Musa

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Odio pensar en que tú pensaste que no te dejé ser feliz a su lado, que mis celos me cegaron, que fui muy egoísta al querer que estuvieras conmigo, a pesar de que no me querías. Y claro que dolía, pero te digo con gran melancolía, que yo sí te quería, y quería que fueras feliz aún si no era junto a mí.

Creo que ese sentimiento no era completamente amor, porque aquello que yo amé, solamente fue un fuerte sentimiento por algo que yo misma creé.

Yo no soy egoísta, yo no me hubiera metido entre ustedes.

Sé que esa es la causa por la que ahora me odias, aunque aún no te he terminado de leer, a veces siento que me miras con tristeza, así como si te arrepentieras y te doliera a ti también todo lo que pasó. Sin embargo, a veces un gran odio sale de tus ojos.

Yo hubiera querido que todo hubiera tenido un final distinto, uno donde nadie quedara herido.

Ahora me esfuerzo por perdonarte y perdonarme, a ti por hablar mal de mí, y a mí por aferrarme a ti.

Eres quien creí que era mi mayor fuente de inspiración, una musa, como en tiempos antiguos se llamaban. Y tal vez lo fuiste, fuiste esa gota que derramó el vaso, fuiste ese primer paso para encontrarme con mi verdadera identidad.

Y claro, claro que dejaste una huella en mí, también dejaste heridas las cuales más bien yo hice, yo laceré mi alma aparentemente en tu nombre.
Pero ahora ya no son heridas, ahora son cicatrices que ya no duelen.

Probablemente yo también dejé huella en ti, y si algún día lees todo lo que escribí pensando en ti, todo el papel y la tinta que lleva tu nombre, todas los poemas o las páginas de mis libros, sé que dirás:
"Ella está loca, ha escrito libros hablando de mí"
Y ahí, pensarás en mí.

Las cartas que no entregué Donde viven las historias. Descúbrelo ahora