《 Capítulo 24 》

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Caminaste de puntillas con los tacones en mano, saliste del salón y miraste un momento a Leon, quien yacía dormido desnudo después de unas rondas de amor.

Miraste la puerta y una vez más miraste a tu esposo.

-Volveré pronto, no me voy a demorar.- Susurraste para luego salir de tu hogar.

Rebuscaste en el bolsillo de la chaqueta de Leon, las llaves del portón. Como pronto se iban a mudar, la mayor parte de tu ropa estaba guardada, incluyendo toda la colección de abrigos de marcas lujosas y con algunos diseños un tanto extraños.

Te acomodaste los tacones y a la luz de la luna, caminaste por las oscuras calles que ya no te daban miedo circular.

Caminaste todo el trayecto desde la casa hasta el paradero de autobuses más cercano, el cual estaba a 37 minutos a pie, pero como no estabas apurada te demorarse un poco más. Caminabas por las calles vacías que ahora si eran iluminadas por las luces provenientes de la carretera.

Llegaste hasta la parada y esperaste el siguiente bus que, para tu suerte, estaba en 15 minutos.

Vestias aquel vestido de pijama veraniego junto con unos tacones y la chaqueta de Leon, la cual era la única que te abrigaba. Te escogiste de hombros oliendo los diferentes aromas de la chaqueta. Suspiraste y miraste el cielo algunos minutos hasta que llegó el bus.

Subiste y te sentaste al final del transporte, con la mirada en la ventana y cabeza gacha, sin querer que nadie te reconozca, emprendiste tu viaje a la ciudad.

Estabas en frente de la reja que daba paso al hospital, dudaste por unos momentos, pero ya habías hecho el viaje y era mejor hacer esto rápido.

Después de conversar un momento con la recepcionista, te dejaron pasar, dándote la libertad de visitar al familiar.

Subiste al ascensor y apretaste uno de los botones. Las puertas se cerraron quedando sola en el pequeño espacio, subiendo piso tras piso a llegar al cuarto piso. Saliste y caminaste en busca de la letra "K" en las puertas.

-Aquí.- Miraste la puerta con el apellido "Kennedy." Entablado.

Pasaste a la habitación privada y miraste al padre de Leon, quien miraba el techo en espera.

Tus tacones llamaron la atención del señor, quien sin mirarte, habló.

-Por favor, siéntate.- Caminaste a un lado suyo y te acomodaste la silla en frente de él.

-¿Sabe la hora que es?- Preguntaste. -Realmente me sorprendió que me llamara a estas hora de la noche.- Confesaste sin apartar tu mirada del hombre.

-Lo sé, a mi me sorprende que hayas venido, querida. Necesitaba hablar contigo antes de que fuera demasiado tarde.- Explicó mientras presionaba un botón a un lado de su camilla, comenzando a enderezar su cuerpo para mirarte mejor.

Asentiste. -Tengo que volver antes de que Leon, sepa que vine.- Dijiste esperando que acelerará las cosas. No tenías una buena relación con el.

-Perdóname.- Pidió volteando a verte con ojos cansados. -Aún que no espero que lo hagas, y antes de que hable, escúchame. Te pido que por favor te divorcies de mi hijo.

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Leon, se despertó con un gusto amargo y algo desorientado. La luz del sol entraba por las delgadas cortinas.

Miró su alrededor y notó que no estabas, cosa que lo puso en altera al instante. Se puso de pie y salió del salón para buscar en el comedor y luego ir a la cocina en tu búsqueda. Ahí te vio, tan hermosa como siempre, cocinando el desayuno esta vez, usando esa bata de seda rosa.

-Me habías asustado, linda...- Dijo con el corazón en la mano.

-Quería hacerte el desayuno, siempre me cocinas, hoy es mi turno de consentirte.- Respondiste volteando a verlo y al instante se te borró la sonrisa. Tapaste tus ojos avergonzada y le diste la espalda.

Leon, se miró de arriba a abajo, notando que seguía desnudo. Sonrió divertido como siempre y se acercó a ti.

Besó tu cuello mientras envolvía tu cintura con un abrazo.

-¿Qué tal si nos damos una ducha juntos?- Sugirió susurrando a tu oído.

Sin negarse nada, ambos fueron por algo de intimidad en la ducha.

Rato más tarde, ambos envuelto por las batas de baño, sentada sobre el lavamanos, afeitabas la joven creciente barba de Leon.

-Había estado pensando... ¿No crees que deberíamos ir a ver a tu madre? Estoy algo preocupada.- Mencionaste mientras pasabas la navaja de afeitar por la crema embetunada sobre el rostro de Leon.

-¿Por qué de la nada estas tan preocupada por ella?- Preguntó curioso mientras pasaba la secadora por tu cabello, ambos atendiendoce mutuamente.

-Es solo que, desde que me dijiste que nos esta apoyando con lo de mudarnos y alejarnos un poco de la sociedad... Que me haya perdonado...- Dijiste algo dolida.

Besó tu mejilla dejando el tema hasta ahí.

-La llamaré para saber cuando podemos ir a verla.- Asentiste con una ligera sonrisa.

-Gracias.- Murmuraste algo pensativa.

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-¡Voy a servir el desayuno!- Gritaste desde las escaleras mientras que Leon, se ponía algo se ropa cómoda en la habitación.

Desde anoche que había dejado su teléfono apagado, por lo que lo encendió esperando a que terminará de recopilar datos y entre otras cosas esperando a ver las notificaciones.

Vio que tenia varias llamadas perdidas de su madre durante la madrugada, por lo que preocupado la llamó.

Tardó en contestar pero en cuanto lo hizo, escuchó el suave llanto de su madre.

-¿Pasó algo?- Preguntó ansioso.

-Tu padre... Anoche tu padre falleció.- Confesó rompiendo en llanto una vez más.

Apoyada en la pared del pasillo, escuchaste como la madre de Leon, le daba la noticia.

Con la bandeja en mano, finjiste una dulce y amable sonrisa y entraste a la habitación. Viendo a Leon, quien ya había colgado la llamada pero tenía los ojos llenos de lagrimas queriendo salir.

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mmmmm, bueno, que les puedo decir.

|| Ultraviolence T.1  ▪︎  Leon S. Kennedy x Lectora || By: isstkiu .°•★!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora