La oscuridad se cernía sobre Keigo, no podía ver nada a su alrededor, a excepción de una pequeña luz, la cual parecía moverse en zigzag en dirección a él, y una vez estuvo frente a él, explotó, mostrando a Toya, agarrando su muñeca con violencia y un semblante de odio y repulsión.
<No toques a mi hermano, maldito prostituto de mierda>
En ese momento, Keigo despertó incorporándose rápidamente sobre la cama, dando un grito ahogado, grito que también despertó a Toya, que al ver al rubio hiperventilando a su lado se alarmó.
—¡¿Qué pasa?! —dijo poniéndole las manos en las mejillas a Keigo y haciendo que le mirase.
—N-nada... solo ha sido una pesadilla —comentó mientras su cuerpo se relajaba, notando el tacto de Toya en su cara. Toya vio el estado del rubio y sin pensarlo, lo abrazó, tumbándose ambos en la cama respirando ahora con mas calma.
Tras unos minutos en esa posición, Keigo por fin pudo reaccionar, pensar en su sueño y enfocar sus sentidos en aquella repulsión que sentía Toya por su trabajo, quería saber el porqué.
—Toya...
—¿Si? —le dijo dándole un beso en la frente.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿Por qué te pusiste así cuando conocí a tu hermano?
La pregunta sorprendió un poco a Toya, y Keigo pudo ver como su semblante se ensombrecía, apartando la mirada hacia el techo.
—Eso... bueno... —el pelirrojo arrugaba el rostro, Keigo podía ver que era un tema mucho mas profundo de lo que podría parecer.
—Perdona... si no quieres hablar de ello...
—No, no... —Toya se volteó y miró a Keigo a los ojos —creo que está bien que lo sepas... al fin de cuentas, ahora eres mi pareja, y no quiero tener secretos contigo...
—¿Pareja? —Keigo se quedó algo pensativo.
—Si... ¿no?... ¿no somos pareja? —preguntó ahora Toya asustado.
Keigo no esperaba esta conversación en ese momento.
—Bueno... no me lo has pedido...
Toya se quedó un momento petrificado y se le escapó una risita.
—Que susto... pensaba que me estabas rechazando... —Toya tomó aire y acercó su cara a la de Keigo, juntando sus narices —Keigo, ¿quieres ser mi novio?
Un calor envolvió la cara y el cuerpo de Keigo, un calor que no había sentido nunca, ni siquiera con ese hombre. Alargó su mano para ponerla sobre la mejilla de Toya, el cual sonrió al sentir el tacto.
—Si quiero.
Toya amplió su sonrisa y besó a Keigo.
—Muchas gracias por aceptarme.
—Bueno... no es como si pudiese negarme cuando estoy enamorado de ti —Keigo decía eso con voz tímida, a lo que Toya respondió con un sonrojo y apretando el cuerpo de Keigo contra el suyo, abrazándolo.
—Bueno, ya que ahora somos novios tengo que contarte lo que pasó hace unos años con Shoto.
Keigo apoyó su cabeza en el pecho de Toya, mientras una de sus manos buscaba la del pelirrojo, y una vez la encontró entrelazó sus dedos con los suyos y se dispuso a escuchar aquella historia.
Hace varios años, cuando Toya tenía trece años y Shoto cinco, salieron a jugar al parque como solían hacer todas las tardes, la diferencia era que esa vez, irían ellos solos, pues Fuyumi tenía que estudiar para un examen y Natsuo estaba con sus amigos.
La tarde pasó sin problemas, y cuando las farolas de la calle empezaban a encenderse era indicativo de que debían volver a casa, agarraron la pelota con la que estaban jugando y se pusieron rumbo a su casa. En el camino de vuelta, Shoto estaba bastante contento, pues al día siguiente su clase iría de excursión, por lo que la conversación entre los hermanos era muy agradable y amena.
Apenas pudieron oír como una camioneta de color blanco se acercó violentamente hacia ellos, aparcando a unos metros por delante de donde estaban y como varios hombres salieron de allí, sorprendiendo a los chicos. Sin apenas poder reaccionar, dos de ellos agarraron a Shoto a la fuerza, empujando a Toya y tirándole al suelo.
Todo fue muy rápido, los gritos y llantos de Shoto, los gritos de Toya pidiéndoles que los soltaran, el forcejeo de Toya con dos de esos hombres, el golpe que le dieron en la cabeza y le dejaron inconsciente en el suelo mientras con total impotencia secuestraban a su hermano pequeño frente a él sin poder hacer nada.
Horas después, con un Toya ya consciente en la cama de un hospital y rodeado por sus hermanos, oían a su padre y su madre hablar en el pasillo, nerviosos con varios agentes, los cuales habían comenzado a buscar por toda la ciudad.
Cuando sus padres entraron, Toya rompió a llorar, disculpándose con ellos por no haber podido cuidar de Shoto; Rei corrió hacia él a abrazarlo, mientras que Enji, le decía que no era su culpa, y que no dudase que iban a encontrar a Shoto.
Una semana después, y gracias al gran dispositivo de búsqueda, pudieron dar con Shoto, lo encontraron encerrado en un almacén, con mas niños, todos ellos marcados de diferente forma, marcas de quemaduras en el cuerpo, la de Shoto fue en su ojo, ya que era la forma de diferenciar que producto era bueno o no.
El grupo que lo secuestró era un grupo de la mafia dedicado a la prostitución de adultos y niños, el objetivo era secuestrar al hijo del comisario de la ciudad, ya que mucha gente pagaría por violar y humillar al hijo del hombre que metió a sus amigos, familia o amantes en prisión.
—Y desde entonces...
Keigo no dejó acabar la frase al pelirrojo, durante todo el relato había estado pendiente de todo, pero en ese punto, abrazó con fuerza a Toya, este sonrió y devolvió el abrazo.
—Siento haberlo nombrado... —dijo Keigo —y siento... ser lo que soy...
—No, no te disculpes, te lo he contado porque quería... y no te disculpes por eso tampoco... contigo he comprendido que no todos los que se dedican a esto son malas personas.
Keigo no había aflojado su abrazo, pero al escuchar eso, se soltó un poco para mirar a Toya a los ojos.
—Lo siento... —volvió a repetir.
—No te disculpes... no sé porque te dedicas a eso, pero siempre que sea porque tu quieres no debería pasar nada... aunque... si es verdad que pensar que otros hombres te tocan... me hace sentir mal.
Keigo entendía perfectamente lo que estaba diciendo Toya, era lo mas normal del mundo. Hasta ese momento, prostituirse era la única forma que tenía para vivir, no sabía hacer otra cosa, sin contar de que se le daba bien, sobre todo porque nunca había tenido a nadie que le esperase al volver a casa, no había tenido a nadie que se preocupase por él, y no había tenido a nadie a quien mostrarle el asco que se daba a él mismo al acabar su trabajo.
—No volveré a hacerlo...
—¿Qué dices?
—Cuando todo esto acabe... no volveré a prostituirme...
—Keigo, no tienes que hacer eso por mi...
—Es lo mínimo que puedo hacer, además, no solo lo hago por ti, también lo hago por mi —dijo mientras sentía como las lágrimas caían por sus mejillas —estoy harto de sentirme como una basura.
Toya lo abrazó.
—¿Cuándo lo haces conmigo también te sientes así?
—N-no... —dijo sorbiendo por la nariz —hacerlo contigo me hace sentir bien.
—Pues, hagas lo que hagas, tienes todo mi apoyo.
—Gracias, Toya... te quiero.
—Y yo te amo —respondió el pelirrojo posando sus labios en los del rubio, viendo como esos labios poco a poco se abrían para que sus lenguas se introdujesen y chocasen. No tardaron en estar uno encima del otro, desnudos, mirándose con excitación, gimiendo mientras las caderas de Toya chocaban contra Keigo, el cual era penetrado con suavidad.
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Mi Protector (DabiHawks)
FanficSe ha producido un brutal asesinato en la ciudad, en uno de los callejones mas hostiles, y el único testigo es Keigo Takami, que por orden de la policía es trasladado a un edificio de apartamentos protegido. Toya Todoroki, un agente de policía relat...