Había pasado una semana desde que Erick y yo nos hicimos novios. Todo parecía ir bien, tan bien que me asustaba que en algún momento las cosas dieran un vuelco y terminaran de otra manera. Pero no me daba el tiempo de pensar en eso, pues siempre estaba con él, parecía un chicle pegado a mi y me encantaba todo el tiempo que pasábamos juntos.
Me encontraba en mi departamento justamente con aquel chico tatuado que me sacaba de quicio y a la misma vez me hacia babear por él. Jugaba con su cabello mientras él hacia algunas llamadas por su celular. Aun no sabia en que trabajaba, pero por su pinta tal vez era mejor no involucrarme en eso.
Empezaba a aburrirme, por lo que puse su cabeza sobre una almohada y me levanté de la cama para dirigirme hacia la cocina. Abrí la puerta del refrigerador buscando algo para comer, habían manzanas, tomé una y la dejé sobre el mesón para poder partirla en pedacitos.
Estaba disfrutando de mi rica manzana, cuando sentí unos brazos rodear mi cintura y abrazarme. Me di la vuelta para poder mirarlo a los ojos, dejé un beso corto sobre la comisura de sus labios y él sólo sonreía. Con los demás se comportaba como un chico malo, mientras que conmigo era todo lo contrario, parecía un niño pequeño obsesionado con los dulces.
Amaba tener esa faceta de Erick sólo para mí, sabia que no cualquiera podía verlo de esa forma y es lo que hacía más única nuestra relación.
— ¿Qué pasa? ¿Quieres una manzana? —. Le dije con una sonrisa.
Él negó con la cabeza y formó un puchero con sus labios.
— Quiero Doritos ¿no tienes?
— Podemos ir a comprar si es lo que quieres.
Asintió repetidas veces y fue hasta la habitación para ponerse sus zapatos. Al regresar, me jaló del brazo para ir hasta la salida. Parece que tenia muchas ganas de comerse sus doritos, así que no le puse problema por eso.
Llegamos a la tienda que estaba cerca de mi departamento, y mientras yo pagaba las cosas (Doritos y algunas bebidas), él se dedicaba a pasear por la tienda viendo que más podíamos comprar. Terminé de pagar y me acerqué a él, desde lo lejos vi como tenia una chica enfrente suya y se notaba nervioso.
Llegué al punto en el que estaban y lo tomé del brazo, la chica me observó de arriba abajo haciendo una mueca que parecía ser de desagrado. Pero a mi me importaba 3 kilos de verga lo que pensara de mí.
— Erick ¿Quién es ella? —. Pregunté sin dejar de mirarla.
— No lo recuerdo, si te soy sincero —. Dijo él, llevando su mano libre hasta su nuca.
Estuve a punto de reírme de su expresión. Su mandíbula estaba a punto de llegar al suelo y eso lo hacía más divertido.
— Soy Alyssa, ¿Aly? —. Esto ultimo lo dijo en forma de pregunta, queriendo que la recordara. Pero Erick se veía que no lo hacía para nada.
— Muy bien, Alyssa. Nos tenemos que ir —. Le dije y lo jalé del brazo queriendo sacarnos de esa incomoda conversación.
— Espera ¿Irás a la fiesta de Ethan? —. Al escuchar la palabra "fiesta" me detuve de improviso, no me había mencionado de una fiesta.
Y al parecer, tampoco me iba a enterar nunca al ver la expresión de su rostro. Se suponía que nos contábamos todo, o eso es lo que yo creía unos minutos antes.
— No. —. Dijo él, y tomó mi muñeca queriendo sacarme de ahí.
No iba a decirle nada, no soy del tipo de persona que reclama las cosas. Simplemente las sobre pienso hasta que encuentro la manera de saber todo, o las dejo como están y me alejo de manera silenciosa.
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LO QUE NUNCA TE DIJE
RomanceErick y Tina se odiaban a muerte, o eso es lo que le mostraban a los demás, en secreto eran el amor más sincero y puro que se podía conocer. ¿Revelaran su secreto o lo mantendrán escondido?