángel hasta que el aroma a flores silvestres acarició su nariz envolviendo sus sentidos y erizando la piel de su cuerpo en segundos. Su cuerpo volvió a la vida como si un rayo le hubiese tocado la nuca y esa parte de su corazón le avisó de que la última persona que quería amar y odiar al mismo tiempo yacía parado tras suyo.
- Es de mala educación no saludar a tus invitados, su Majestad – bufó la voz tras suyo y él giró los ojos controlándose - ¿No es demasiado mundano para usted el andar descalzo usando ropas humanas?
Lo enfrentó y sus piernas le flaquearon. Se sostuvo del mostrador intentando no verse demasiado afectado por su presencia y gruñó cuando aquellos penetrantes y helados ojos azul capturaron su mirada con fiereza. El cabello castaño le caía en la frente complementando su vista y los labios abultados color rosa bufaron una vez más pero, fue aquel tono rosa pálido lo que terminó de hacer que Mingyu maldijera a la Reina por enviar a su secretario personal.
- ¿Qué quieres? - preguntó con la voz ronca casi dejando salir su forma original conteniendose por muy poco – No quieras irritarme hoy porque mi día está más que precioso sin tu presencia y comentarios sarcásticos.
Era una batalla campal. El ángel desvió la mirada juntando sus manos enfrente susurrando una disculpa que Mingyu sintió demasiado forzada pero no protestó. Decidiendo que necesitaba distancia para sentirse mejor, caminó hacia su habitación y salió al balcón alejando el frío que se había colado por sus poros. Le sintió demasiado cerca suyo y para cuando giró para enviarlo de vuelta al cielo, su petición le golpeó como un camión.
- Mingyu – su nombre nunca se había escuchado tan malditamente hermoso saliendo de aquellos labios - ¿Podemos hablar?
Estaban en el balcón bajo el Sol y Mingyu no podía encontrar la fuerza para alejarse así que asintió intentando que las próximas palabras del ángel no causaran más dolor emocional que un golpe físico.
- Quiero disculparme por las cosas innecesarias e hirientes que te dije la última vez que estuve aquí – susurró suavemente hacia el demonio que se negaba a mirarle – Fui cruel cuando estabas intentando ser amable e integrarme a la reunión. Lamento haberte hecho sentir...
- Lo sientes... - acusó Mingyu alzándose en toda su altura encarándole - ¿¡Tú lo sientes!?
- Mingyu...
- No quiero escucharte decirme una disculpa banal cuando realmente no lo haces. Sé que fuiste obligado por Joohyun y Minseok y realmente apreciaría que te fueras de mi casa y evita irrumpir mi paz – le partió el corazón decir cada una de esas palabras pero era su momento así que lo aprovechó – Eres mi almae, mi pareja y decidiste echarme en cara que un sucio demonio egoísta como yo con las manos manchadas de sangre no merece ser querido por alguien tan puro como tú, ¿no Wonwoo?
- Yo...no quise decir....
- Pero lo hiciste. Me heriste y ni siquiera te molestaste en escuchar mis jodidos sentimientos antes de juzgarme sin conocerme – agarró su barbilla captando su mirada y acarició su mejilla bajando su mano hasta sentir su pulso que latía desesperado – Quiero que me conozcas, a mí, a Mingyu no al antiguo líder de los demonios ni al amigo de Joohyun.
Wonwoo estaba paralizado perdido en la mirada oscura de Mingyu tan despiadadamente sincera y dolida al mismo tiempo. Había sido cruel sí, mas tenía sus razones aunque las hubiera tomado con la persona equivocada. Mingyu inclinó su rostro y bajó sus labios hasta los de Wonwoo esperando una negación que nunca llegó mas antes de poder besarle o hacer algo de lo que se arrepenterían luego, se escabulló hacia el interior de su casa.
- Hasta que no estés dispuesto a ello – dijo antes de cerrar la puerta del balcón – Mantente alejado de mí.
Glosario:
1: Erat es el reino de los Demonios o Reino del Hades (como deseen llamarle) conviven más del 79% de los Demonios con poderes oscuros o pecaminosos. Dígase demonio de los deseos, recolector de almas, etc
2: almae: en griego, el término psyke es traducido como alma. Cómo los demonios tienen tantos años en la Tierra optaron por utilizar la palabra almae para simplificar su significado. (más adelante se explica bellas)
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El Corazón del Demonio (Meanie)
FanfictionKim Mingyu es el antiguo Rey de los Demonios, el dueño de las almas perdidas del Hades. Ha estado atado a la Erat por siglos y la soledad que arropa su corazón comienza a hacerle mella. Cuando su sobrino Chan cumple la mayoría de edad para reclamar...